El fraude también es laboral. En un país donde abunda la corrupción, los empleados públicos y especiales de la administración pública no cuentan como negocio a la hora de la repartición del dinero. La nómina no da rédito a quienes la pagan. Por eso prefieren suspenderla o estancarla, como estancada está hace años.
Con el cuento chino, iraní o cubano de las sanciones, clavan a todos los empleados públicos, jubilados y pensionados, sepultados por la indolencia, por la depauperación más insólita. Y, encima exigen y piden. Como ocurre con el ministrico recién nombrado que clama a los jubilados. Ofrecen trabajo sin sueldo, sin paga. Sacrificio humano, familiar, por un país, el de ellos, secuestrado en todo lo concerniente al Estado, en todo lo concerniente a la ciudadanía.
Por ello los jubilados y pensionados, maestros, profesores y médicos así como los trabajadores y obreros de la salud, han vuelto a la protesta. El bono de fin de año, adelantado como la navidad, vuelve a dejar al descubierto la situación hórrida del trabajo en Venezuela. Miseria por partes es el mentado bono. Ni a alguna generosa dádiva a pedigüeño llega. Además, las condiciones laborales deplorables, sumadas a la más increíble desprotección social.
El país, bajo las garras de la dictadura, «marcha» en este limbo tramposo, en el que el desconocimiento olímpico de la Constitución y las leyes, así como de los derechos humanos, campea a diestra y siniestra. Son capaces, en medio de su incapacidad, de cualquier desafuero que los complazca en su sevicia. Mientras se llenen más y más sus codiciosos bolsillos o cuentas, mientras puedan ver mal o peor a todos sus conciudadanos. Enfermiza manera de entender y manipular el poder.
El año próximo el giro en materia laboral deberá ser tremendo. Una vez ida la plaga. Una vuelta de rueda hacia la Constitución y las leyes, hacia la protección más absoluta de los derechos laborales, educativos, de salud, de vida digna para la población en general. Por allí andan los secuaces de Fedecamaras pidiendo regresión a cambio de nada en el derecho laboral, echados a los pies del poder, como si nada. Empresarios también inescrupulosos y desvergonzados, como quienes secuestran todo desde el poder que creen omnímodo. Con ellos no habrá paz laboral, ni para el trabajador, ni para su familia, ni para la educación, la salud ni el trabajo. Deben irse cuanto antes para el resurgimiento del buen país que espera ansioso, cuando no huye buscando una vida. Es preciso labrarla aquí, mucho mejor.
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