La víspera del Año Nuevo de 1943, en el cuartel general de blindados bajo el comando del oficial Pavel Rotmistrov, se reunieron alrededor de un árbol de Navidad y una mesa llena de comida, buena parte de los altos mandos del Ejército Rojo en la zona de Kotelnikovo (una ciudad a 190 kilómetros del suroeste de Stalingrado y la cual había estado en manos del Tercer Reich hasta hacía poco). Muchos alimentos (frutas, vinos franceses, queso holandés, mantequilla y tocino de Dinamarca, conservas de Noruega, etc.) decían en su empaque: “Solo para alemanes”, y el jefe de los tanques explicó: “No todos mis hombres saben leer alemán, y debido a su mala educación se han apoderado de las viandas; pero tendremos que devolver las velas a Hitler para que pueda encenderlas en los funerales de su VI Ejército” (Testimonio del general Serguei Biryuzov, jefe del Alto Mando Soviético, en: Geofrey Jukes, 1980, Stalingrado: la batalla decisiva).
Los soviéticos tenían razones para celebrar a pesar de tantos sacrificios. En mes y medio habían llevado a cabo o iniciado tres operaciones de gran envergadura: “Marte” en el centro que buscaba tomar Smolensko, “Urano” que logró sitiar a más de 300.000 soldados en Stalingrado, y “Saturno” que lentamente ambicionaba liberar Rostov y dejar atrapados en el Cáucaso todo el Ejército A de la Wehrmacht (lo que significaría un desastre mucho mayor que el de la ciudad de Stalin). En algunos lugares el avance había logrado los 400 kilómetros, de modo que el nuevo año de 1943 prometía mayores triunfos cuando su producción industrial y el apoyo de sus aliados angloestadounidenses hacían que por cada tanque perdido a manos del enemigo ellos construían 5 más.
La “Operación Saturno” (prevista para el 16 de diciembre) se debió replantear ante la contraofensiva alemana (“Operación Wintergewitter”/ Tormenta de Invierno) que intentó romper el cerco de Stalingrado. El máximo jefe soviético cambió su nombre a “Pequeño Saturno” y buscó con ella frenar las metas del mariscal Erich von Manstein; lo cual lograría, tal como explicamos en nuestra anterior entrega. Pero incluso soñaba con rodear a los que venían al rescate, y para ello aprovechó la debilidad del flanco norte en el río Don que estaba protegida por 130.000 italianos del VIII Ejército o ARMIR (Armata Italiana in Russia) que carecía de armamento pesado. Sobre la participación italiana en la Unión Soviética, esperamos ofrecerles un análisis al tratar las grandes derrotas militares de Benito Mussolini a principios de febrero del año próximo. Y sobre el Frente Oriental podemos leer en la entrada del último día del año del diario del alemán Friedrich Kellner: “Todos los 31 de diciembre que hemos pasado en guerra, Hitler en su discurso prometía que el siguiente año sería el de la victoria decisiva. En 1942 es claro que esta nunca llegará y las consecuencias de los fracasos militares (los rusos siguen controlando el petróleo del Cáucaso y el Volga) tendrán devastadoras consecuencias para la nación” (2018, My opposition. The Diary of Friedrich Kellner – A German against of Third Reich).
El año de 1942 significó para el Eje la pérdida de la iniciativa al sufrir grandes derrotas estratégicas. En el Pacífico (Midway y el estancamiento en Guadalcanal, Nueva Guinea y China), en el Frente Europeo en el Norte de África (el Alamein y la “Operación Torch”) y en Rusia (la ofensiva de verano tuvo grandes costos en soldados y oficiales experimentados, junto a gran cantidad de material; y como dijo Kellner en su diario: ¡Sin lograr sus objetivos!). Por no hablar de la gradual pérdida de su hegemonía en los mares y los cielos, teniendo como consecuencias que los recursos de Estados Unidos llegaran al campo de batalla, y que las ciudades e industrias alemanas fueran bombardeadas. Al Eje solo le quedaba realizar la más feroz resistencia, porque en lo relativo a la producción de armas la desigualdad era creciente. Y el principio “La cantidad tiene su calidad” se terminaría imponiendo. La única esperanza para Alemania, Japón e Italia era la negociación o el agotamiento de los Aliados, porque para el 31 de diciembre de 1942 la derrota era solo cuestión de tiempo.
En nuestra serie sobre las “Navidades en la Segunda Guerra Mundial” siempre les dejamos un extracto del mensaje de Nochebuena del papa Pío XII. Con relación al mismo, en la película Amen (2002) del reconocido director franco-griego Costa Gavras se representa al miembro de las SS Kurt Gerstein (que realmente existió y buscó informar a varios países neutrales y al Vaticano sobre la existencia del exterminio sistemático y masivo de los judíos y los pueblos considerados por los nazis como inferiores) y un personaje ficticio (un sacerdote jesuita que es ayudante del Nuncio en Berlín) escuchando a escondidas el discurso del Papa en la radio. Esperaban que el Papa denunciara este gran crimen en su discurso navideño (basado en el testimonio del SS), pero no ocurre nada (la realidad histórica es que el SS intentó hablar con el Nuncio pero este nunca lo recibió). El tema sigue generando polémica y hasta ahora no se poseen las pruebas que el Papa tenía toda la información sobre el Holocausto para 1942. En su Mensaje el Santo Padre de algún modo, aunque no de manera contundente la verdad, pareciera hablar del mismo en los puntos que van del 35 al 45 (en especial el punto 43) y que titula: “Consideraciones sobre la guerra mundial y sobre la renovación de la sociedad”:
- Gran parte de la humanidad, y, no rehusamos decirlo, aun no pocos de los que se llaman cristianos, están de algún modo dentro de la responsabilidad colectiva del desarrollo erróneo, de los daños y de la falta de altura moral de la sociedad actual.
- ¿Quieren tal vez los pueblos asistir impasibles a un avance tan desastroso? ¿No deben más bien, sobre las ruinas de un ordenamiento social que ha dado prueba tan trágica de su ineptitud para el bien del pueblo, reunirse los corazones de todos los hombres magnánimos y honrados en el voto solemne de no darse descanso hasta que en todos los pueblos y naciones de la tierra sea legión el número de los que, decididos a llevar de nuevo la sociedad al indefectible centro de gravedad de la ley divina, suspiran por servir a la persona y a su comunidad ennoblecida por Dios?
- Este voto la humanidad lo debe a los cientos de millares de personas que, sin culpa propia alguna, a veces sólo por razones de nacionalidad o de raza, se ven destinados a la muerte o a un progresivo aniquilamiento.
El exterminio sistemático e industrial de los judíos se consolidó en 1942 con la creación de los seis principales campos con cámaras de gases. ¿Por qué los Aliados o cualquier Estado neutral no denunciaron como mínimo este crimen e intentaron hacer algo? ¿Por qué no poseían pruebas contundentes? La comunidad judía y hombres de buena voluntad se dedicaron a testificar e incluso ofrecer pruebas de lo que en el futuro cercano se conocería como un genocidio. El Congreso Mundial Judío dio a conocer que para junio se habían asesinado a 1 millón de hebreos y lograron que el periódico The New York Times el 20 de junio de 1942 lo denunciara.
En nuestro artículo anterior cometimos un error al afirmar que las ciudades alemanas no solo eran bombardeadas de noche sino que ahora en 1942 habían comenzado a ser atacadas de día también. Esto último será cierto a partir de enero de 1943, nos adelantamos a los hechos. Aprovechamos que es nuestro último artículo del 2022 en lo que respecta a nuestra serie sobre el 80 aniversario de la Segunda Guerra Mundial, para desearles a todos nuestros lectores y personas que nos apoyan: ¡Un Feliz y Próspero 2023! ¡Y que la vida nos permita seguir cumpliendo con la meta escritural de todas las semanas y realizar este proyecto, Dios mediante, hasta el 2026!
Y para finalizar les dejamos una anécdota de un combatiente italiano del Regimiento Alpino en las estepas rusas: Vincenzo Fugalli. El soldado tenía solo 22 años y ante la ofensiva soviética que les describimos al principio, percibía que estas podrían ser sus últimas navidades (fallecería un mes después), es por ello que le escribió una carta a sus familiares que por esas cosas de la vida no llegó a su destino y apareció el año pasado (2021). Sus palabras expresan perfectamente el sentido imperecedero de la Navidad: “Es Nochebuena, escribo y en el refugio que está a mi lado están cantando la Pastorella y hasta se olvidan de las raciones… Afuera está nevando fuerte, se ve que el Niño debe nacer aquí también, el ambiente es el más propicio y evocador”.