OPINIÓN

Acuerdos Israel-Países árabes

por Samir Azrak Samir Azrak

Hace dos semanas, en la Casa Blanca se realizó la firma de los Acuerdos de Abraham, con los cuales Israel inicia sus relaciones con Emiratos Árabes Unidos y Bahréin. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, aseguró que estos pactos servirán para lograr la paz en Medio Oriente. La Autoridad Nacional Palestina condenó el acto calificándolo de traición a la causa árabe.

Con este convenio Emiratos Árabes Unidos (EAU) y Bahréin se convirtieron en el tercer y cuarto país árabe, respectivamente, en establecer relaciones diplomáticas con Israel, después de que lo hicieran Egipto en 1978 y Jordania en 1994.

Desde el nacimiento del Estado de Israel, a través de la resolución 181 de la ONU en 1947, el conflicto palestino-israelí no ha cesado, y ha vivido algunos acontecimientos que marcaron fuertes efectos sobre la región. El mayor cambio de las fronteras de los países involucrados se produjo en 1967, con el enfrentamiento conocido como La Guerra de los Seis Días (entre el 5 y el 10 de junio), después del cual Israel triplicó el tamaño del territorio bajo su control, puesto que terminó ocupando la Península del Sinaí (egipcio), la Franja de Gaza (palestino), Cisjordania (palestino), Jerusalén Este (área protegida por la ONU) y la mayor parte de Los Altos del Golán (sirio). (“Medio Oriente: Un siglo de conflictos – Parte 4: La Guerra de los Seis Días en 1967”. National Public Radio. 2002)

Este enfrentamiento ganado por Israel dio origen después de once años, al primer acuerdo de Israel con algún país árabe, Egipto. Con estos acuerdos de Camp David suscritos por el presidente egipcio Anwar el-Sadat y el primer ministro israelí Menajem Begin el 17 de septiembre de 1978 tras doce días de negociaciones secretas con la mediación del presidente de los Estados Unidos, Jimmy Carter, Egipto se convirtió en el primer país árabe en reconocer al Estado de Israel; en compensación Israel abandonaría el Sinaí por completo, vasto territorio egipcio ocupado por Israel en la Guerra de los Seis Días, retirando todas sus fuerzas y colonos, devolviendo la plena soberanía del mismo a Egipto.

Las más inmediatas consecuencias de este acuerdo fue el rechazo frontal del mundo árabe, especialmente los palestinos, con la ruptura de relaciones diplomáticas con Egipto de varios Estados árabes. (Alberto Valverde, “La paz egipcio-israelí, primer reconocimiento árabe del Estado judío”, El País, España, 1979)

Jordania se convirtió en el segundo país árabe en reconocer a Israel, a través del Tratado de Paz Jordania-Israel, firmado el 26 de octubre de 1994 en Aravá, ciudad Jordana fronteriza con Israel, por el primer ministro israelí Itzjak  Rabin y el primer ministro jordano Abdelsalam al-Majali, en representación del rey Hussein de Jordania, con la mediación de Bill Clinton, presidente de Estados Unidos.

Este tratado estableció las bases para la demarcación de la frontera entre los dos países, así como las normativas referentes a los recursos hídricos, a la seguridad, a la libertad de movimiento, a los lugares de significado histórico y religioso, y a los refugiados y personas desplazadas. (Alex Erquicia, “Jordania-Israel: frialdad en el 25º aniversario del acuerdo de paz”, Atalayar, Madrid, 2019)

Desde entonces han pasado 26 años para la llegada de los Acuerdos de Abraham de Israel con Emiratos Árabes Unidos (EAU) y Bahréin, después de haber fracasado el Acuerdo del Siglo entre israelíes y palestinos propuesto por Donald Trump en enero de este año.

El ministro de Relaciones Exteriores de Bahréin, Abdullatif Al Zayani, el ministro de Relaciones Exteriores de Emiratos Árabes Unidos (EAU), el jeque Abdullah bin Zayed al-Nahyan, y el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, fueron invitados por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, a la Casa Blanca el 15 del presente mes para suscribir los Acuerdos de Abraham.

Según lo pactado en la Casa Blanca, las dos monarquías del Golfo Pérsico reconocen al Estado de Israel e inician sus relaciones diplomáticas, intercambio comercial y turístico, tecnológico, etc., y a cambio el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, suspende los planes para anexar grandes áreas de los territorios ocupados en Cisjordania. Esto es, en resumen, lo esencial de este acuerdo.

“Tras décadas de tensión y conflicto, hoy marcamos el amanecer de un nuevo Medio Oriente”, indicó Trump en el evento, asegurando además que “pronto otros países firmarán acuerdos con el gobierno israelí”, sin mencionar cuáles. En esa línea Netanyahu consideró que “la paz se expandirá y al final acabará con el conflicto árabe-israelí de una vez por todas”. Ni Trump ni Netanyahu se refirieron a los palestinos durante la ceremonia en la Casa Blanca. Sin embargo, Emiratos Árabes Unidos y Bahréin, que sí se refirieron a los palestinos durante la firma de los acuerdos, aseguran que sus naciones no están abandonando al pueblo palestino ni a su búsqueda de declarar un Estado en Cisjordania y la Franja de Gaza. (Yurany Arciniegas, France24, 15-9-2020).

Reacción internacional

Por una parte, los que apoyan los Acuerdos de Abraham aseguran que es una oportunidad para alcanzar la paz en la región, y por otra parte, especialmente sectores del mundo árabe, incluso la Autoridad Nacional Palestina, denuncian una traición por parte de EAU y Bahréin, dado que rompe un antiguo consenso árabe de que el precio de las relaciones normales con Israel era la independencia de los palestinos. (Jeremy Bowen, Editor de Medio Oriente BBC, 15-9-2020).

Las posibles consecuencias inmediatas de este acuerdo son:

Yousef Munayyer, miembro del Arab Center Washington DC (ACW) -un centro de investigación sin fines de lucro con sede en la capital estadounidense- ve los acuerdos como una oportunidad para que los líderes palestinos reevalúen su estrategia, pues no cree en la idea de que los otros gobiernos árabes de alguna manera puedan obligar a Israel a que rinda cuentas y se logre un Estado palestino. «Los líderes palestinos deben despertarse y reconsiderar su enfoque. Tienen que pensar en formas alternativas para obtener poder y generar influencia frente a Israel» afirmó el académico. Mientras tanto, en Israel, el jefe de la oposición, el centrista Yair Lapid, ha exclamado que “con quien debe negociar la paz Netanyahu es con los palestinos”, aun recomendando a estos “que abandonen el papel de víctimas y sean proactivos de una vez”.  (Norberto Paredes, BBC News Mundo, 15-9-2020)

Y parece que Munayyer y Lapid tienen razón, dado que los Acuerdos de Abraham han logrado lo que muchos analistas creían imposible hace algunos años: unir las facciones políticas palestinas. El pasado sábado, un conjunto de organizaciones palestinas lideradas por Hamas y Fatah, acordaron un «liderazgo de campo unificado» para encabezar una «resistencia popular» con el fin de hacerle frente a lo que consideran como «ocupación israelí». En consecuencia, la brecha en el mundo árabe abierta por Emiratos Árabes Unidos (EAU) y Bahréin se verá compensada por una mayor unidad en el campo palestino. Así por lo menos lo expresan las facciones de Hamas y Fatah. (Jordi Joan Baños, La Vanguardia Internacional,  Estambul, Turquía. 16/09/2020)

Fatah, partido laico en el poder en Cisjordania, y Hamas, movimiento islamista al frente en la Franja de Gaza, están enfrentados desde 2007, cuando Hamas tomó control de este enclave  palestino al final de una guerra civil casi un año después de haber ganado las elecciones legislativas. (Diario El Comercio, 2-7-2020, https://www.elcomercio.com/actualidad/hamas-fatah-union-anexion-cisjordania.html)

Khalil Al-Hayya, líder de Hamas expresó: «Hamas está interesado en lograr la unidad nacional con la esperanza de alcanzar una estrategia nacional integral para enfrentar los desafíos y complots que apuntan a la causa palestina». Por su lado el portavoz de Fatah, Mounir Al-Jaghoub, manifestó que “la delegación de su grupo se reunirá con representantes de Hamas para discutir el fin de la división palestina”. (Ibrahim Mukhtar,  AA Mundo, Turquía, 22-9-2020).

Tal parece que los hechos están llevando a una forzada negociación entre Israel y Palestina, dado que por un lado, Israel está logrando un acercamiento a países árabes, algo imposible de pensar en el pasado; por otro lado las fuerzas palestinas están unificándose, convencidas ahora de que la acción del pueblo palestino es la que puede,  definitivamente, lograr el Estado Palestino; tampoco pensable en el pasado.

El fortalecimiento de ambas partes puede tener como consecuencia, de presentarse un enfrentamiento bélico, unos resultados muy lamentables de pérdidas humanas y materiales;  pero también podría dar origen a otro escenario, actitudes de negociación de ambas partes para lograr un resultado satisfactorio que culmine en una pacificación de la región.

En lo que respecta a Palestina, con anticipación se tiene conocimiento de lo que aspira. Palestina  desea, y así lo han manifestado sus líderes en reiteradas ocasiones, que Israel cumpla con las resoluciones de la ONU, en las cuales se considera que todos los asentamientos de Israel en Cisjordania, Jerusalén Este y los Altos del Golán son una “flagrante violación de la ley internacional” e insta a Israel a detener toda actividad en ellas y retirarse. Estas resoluciones son,  la más reciente es la 2334, del 23 de diciembre de 2016, reafirmando varias resoluciones pertinentes anteriores, siendo la primera de todas la 242 de 1967 (resolución que ha permanecido como referencia en todas las negociaciones posteriores), hasta la 1850 de 2008. (Sengupta, Rick Gladstone y Somini, 23 dic.2016, The New York Times).

Existe un precedente, en 1978 Israel devolvió el Sinaí a cambio de las relaciones con Egipto, hoy la decisión está en manos de Israel, el cumplimiento de las resoluciones de la ONU serían la gran solución y el logro de la paz. Ojalá.