OPINIÓN

Acuerdo de convivencia y la ONU        

por Jesús Contreras Jesús Contreras

Si gana Maduro llamará a palacio al opositor que firmó el acuerdo y, luego de breve protocolar pronunciamiento semántico, le meterá el texto por un orificio nasal, por la medida chiquita. Con este pronosticable desenlace, no procede una solución de faz académica, que puede tener más chance en mejor circunstancia, si se tiene en mente que el acuerdo es para perdonar algo que es castigado por ley.

Puede ser más adecuado que se desemboque siguiendo la dirección que lo factual va demarcando, a sabiendas de que la propuesta de acuerdo no ha sido espontánea y se ve surgir como acometida meramente mental sin atadura analítica. Si se aprovecha la inconstitucionalidad para hacer un acuerdo que apruebe cláusulas que no van a tener validez constitucional, no es resultado de examen jurídico. Si hay Constitución vigente y se acuerda cláusula inconstitucional, no hay acuerdo válido sino tergiversación.

Los 6 meses desde el 28J hasta la inauguración del presidente electo representan una peculiar realidad sin precedente. Dicho acuerdo puede ser imaginado para un arreglo propio de una posguerra, en que ambos bandos actúan como iguales, armados hasta los dientes (Colombia).

Si gana González Urrutia, él no le puede dar a Maduro pasaje aéreo para que monte el ave fénix y vaya a surcar el firmamento sin ticket de regreso. Maduro tiene todavía 6 meses para con barras doradas henchir maletas y comer cajetas y puede ocurrírsele batir a opositores con paletas, antes de viajar con sus compinches hacia donde están otras curruñas. No es del caso notar los descarríos que pueden producirse por acción o inacción de cuanto despechechado se desaliente y haga desbarajustes. El peligro que todo esto implica es indeterminable.

No sería exagerado, para evitar desgracias, buscar intervención de la ONU en vista de las obvias implicaciones políticas que no se producen sino cuando el apoyo es de países cuya participación en todo caso no es segura en la medida en que la situación internacional mejore o empeore.

Todo lo anterior no hace sentido en circunstancias normales y no es del caso imaginar lo que pueden o deben hacer las FAN o las FANB. Mucho menos es considerable aquí algo en relación con posible fraude electoral.