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Terremoto de Haití en 2010

Señor presidente-editor:

En relación con el artículo publicado en El Nacional el pasado 6 de octubre, firmado por don Ramón Pérez-Maura, bajo el título «Nuestros hombres en La Habana«, mucho le agradecería me permitiera hacer las siguientes puntualizaciones:

1) Jamás renuncié a mi puesto como embajador de España en Haití, y mucho menos con motivo del terremoto del día 12 de enero de 2010. Por el contrario, fui evacuado el día 13 de enero por fuerzas del ejército norteamericano ante el temor de que pudiera perder el brazo, inerte desde el derrumbamiento de la residencia. En primer lugar se me hicieron pruebas en el hospital norteamericano de Guantánamo, y ese mismo día, al detectarse problemas nerviosos en mi brazo herido, se me ingresó durante dos semanas en el hospital Jackson, en Miami, Florida. A finales de enero, retorné a Madrid con el brazo sin actividad nerviosa. Pasé por un proceso de rehabilitación en la clínica Ruber de Madrid con sesiones diarias de terapia durante los meses de febrero, marzo y abril de 2010. Durante todo ese periodo estuve de baja médica. El día 3 de mayo de 2010 me reincorporé a mi puesto de embajador de España en Haití, donde continué haciendo la rehabilitación de mi brazo hasta diciembre de ese año, y donde estuve destinado hasta finales de febrero de 2011, cuando fui destinado a Paraguay como embajador.

Permítame añadir que perdí todos mis bienes en el hundimiento de la residencia en Puerto Príncipe, al aducir las compañías de seguros que un terremoto es causa de fuerza mayor para justificar la no indemnización por daños.

Quisiera también añadir que en el momento de llegar a España, a finales de enero de 2010, visité al embajador norteamericano en Madrid para agradecer los desvelos de su país para salvar mi brazo (en el que todavía tengo secuelas).

2) El Ministerio de Asuntos Exteriores de España no me trasladó jamás queja alguna sobre una supuesta mala relación con el personal de la embajada en Paraguay; tampoco yo recibí quejas por parte del personal directamente.

3) Mi relación con el embajador de España en Cuba entre 2004 y 2008, don Carlos Alonso Zaldivar, fue siempre cordial y leal, como él mismo puede confirmar y confirmará, de ser necesario. Estuvimos juntos en el puesto entre 2004 y 2007, y siempre seguí sus instrucciones e indicaciones sin el menor asomo de disentimiento. Quien nos conoce a los dos, sabe que somos gente que siempre sabe escuchar, pero al embajador Zaldivar le correspondía marcar la estrategia. Siempre he sabido obedecer, y no me avergüenzo de ello. Pero en este caso, lo hice muy a gusto.

4) Fuimos muchos los implicados en el viaje de SSMM los Reyes a Cuba. Sin pretender atribuirme ningún mérito, yo nunca lo calificaría de «desastroso». El Rey Felipe VI hizo un discurso muy acertado, aplaudido y alabado. El viaje ofreció esa oportunidad histórica.

Con el ruego de que autorice la publicación de esta carta.

Sin otro particular, reciba un cordial saludo.

Juan Fernández Trigo

Embajador de España en Cuba

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