No soy un gran experto en ópera, pero como melómano que soy, la disfruto intensamente. Siempre intento convencer a mis amigos de que se aficionen a la misma, y para hacerlo, les comparto mi experiencia como camino hacia su disfrute.
La primera vez que alguien escucha una ópera, aunque sea de las más populares, lo normal es que no le guste. El oído no está hecho a su música y, en principio, sonará como simple ruido. Mucha gente me ha comentado que la ópera les sirve para relajarse y poder pensar en sus asuntos. No está mal como principio, pero claro, no es la idea.
Según se va escuchando la misma ópera varias veces, se va produciendo el milagro de que, de repente, te es familiar el sonido, te das cuenta de que ya la has escuchado anteriormente, y, curiosamente, eso te gusta.
Poco a poco, ese fragmento de la ópera te va hipnotizando y deseas volver a escucharlo. Dependiendo del momento en el que te encuentres, puede sugerirte unos sentimientos u otros, de tal manera que no hay dos momentos iguales al escucharlo.
Toda música tiene su ciclo de vida. La canción del verano, por ejemplo, dura el verano. Por muy buena que sea, terminado el periodo estival, ya no queremos volver a escucharla, estamos saturados. El ciclo de vida de la ópera es mucho más largo. El aria “Casta Diva” de la ópera de Bellini Norma dicen que estuvo de moda un siglo entero. Muchas de las óperas son eternas.
Hay fragmentos de las óperas que son muy conocidos. Sin embargo, cuando uno profundiza en una ópera, se da cuenta de que arias que no eran tan célebres te emocionan más que las otras.
Para empezar a adentrarse en el mundo de la ópera, siempre recomiendo las óperas más asequibles. Personalmente nunca olvidaré Las bodas de Fígaro y El barbero de Sevilla, de Mozart y Rossini, respectivamente, como mi primer contacto con este mundo. Más adelante cada uno descubrirá cuáles son sus propias aficiones.
Para ilustrar esto que te comento, diré que Las bodas de Fígaro llevo escuchándola más de veinte años, y, sin embargo, sólo recientemente descubrí el aria “Dove sono i bei momento” al escucharla en vivo. Es decir, las experiencias que uno puede tener escuchando ópera dependen del momento.
Todo lo dicho, probablemente, se puede aplicar a la música clásica, pero la ópera tiene una característica particular, se basa en la voz. En una conferencia, Alfredo Kraus dijo aquello de “La voz es un misterio”. Y así es. ¿Por qué canta el ser humano? más aún, ¿por qué cantamos en la ducha? Básicamente, porque somos felices
La ópera no es incompatible con el resto de géneros de música. Creo que cada música tiene su momento. A mí muchas veces me apetece escuchar coplas, rock, etc. Voy desde Isabel Pantoja a Ilegales. Pero mis mejores momentos los aprovecho para la ópera.
He de reconocer que todos estos consejos que suelo dar para acercarse a la ópera suelen caer en saco roto. Pero si sólo se consigue que una persona se aficione, me daré por satisfecho.
Siempre pensé que Mozart era inigualable. Sin embargo, actualmente, he de reconocer que Verdi es otro monstruo de la música a su mismo nivel. Suelo decir, en broma, que me gusta Mozart, Verdi y todos los italianos que terminen en ini: Rossini, Puccini, Bellini….
En fin, te recomiendo, querido lector, si no eres ya un aficionado, que le des una oportunidad a la ópera. Eso sí, te prevengo, como te guste no podrás deshacerte de ella hasta el final de tus días.