Es muy común en estos tiempos, en el día a día en que vivimos, que nos sintamos desconsolados por el simple miedo que está ahí en el ambiente. Se desarrolla a una velocidad impresionante. Es envolvente y enalgunos casos produce terror. Ese mismo que pasma nuestros pensamientos y nos convierte en procrastinadores oficiales. Intentamos ser positivos y no podemos ya que el espejismo nos dura poco. Ser taciturnos –lo cual era una condición discutible antes– ahora es instantáneo. Asistimos a reuniones y estamos presentes con un bajo porcentaje de atención. Por más positivos que sean los números, no encajan en lo que es nuestro “feeling”. Sentimos que hasta nos mienten y no entendemos por qué tanta parafernalia positiva si “yo ya sé que no es por ahí”.
De lo anterior se desprende que todo lo que pasa por nuestras mentes nos aleja de un norte. Nos aleja de nuestro centro y nos anota en el equipo de perdedores. No estamos siendo capaces de dar un paso adelante y entender que antes de seguir dando vueltas en nuestra condición negativa, debemos salir de ella. Hay que aprender a identificarla. Yo me pregunto: ¿Se siente usted perdedor?
Llevamos años dentro de una condicionante negativa en nuestro país. El de la “burbuja” es un tema demasiado amplificado, diario, persistente. Si viéramos una foto aérea de Caracas usando la analogía de la burbuja, parecería que en vez de techos rojos lo que veremos es una serie de burbujas siendo parte de una gran agua jabonosa batida. Tome en cuenta que las burbujas explotan, se unen a otras y se hacen más grandes, así como también ruedan jabonosamente en su contexto aquello que debemos enfrentar; pero también esas burbujas desaparecen con el tiempo. El término “burbuja” es ya una aceptación de nuestra condición negativa por haber asumido que lo que está alrededor es malo, inservible y negativo. Por ende usted en su burbuja está en un espacio negativo también, dándole largas a asumir la realidad, viviendo en un estado de separación continua.
Esa continuidad tendrá un final. Y el final dependerá de usted, no del colectivo. Desde su centro y perspectiva se podrá reconstruir lo que le rodea. Vea a su lado y entienda que transformándose usted, transformará a su familia. A esa familia que vive con usted y está sumida en el mismo proceso negativo, debido a que la realidad que usted evade, se hace evadida en toda su extensión en aquello que le rodea. Piense en su organización y en sus empleados. No hay que ser presidente ni CEO para aportar el grano de arena necesario para transformar todo lo que le sea posible. Hasta quizás hay personas en posiciones poco ventajosas que pueden ofrecer algo que no pueden ofrecer los que están en la primera fila y eso debe aprovecharse.
En una de sus charlas acerca de estar “tranquilos”, Eckhart Tolle decía que somos un vasto centro de luz dedicado a apagarnos a través de los pensamientos negativos, los cuales oscurecen nuestra mente.
Volvemos entonces a la mente. En la mente ocurre todo. Es ahí donde nacen nuestros mayores temores, donde los hacemos más fuertes y donde les entregamos el poder de todo lo que queremos para que ellos lo manejen por nosotros. Sin darnos cuenta, el ritmo que nuestra mente determina, nos sumimos en esquemas de pensamiento negativos que incluso, si los analizamos, tienen hasta horario. Nos levantamos y decimos: ¡Hoy me siento lento! Nos vamos a acostar y decimos: ¡Ojalá mañana no sea como hoy! Entonces, de manera inconsciente, programamos nuestro día a día negativamente y hasta le damos a la esperanza una condición que no tiene, la negativa, ya que perdemos hasta la fe en nosotros mismos.
Tenemos que percatarnos de que si queremos un cambio con base en nuestros esquemas de pensamiento ya caducados, lo que obtendremos será un resultado basado en lo ya caducado. Por ello, debemos entender qué de lo que pensamos constituye ya una creencia limitante muy arraigada en nuestra estructura, llevándonos a espacios en donde, sin darnos cuenta, estamos aferrados a una limitación auto impuesta. Debemos estar atentos a cómo comenzamos el camino para lograr entender nuestras limitaciones y cómo todas esas estructuras que nos encierran, nos alejan del centro que debemos procurar.
Darnos cuenta de la realidad y encontrar la base de nuestros temores nos ayudará a comprender y a elaborar una ruta que nos sirva de base, al inicio, para emprender un nuevo camino. Y cuando uno entra en este espacio tan íntimo –el de entenderse con uno mismo–, la humildad es muy importante. La humildad de aceptar nuestras limitaciones y de entender y aceptar nuestros temores, nos servirá de palanca para salir de la condición negativa. Asumir que “sí se puede” es una meta.
Polarizar nuestras estructuras negativas ayuda a salir de ese hueco. Si nos sentimos tristes, debemos entonces evocar momentos felices que nos ayudarán a transmutar esa estructura negativa. Así como construimos un horario para lo negativo, debemos comenzar a construir uno para lo positivo e ir dándole cabida a pensamientos que nos llenen de logros, de metas cumplidas de procesos concretos que nos ayudarán a cumplir con aquello que nos propusimos. Entonces nos daremos cuenta de que atendiendo el ritmo que cada quien tiene, irán extinguiéndose los pensamientos contrarios y comenzaremos a vivir aquello que solo nos hace estar en positivo.
También debemos entender que vivir el momento presente nos ayuda enormemente a romper con todo aquello negativo donde el ego se fundamenta para atacarnos. Si vivimos positivamente el hoy, sin darle cabida a lo que pasó o pudo pasar ayer (depresión) o a lo que quizás ocurra mañana (ansiedad) nos permitirá estructuradamente lograr una vía de escape hacia ese otro espacio al que queremos llegar. Causando una serie de movimientos positivos, tendremos los efectos que buscamos en el ritmo que amerite nuestro proceso de absorción y entendimiento de aquello que ya decidimos.
Actúe ya. Saque lo mejor de usted y lidere el cambio. Aún se mantiene la premisa de que lo más difícil es encontrar a los valientes que deseen cambiar aquello que no desean cambiar. Atrévase.
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