Una inmensa cantidad de palabras se entrecruzan en los más de 7.000 idiomas que se han podido registrar en el mundo. Hay vocablos –que aunque a veces nos resultan raros y extravagantes- nacen de los ilimitados préstamos lingüísticos.
Sin embargo, debemos prestar bastante atención, porque no siempre nos conseguiremos términos (en aparente homonimia) que posean ortografía y significado similar. Aquí no habría problemas. Pero, estamos obligados a agudizar nuestra percepción con otro fenómeno con el que nos tropezaremos, que ha recibido la denominación de “falsos cognados o falsos amigos”. Digamos, son pares de palabras que en dos idiomas o dentro del mismo español se perciben como similares, pero tienen distintos significados.
La similitud entre palabras que provengan de distintas lenguas, o del mismo idioma, pero que evolucionan por caminos diferentes, no basta para demostrar que dichos vocablos están relacionados entre sí.
Los cognados (en filología, parientes por línea común) son términos con el mismo origen etimológico, pero con distinta evolución fonética y semántica. Y aquí es donde hay que afinar el análisis, para evitar distorsiones o caer en trampas.
Dicho de otra manera: los falsos cognados o falsos amigos reconocen un origen común el Latín; no obstante fueron evolucionando con dos significados determinados: uno en inglés y con otro parcial o totalmente diferente en castellano.
No es desde ahora que la apreciación anterior ha resultado un curioso ardid, en la que caemos bastantes veces; tal vez por ingenuidad o por ostentosos desafiantes de los idiomas.
Tengamos presente la siguiente reflexión-ejemplo, que también aplica, sin dudas con propiedad para la lingüística: por un parecido físico que tengan dos personas no se puede determinar, con exactitud que esas dos personas tienen los mismos genes.
Veámoslo, más claramente así: dos palabras que se nos presenten casi que con idéntica estructuración morfológica (su parte física-exterior), en ningún caso garantiza que sus significados responden al mismo referente.
La interesante pregunta sería, en este caso, cómo se pudo establecer ese vínculo o puente idiomática entre el inglés que constituye una lengua germánica -germánica occidental para ser exactos–, y el español que es una lengua romance. ¿Dónde y cómo nació y se desarrolló tal relacionamiento, entonces?
Hasta donde hemos podido rastrear, documentalmente, todo apunta a la constelación del vocabulario francés (en realidad normando antiguo, nacido del tronco latino); y fueron ellos quienes se encargaron de llevar e implantar una considerable cantidad de palabras, en Inglaterra durante la Conquista de 1066.
Muchas de esas palabras —como ha quedado comprobado– tenían raíces latinas que a su vez se encuentran en el corazón de todas las lenguas romances, y de ahí la conexión con el español. Por eso, las vemos parecidas en inglés y español, pero sus significados son diferentes.
Les entregamos algunos pocos ejemplos: Professor, es un tipo de docente con una específica característica; en general se usa exclusivamente para profesores universitarios o para catedráticos. Para mencionar al maestro de primaria o de bachillerato, el término apropiado es teacher.
Otro, Faggot. Mucho cuidado con esta palabra. Los hispanohablantes le atribuimos a este vocablo el significado de un instrumento musical; pero los angloparlantes la utilizan como una forma despectiva para referirse a una persona homosexual, un insulto. La palabra que se utiliza para hablar del instrumento es bassoon.
Rope significa cuerda o soga; con lo que nos vestimos se dice clothes.
Advertencia, que muy distinto es que una mujer esté avergonzada (embarrassed), a que se encuentre embarazada (pregnant). Notable, verdad?
Propiamente, a lo interno del idioma español, tenemos innumerable casos, de falsos cognados.
Me permito resaltar el siguiente: da la impresión de que los verbos adolescere y adolecer nacieran de la misma cepa semiótica (signos idénticos). Por lo que uno llega a sospechar (creer y admitir) que tienen iguales resultados semánticos; cuando, en realidad, no es así; por cuanto, no comparten un mismo origen etimológico, no son verdaderos cognados. Provienen de diversas raíces etimológicas.
La semejanza de las palabras cognadas (a riesgo también de las armadijos lingüísticos engañosos) induce a menudo a traducciones erróneas, a irrespetos en los actos de habla, a intemperancias o despropósitos como los que se cometen involuntariamente o adrede, sin pudor o recato; sin la menor consulta a los entes encargados de tales estudios, como nuestra respetada Academia Venezolana de la Lengua, que para eso ha sido creada.
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