No es lo que falta, ya los hay. Antes, Humberto Celli Gerbasi descubrió unas negritas de Barlovento que estuvieron con Betancourt en Guatire y después le bailaron a Chávez. De manera que la grandeza del «partido del pueblo», que naciera para hacer historia como se lo propuso él mismo y centenares de mujeres y hombres, también ha dado, para que otro tanto haga del mismo una piñata burdelesca y allí está su tragedia. Tres divisiones, nunca fundamentadas en razonamientos éticos, no pudieron acabar con su legado, pero es innegable como la corrupción, de la mano de testaferros, minó sus bases, convirtiendo al militante en un cliente parasitario. Hacer política dentro de Acción Democrática comenzó a exigir dinero. Nunca olvidaré cuando buscando en el aeropuerto de Barquisimeto a un importante dirigente nacional se me dijo: «Fíjate en qué vuelo viene. Si es comercial es un pendejo; si es privado no le pierdas la vista». A partir de entonces, las complicidades interpartidistas sellaron todo tipo de control financiero y es letra muerta, la normativa de naturaleza constitucional sobre ese particular y cuando comenzamos a denunciar esas prácticas se nos dijo, que le echábamos «a perder el juego a los compañeritos». Hoy, a esa clientela la llamó un sujeto «héroes de la democracia», contrario a la inquietud de Bolívar de cuantos dieron sus vidas por la Independencia, unos defraudados, escépticos “los mismos partidarios de Boves” hombres que han combatido largo tiempo, que se creen muy beneméritos, y humillados y miserables, y sin esperanza de coger el fruto de las adquisiciones de su lanza”..
Lo cierto es que, salvo prueba en contrario, el financiamiento político en Venezuela proviene de la corrupción, el narcotráfico o la «Delincuencia Organizada». Frente a ello, la insurgencia romántica del 4F92 hasta hacerse ver, que una sociedad corrompida les mantendrían en el poder, lo que «mutatis mutandis» un partido corrompido, estaría al servicio del gerente de la nómina, donde ya existen rebeliones, que en el sentimiento acciondemocratista, le da derecho a simpatizar con quien le acerque a sus ideales de la «Venezuela libre y de todos los venezolanos”. Ese calificativo lo entendía el campesino en la década de los años sesenta del siglo XX, como «accionista» no en el sentido mercantil sino que adquiere una acción, para luchar por Venezuela y la interrogante de orden político y sociológico es ¿porque colocarse al lado, de un no militante de la organización pero sí con su nombre? Mientras no se respondan a ello, el militante, simpatizante y amigo seguirá realengo porque una dirigencia «Diente Roto» le ha arrebatado su confianza. Rómulo Betancourt les llamó «hombres grises».
Con Acción Democrática ha pasado lo que previera el Libertador, guardándose las distancias: «Con mi nombre se quiere hacer en Colombia el bien y el mal, y muchos lo invocan como el texto de sus disparates».
Es entonces la Acción Democrática inscrita en la historia la que toca a la puerta de la conciencia adeísta en la voz de Rómulo Betancourt: «Adeco es adeco hasta que se muera»… «echar a patadas por la ventana a los corruptos»… «We will come back«… esto último estaría en veremos, porque ese pueblo adeco está arrecho.
Resulta que, en el impredecible proceso electoral previsto para el año 2024, régimen y opositores, radicales, colaboracionistas o no, juegan al ratón y al gato, donde cada quien se conoce, aflorando el sentimiento adeísta, intervenido, judicializado, autoritario, pero con los mismos actores para quien el «Reinaldo Solar» de Gallegos, la «Juanbimbada» de Andrés Eloy Blanco y la sangre de sus mártires reclama retomar «conciencia cívica» para mandar al carajo a los que en nombre de Acción Democrática se puedan prestar a cualquier juego, ante el inminente naufragio de régimen.
ardive@gmail.com