Hace doce años publiqué una reseña literaria del escritor tanzano Abdulrazak Gurnah, que el jueves la Academia Sueca anunció como ganador del Premio Nobel de Literatura 2021 por ser autor de una obra que muestra una “inflexible y compasiva penetración de los efectos del colonialismo y el destino del refugiado en el abismo entre culturas y continentes”, según lo dicho por la Academia.
Repasando esa recomendación literaria que escribí en 2009, en donde habla de la que es posiblemente su obra más conocida, Paraíso, encuentro un texto actual para leer o releer a Gurnah, ya que incluso tenía 35 años desde que un escritor africano de piel negra no había ganado el Premio Nobel, el último fue Wole Soyinka en 1986.
Quiero tomar ese texto que escribí como pretexto para invitarlos a conocer la obra de Abdulrazak Gurnah, y que por desgracia sigue siendo demasiado actual en situaciones sociales que no deberían de seguir existiendo.
África: el continente enigmático, salvaje, depositario de extensas tierras bañadas por el sol y la arena, que posee paisajes naturales que invitan a la ensoñación, con sus sabanas, selvas, volcanes, macizos de notable altitud, sus inmensos desiertos, su vegetación tan variada; el territorio de los leopardos, leones, hienas, gorilas de montaña, cebras, jirafas, rinocerontes, ñúes, búfalos, elefantes… Un lugar con inmensas riquezas naturales y artísticas, en la que han surgido grandes líderes políticos, pero también de oposición.
Hoy día –como a lo largo de casi toda su historia– se enfrenta a problemas mayores concernientes a la sobre explotación de sus recursos naturales, con ese constante choque armado de grupos que buscan el control de zonas ricas en minerales.
Gobiernos sin escrúpulos venden sus tierras, aldeas, ciudades, su país, el continente africano en su totalidad a corporaciones industriales occidentales por billetes verdes, y esto va aunado a la esclavitud, que aún no se ha abolido en aquella zona, como en tantas otras regiones en desarrollo.
A esta grande cadena de males, debemos seguir añadiendo: familias destrozadas por los movimientos rebeldes y los ejércitos, que saquean las comunidades, decapitan o asesinan a hombres y niños, mientras a las mujeres los soldados las acosan, las humillan y las violan, en ocasiones ante los ojos de sus esposos o hijos. A esta dramática situación se añade el enorme riesgo de contagiarse el virus VIH/sida.[1]
Por absurdo que suene, el continente africano alberga a los países más ricos de la tierra. En ellos se puede encontrar, además de cacao, oro, plata, diamantes, petróleo, cobre, cobalto, estaño, tántalo y otras preciadas riquezas del subsuelo. Los principales frentes bélicos tienen lugar –no por casualidad– a lo largo de los grandes yacimientos,[2] y por desgracia, cada vez son más los niños que son utilizados para extraer las riquezas del subsuelo o en las plantaciones.
Es aquí done Abdulrazak Gurnah (1948, Tanzania) surge. Él es un escritor que aborda los conflictos que aquejan a su continente y muy en especial a la región de la que proviene, Zanzíbar, una localidad situada en la isla del mismo nombre, rodeada por el Océano Índico y que tiene justo al sur, ya en el macizo continental, el puerto de Dar es Salaam, el puerto principal y también la mayor ciudad de Tanzania.
Gurnah, un autor que ha sido declarado como “un africano de extraño talento”, un hombre al que le fascina la literatura y el análisis sutil de los conflictos africanos, quien ha vivido en su propio cuerpo las tradiciones en el este del África musulmana, de donde toma los elementos suficientes para desarrollar su novela Paraíso.
La primera de sus novelas que fue traducida al castellano, Paraíso (Muchnik Editores, 1994), también finalista del prestigiado Booker Prize, el más estimado galardón de la literatura británica, es una obra que se remonta a los tiempos antes de la Primera Guerra Mundial, que nos cuenta la vida de Yusuf, un niño swahili,[3] como tantos otros que hay en Tanzania o en África, y de cómo tiene que marcharse con el “tío” Aziz, a quien en realidad su padre lo ha vendido para cancelar parte de sus deudas.
Una práctica que es más terrible de lo que nos deja ver Gurnah en las páginas de la novela, porque este problema afecta a todo el continente negro, donde se estima que al menos 200,000 menores están condenados a la esclavitud. Una realidad que está sucediendo hoy mismo, donde los traficantes o “mercaderes” se aprovechan de la extrema pobreza de las familias, a las que compran los niños por entre 15 y 20 dólares, prometiéndoles que recibirán educación a cambio de tareas menores; la mayoría de las veces, no reciben salario alguno y son sometidos a abusos físicos y sexuales.
Paraíso entreteje la belleza de las tradiciones africanas con una sutil denuncia hacia la esclavitud infantil y las consecuencias que conlleva. Yusuf es llevado a un jardín edénico a muchos días de camino de sus padres, obligado a cuidar de la tienda de Aziz, mientras por las noches se escabulle en el huerto buscando inconcientemente su identidad que le fue arrebatada; un viaje iniciático muy conmovedor.
Abdulrazak Gurnah radica en Inglaterra, pero al volver a Tanzania para escribir esta novela declaró: “No viajé para recoger datos, sino para que el polvo volviera a entrarme en la nariz”, de esta manera Gurnah resume lo que fue su vida cuando era un chico por las calles de Zanzíbar, sitio del que está impregnada su vida y sus ficciones.
Un cuento verídico, contado por una voz omnisciente, que en ocasiones nos hace pensar que es Yusuf recordando sus memorias quien nos las platica, bajo el resguardo del Kilimanjaro o cobijado por el paisaje del Serengeti y sus habitantes; quizás Paraíso es eso y más: un sabio profesor de literatura o escritor Premio Nobel que no olvida su origen en una África sumida en constantes conflictos armados.
Abdulrazak Gurnah nos descubre una Tanzania de hermosos paisajes –a pesar de sus graves deficiencias demográficas–, del mismo modo como lo hicieran el explorador Livingstone o Stanley en el siglo XIX. Paraíso, una novela que nos transmite la emoción, deseo y alegría por lo que aún no conocemos pero que ansiamos conocer.
Dejemos que el polvo entre a nuestra nariz recorriendo las páginas del paraíso que Abdulrazak Gurnah percibió a su regreso a Tanzania. Una novela que más que una denuncia a prácticas inhumanas, se convierte en un poema a la libertad humana.
¡Enhorabuena Abdulrazak Gurnah! Muy merecido el Premio Nobel de Literatura 2021.
[1] La cifra total de africanos infectados de VIH o que ya padecen la enfermedad es de 40 millones. Representan el 70% de los adultos y el 80% de los niños que viven con este mortal virus en el mundo.
[2] Klaus Werner y Hans Weiss, El libro negro de las marcas, Mondadori, 2006, p. 45.
[3] Etnia y lengua africana perteneciente a la familia bantú, de la clase oriental. En África se hablan más de 2000 lenguas. Aparte del árabe, las lenguas más utilizadas por los africanos son el swahili y el hausa, que cuentan cada una con más de diez millones de hablantes.
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