Lamentablemente no te conozco, no tengo ningún acceso a ti, para decirte personalmente estas cosas. Eres una atleta grande. De las más grandes en la historia del deporte. Eres venezolana. Esto no lo digo yo. Está a la vista de todos. Además de eso, todos tus connacionales, nuestros connacionales, y otros más allá de los nuestros, quisieran tenerte un inmenso cariño, así sea así, de lejos, sin conocerte. Porque la valoración de una persona excede sus posibles enormes logros.

Desconozco las razones que te unen al otro de la foto. Pueden ser múltiples. Incluso puede ser que consideres que se ha portado bien con el deporte nacional, aunque sobran  demostraciones de que no es así. O que pienses que se ha portado excelente contigo el régimen en estos casi treinta años. Puede ser que estés inscrita en el PSUV, se supone que, por lo menos en el papel, existe aquí libertad de asociación, aunque varios partidos hayan resultado intervenidos, secuestrados o mutilados, a pesar de casos como la Cruz Roja o el Colegio de Abogados de Carabobo. ¿Sabes que se roban los reales de cajas de ahorros, sindicatos y gremios, los que aportan por afiliación sus asociados para quebrar su funcionamiento? Puede ser que ése te caiga bien o hasta que sean familia lejana. Qué sé yo. Qué importa. Tendrás tus razones y no tienes por qué exponerlas.

Algunos consideramos que tampoco tienes por qué exponerte, sin embargo, que tu imagen vale, no sólo dinero, que es trascendente lo que haces con ella. Para ti, para el país, para el mundo. Por supuesto, tú haces con ella lo que te venga en gana, como corresponde. Ha habido una suerte de ataque desmedido hacia tu persona, luego de tus actuaciones no deportivas de los últimos días. Algunos no entienden por qué y hasta se molestan por ello en redes sociales, en caricaturas, en diversas expresiones que también son naturales. Porque les da como rabia, Yulimar, verte así junto a quienes nos maltratan y someten. Tú estás por encima de esos malos tratos, por supuesto. Ya tú de verdad no estás aquí, no perteneces a esta zona del planeta sino al planeta. Pero te voy a solicitar algo que seguramente está muy a tu alcance. Ah y no me vengan a decir que el deporte y la cultura están exentos de vinculaciones políticas. Argumento baladí que la sola foto aquí colgada rebate contra el piso.

En lugar de ofenderte o criticarte, considero que eres una pieza muy importante para que obtengamos logros significativos y que el régimen ceda en algunos aspectos de su ataque permanente a la ciudadanía venezolana. Te aconsejo que cuando vayas a un nuevo encuentro de esos, le susurres al oído alguna petición, ya que él usa tu imagen para ganar prestigio inmerecido. Es como un modo de cobro, no crematístico. O llámalo; tú puedes mejor que ninguno, seguramente. Métele un cuento, aunque sea coba. Dile que conoces a una vieja maestra que te dio clases y que el sueldo no le alcanza para comer o comprarse las pastillas, que si no puede, así como quien no quiere la cosa, subir bien el salario mínimo para que tu maestra, aunque sea coba, pueda sobrevivir. Fíjate que no te hablo de limosnas de las que algunos atletas suelen dar, te hablo en general, no de esa supuesta maestra sino de los maestros y profesores y personal de apoyo del país que pasa hambre, miseria, precariedad. O dile que tienes un amiguito hospitalizado, si no puede atender mejor la salud de la población. Dotar los hospitales y gestionar soluciones para la gente con enfermedades crónicas. Te va a escuchar y te va a complacer, seguramente. Un hospital que dote y atienda y reconozca a su personal, será un logro inmenso.

Yulimar, hay alrededor de trescientos prisioneros políticos hace años. No salen ni con el acuerdo de Barbados. Nómbrale uno, escógelo. Revisa cuántas mujeres hay como presas políticas y sugiérele que te haga ese regalo para Navidad. Su liberación. Puedes pedir por el profesor Javier Tarazona, por ejemplo; por el estudiante John Álvarez, por Franklin Caldera, por Caguaripano, por nuestro Nelson Pinedo, por cualquiera de ellos, son muchos y no puedo nombrártelos aquí a todos. Te puedo pasar la lista. También hay miles de compatriotas que no están en libertad plena, sino condicional, que no pueden salir del país, que deben presentarse, o no pueden ir más allá de sus casas o de sus estados. Pídele por ellos. Tú puedes. Que les levanten esas medidas. Si no con un susurro, pásale una servilleta, envía un emisario cercano, aunque esto último es menos efectivo, realmente.

Piensa Yulimar, que los casi 8 millones de venezolanos que vagan por el mundo no están practicando para competir por allá afuera; sufren el destierro. Padecen el destierro. Algunos no volverán nunca más, por diversas razones. Por último, una sugerencia. Ese al que abrazas en algunas públicas oportunidades tiene el poder para conseguir que se abran las libertades sexuales en Venezuela. ¿Sabes que tú aquí no puedes casarte con quien estés enamorada y quieras hacerlo? ¿Sabes que somos en ese sentido uno de los países más extraños de América Latina? La población LGBTIQ+ sufre el más profundo desprecio legal. Crea una fundación. Que él no se entere que es tuya si no quieres que se entere, para defender los derechos de los homosexuales y más, para atender sus requerimientos. Cualquiera de esos detalles harán que para Venezuela tus saltos sean más grandes y significativos y constituirá un salto largo para todos. Sé que pueden no interesarte tus detractores. Pero tú sí nos interesas. Eres joven y puedes reivindicarte por esa parte. Y como tú muchos otros deportistas y artistas que tienen en sus manos la opción de protegernos, así sea mínima, de esta satrapía destructiva. Quisiera darte un abrazo, Yulimar. Supongo que habrá tiempo y ganas.


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