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A veinte años del 11 de abril: el día que Venezuela se partió en dos (III)

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La noche de su triunfo en las elecciones presidenciales de Venezuela del 6 de diciembre de 1998, tras oír los primeros resultados de la voz de Juvencio Pulgar que lo daban como ganador, Hugo Chávez se trasladó a la sede del Ateneo de Caracas, situado a un par de kilómetros de distancia de la sede del Consejo Supremo Electoral.

El propósito era dar «su primera rueda de prensa como presidente electo» en la sala de conciertos del centro cultural, anunció Carmen Ramia, la organizadora y conductora del evento. La señora Ramia era la directora del Ateneo y para el momento esposa de Miguel Henrique Otero, dueño del diario El Nacional, uno de los periódicos más influyentes en el país que había apoyado a Chávez durante su campaña electoral.

Como era de esperarse, durante su declaración a los medios de comunicación Chávez no se anduvo con rodeos en torno a su confrontación con Pdvsa.

Se sentía la reencarnación de Simón Bolívar. “Soy el hombre de las dificultades”, dijo igualándose con el Libertador.

“Nosotros estamos acostumbrados a las dificultades. Hasta ahora hemos vencido alguna de ellas, y no pequeñas, esta yo estoy seguro que también la vamos a vencer», comentó al referirse al tema presupuestario y los gastos de la petrolera estatal.

«Un Estado dentro del Estado»

En esa ocasión, una vez más, Chávez se hizo eco de una de las frases más repetidas por la retórica al uso para criticar el desempeño de la industria petrolera nacional:

«Petróleos de Venezuela se ha convertido en un Estado dentro del Estado, y eso se va a acabar en el gobierno de Hugo Chávez Frías», lo que provocó una ola de delirantes aplausos de sus partidarios que habían llenado la sala.

El discurso que denunciaba la existencia de una élite que se habría apropiado de Pdvsa en detrimento de los venezolanos más pobres no era originario de Chávez, venía de sectores intelectuales y políticos de la izquierda más ortodoxa del país, pero nadie como él había logrado que permeara en gran parte de la sociedad.

Las políticas cualquiera sea su naturaleza requieren para ser exitosas de un liderazgo que las encarne y en este caso Chávez, sin duda alguna, representaba ese figurada, ansiada por años por los dispersos sectores de la izquierda venezolana.

La narrativa cuestionadora encontró el terreno abonado con el progresivo descenso en la calidad de vida de los venezolanos desde 1977, acentuado por la crisis del «viernes negro» del 18 de febrero de 1983 con la súbita devaluación del bolívar asociada al problema de la deuda externa, convertido en una tragedia que se venía extendiendo por América Latina desde agosto de 1982 cuando estalló en México.

El «viernes negro» fue el punto de quiebre del rentismo petrolero en Venezuela. A partir de ese día se aceleró brutalmente el empobrecimiento de los venezolanos. Particularmente de la clase media formada al amparo de los proventos  petroleros, especie de colchón social que daba equilibrio y paz social al modelo político de la democracia representativa plasmado en el Pacto de Puntofijo e instaurado a partir del golpe de Estado y la movilización popular del 23 de enero de 1958 que había echado al general Marcos Pérez Jiménez del gobierno, último dictador militar que había tenido el país.

Buena parte de esa numerosa clase media alta beneficiaria del rentismo petrolero, se volcó masivamente en 1998 a apoyar a Chávez mientras otra gran parte de ella se abstuvo en repudio a la clase política representada entonces en AD y Copei.

Jugada adelantada de Pdvsa

La pregunta de la periodista del diario El Universal Luisana Colomine, simpatizante de Chávez, sobre si haría un nuevo presupuesto para el país o se quedaría con el presupuesto «reconducido» aprobado por el gobierno saliente del presidente Rafael Caldera, abrió fuegos en la rueda de prensa.

Le sirvió al presidente electo para prometer públicamente la revisión del presupuesto «con lupa» -expresión que en lo adelante repetiría incesantemente a comienzos de su Gobierno- para reducir «el nivel de costos y gastos de Petróleos de Venezuela».

Con el propósito de afianzar la conveniencia de su idea en la opinión pública, Chávez aprovechó para denunciar que hacía poco le había solicitado a Pdvsa, a través de su presidente y su junta directiva, que hicieran:

“Su asamblea anual como estaba estipulada, el 15 o 18 de diciembre [porque] ellos tenían que considerar que habría nuevo gobierno para esa fecha. [Sin embargo] ellos tomaron una decisión, alterando el ritmo de sus planes, hicieron una asamblea anual, la adelantaron, la adelantaron -reiteró con molestia- hace tres días la hicieron».

Para Chávez esa decisión de los gerentes de Pdvsa era una «demostración» de que en la empresa habían cosas turbias fuera de control del Estado venezolano, lo cual no estaba dispuesto a permitir.

Petróleos de Venezuela debía «estar al servicio de un proyecto nacional». Esta idea general cobraría forma en un brutal populismo cuando los precios petroleros se dispararon a mediados de la primera década del siglo XXI.

En cuanto al presupuesto, su respuesta refirió algunos datos sobre lo que sucedía en la empresa.

“No puede ser -sostuvo- que en el presupuesto de inversiones de Petróleos de Venezuela, aprobado hace apenas tres días, yo tengo los documentos, parte de ellos, se haya aprobado, así a la ligera, sin ni siquiera consultarle al país ni al nuevo gobierno, un presupuesto de 11.000 millones de dólares, cuando no hay ni 1.000 millones de dólares para las universidades ni para la salud».

Luego de esta información que sonaba convincente a los oídos de millones de venezolanos cuya vida se había depauperado y buscaban un líder redentor que les asegurara venganza y garantizara mejoría en sus condiciones de vida, Chávez tronó con voz de mando militar:

“¡Eso no puede ser! ¡Eso se va a acabar! ¡Eso se acabó!. Aquí habrá que poner las cosas en su sitio. Y ese nivel de gastos y costos, y ese manirrotismo, esa especie de Venezuela saudita, de aviones, de flotas de aviones, de gastos sin control, de tarjetas de crédito sin límite, de viajes, eso se acabó».

Las enervantes palabras del carismático líder hicieron estallar una inmensa ovación acompañada de las consabidas consignas de lucha de sus seguidores.

El futuro de los recortes de la producción petrolera

El tema petrolero era de mucho interés y no tardó en volver con las preguntas de los comunicadores sociales.

La periodista de Televen, tercer canal de televisión en audiencia, Mary Carmen Vieira, no perdió de vista la importancia del futuro de Pdvsa y fue directamente al grano con un par de preguntas que indagaban directamente lo que Chávez pensaba hacer en cuanto a dos temas espinosos sobre la industria petrolera.

«¿Va a asumir usted la continuidad de los recortes en la producción del crudo asumidos este año por Venezuela, en conjunto por miembros de la OPEP y no OPEP, hasta junio del próximo año? y ¿cuál es el futuro cierto de la directiva actual de esta empresa?».

Las respuestas de Chávez revelaron que más allá de las generalidades y las frases que habían servido en su campaña contra Pdvsa, no tenía hasta entonces ninguna novedad que informar de lo que quería hacer con la política petrolera ni con la empresa.

“Bien, en torno a la primera pregunta, -respondió- recortes futuros de producción petrolera, ojalá no sea necesario hacer nuevos recortes a la producción petrolera venezolana. Sin embargo eso lo dirá la evaluación que ya estamos haciendo de las perspectivas del mercado, de la oferta mundial de petróleo, de las perspectivas del mercado venezolano, de los acuerdos que tenemos, que Venezuela tiene con los países miembros de la OPEP y otras consideraciones adicionales».

Defensa de precios versus incremento de la producción

Con una serie de lugares comunes Chávez evidenció que su política petrolera privilegiaría la defensa de los precios frente al aumento de la producción que era la política adelantaba Pdvsa a través de la llamada «apertura petrolera».

Este polémico proceso había sido impulsado a través del Congreso Nacional de la República aprovechando el cuestionado artículo 5° de la Ley de Nacionalización Petrolera para dar cabida al capital petrolero transnacional en la política de incremento de la producción.

Las actividades se concentraron a través de la reactivación de los «pozos marginales» en el oriente y occidente del país y en la instalación del Complejo de Jose para el procesamiento de los crudos pesados de la faja del Orinoco, abriendo un flanco de ataque desde sectores políticos de izquierda refugiados en el nacionalismo.

En esa causa se hallaban principalmente los asesores petroleros de Chávez: Alí Rodríguez Araque, Francisco Mieres, Carlos Mendoza Potellá, Trino Alcides Díaz, Adina Bastidas, Luis Vallenilla, entre otros economistas que pronto ocuparían relevantes posiciones de gobierno. A mediados de los noventa habían presentado un recurso de amparo ante la Corte Suprema de Justicia con el objeto de detener la «apertura petrolera», rechazado por el máximo ente del Poder Judicial con el voto salvado de la magistrado Hildegar Rondón de Sansó, suegra del ingeniero Rafael Ramírez, quien años más tarde se convertiría en el presidente de Pdvsa.

«En todo caso -dijo Chávez- lo que estamos anunciando, desde ahora mismo, es que Venezuela, el nuevo gobierno va a cumplir de manera rigurosa los acuerdos ya hechos en este año 98 de recortes en la producción petrolera. Hasta ahora no se han cumplido en su totalidad y, por supuesto, esto tiene que ser recíproco, esto debe ser cumplido por todos los países que han firmado estos acuerdos de recortes de producción, que como sabemos no tienen otro objetivo que defender los precios del barril de petróleo, 8 y tanto dólares está el barril de petróleo venezolano. Nosotros necesitamos defender el precio del barril de petróleo y buscar las maneras para que remonte y se coloque de nuevo en un nivel aceptable para las necesidades del país. Eso en cuanto a la producción.

Nosotros sí hemos anunciado que hay que racionalizar el plan de expansión de Petróleos de Venezuela, y en eso tenemos un equipo de expertos trabajando el tema, y en enlace ya con algunos técnicos de la industria petrolera venezolana».

«Yo no tengo ninguna intención de desplazar a toda la directiva de Petróleos de Venezuela»

El otro tema planteado por la periodista sobre el futuro de la directiva actual de esta empresa era la otra decisión clave y Chávez la respondió con una mentira para calmar las angustias mientras armaba su equipo para dirigir la empresa de los «huevos de oro» del país:

“Y en cuanto a la actual directiva y su destino, preguntó usted, pues yo no tengo ninguna intención de desplazar a toda la directiva de Petróleos de Venezuela, como tampoco de desplazar a todo el Alto Mando Militar, pero sí habrá que hacer ahí algunos cambios que ya serán anunciados en su justo momento».

Pdvsa estaba en la mira. Era fundamental su importancia estratégica para la consolidación del modelo populista autoritario.

No obstante, más allá del discurso pendenciero e inquisidor contra la empresa, los primeros pasos dentro de ella serían dados con cierta cautela. Aunque la moderación se iría perdiendo en la medida en que avanzaba el tiempo y Chávez se iba sintiendo más firme y seguro en el gobierno.

Pero también del otro lado de la latente disputa, la élite petrolera se preparaba para el enfrentamiento y acudían en auxilio a ella aliados sociales, políticos, económicos y militares. Las tensiones iban en aumento.

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