Después de que perdiera a su padre, Jorge Rodríguez llevó una vida alejada del público, secreta y muy reservada. Varios de sus amigos tuvieron que convencerle para que con ese nombre y con la historia trágica que le envolvía accediera a la presidencia de la Federación de Centros Universitarios de la UCV.
Acompañado de esas innegables credenciales lo logró y por allá por los ochenta llegó sin pena ni gloria al máximo cargo de representación estudiantil, del que se retiró dos años después así como llegó: sin pena ni gloria.
Estaba decepcionado de la izquierda y prefirió no militar en ninguno de sus partidos. Obtuvo la profesión de médico y se dedicó a estudiar y optó por realizar el grado de Psiquiatría, quizás buscando liberarse de los demonios que no lo dejaban tranquilo.
Cuando Chávez llega al poder, unos meses después, motivado por su hermana Delcy se acerca al PSUV y su vinculación afectiva y económica con Smartmatic ofrece a Chávez una manera de no perder ninguna elección. Logra un cargo de rector y después, convencido de sus credenciales, Chávez lo lleva al CNE y a la Alcaldía de Caracas.
Luego, una vez muerto Chávez se hace imprescindible para Maduro y para el gobierno y desde allí va construyendo todo un plan para hacerse de la presidencia y del régimen. Logra colocar a su hermana, su gran aliada, a la derecha de Maduro. Obvia a Cilia Flores, pero no da un paso sin su aprobación.
Quiere que lo perciban como el estratega del régimen. Planifica, convence a Maduro y ejecuta. Sabe que cada vez más el PSUV y el régimen se alejan de la clase media y profesional. Convencido como está de que solo los radicales acompañan al gobierno de Maduro, dirige sus actos hacia allá, para ellos habla.
Sabe que electoralmente están jodidos, ejecuta su última jugada: inhabilitar a María Corina y sustituir a Maduro. ¿Tendrá éxito? Maduro lo deja correr y Cilia espera su turno.
Pancho Aguilarte es abogado, doctor en Ciencias de la Educación y especialista en Gobernabilidad. Analista político.