Rusia, a través de Rustam Minnekaev, comandante del Distrito Central del Ejército, ha proclamado que sus intenciones en la invasión de Ucrania consisten en atacar y quedarse con el control de la región del Donbás, el sur de Ucrania e incluso, por el suroeste, conseguir acceso a Trasnitria, con la excusa de que en esa parte “también se producen actos de opresión contra la población de habla rusa”. Es un territorio oficialmente perteneciente a Moldavia, pero que opera en régimen de república con gobierno propio, parlamento, ejército, policía, moneda y toda la estructura organizativa de un Estado independiente.
Rusia, al igual que China y todos los gobiernos de los países dictatoriales que denominamos gamberros y tramposos juegan permanentemente con la opacidad y la mentira, sobredimensionan su capacidad militar y utilizan la amenaza como arma estratégica de su discurso, como hemos dicho en otras ocasiones, son los responsables de la mayoría de los problemas y conflictos del mundo.
En política, temas sociales, libertades, democracia, derechos humanos y económicamente, son un desastre absoluto, permitido, de manera absurda por el resto del mundo, en complejas relaciones internacionales geopolíticas, donde pequeños intereses de determinados países tienen un importante papel. A veces incluso de determinados grupos políticos, de poder o personales de algunos dirigentes. Los gobiernos, las estructuras políticas y sus dirigentes actúan a corto plazo como si no existiera el futuro. Como hemos mencionado otras veces, muchos de los países tramposos y gamberros tienen y viven de los yacimientos de hidrocarburos, como el petróleo, gas y minerales varios. Los hidrocarburos son baratos y muy importantes para la generación de energía esencial para el funcionamiento productivo y la vida de personas y países. Podríamos decir que a muchos de los países gamberros y tramposos les ha tocado la lotería, puede incluso que esa riqueza regalada por la madre naturaleza, haya contribuido en cierta medida a la perversión del sistema político, como el caso de Venezuela.
Esta fuente de energía conlleva mucha contaminación, daño ambiental, ecológico y un importante factor, el dañino cambio climático. El mundo tiene claro que poco a poco debemos emigrar energéticamente de los hidrocarburos a otras fuentes de energía limpias y ecológicas no contaminantes como la solar, eólica, hidroeléctrica o la mareomotriz. Incluso la nuclear, sobre todo durante la transición y posiblemente como complemento de las totalmente limpias, durante algunas décadas. Ya hemos repetido hasta la saciedad que la única forma de derrotar a Rusia se basa en dos conceptos; más y mejores armas para Ucrania, y que Europa corte la compra de hidrocarburos a Rusia. Todo requiere esfuerzo y dinero, hay quien lo cuantifica en una pérdida del PIB europeo del 2%, pero si pensamos que la vida de 44 millones de personas no vale el 2% del PIB europeo es que no tenemos claros nuestros valores o, mejor dicho, es que estamos seriamente equivocados con los que deben ser nuestros valores, en términos de ética y moral.
Pero no todo terminará con Ucrania, según acaba de declarar Rustam Minnekaev, inmediatamente viene Moldavia. El imperialista Putin lo quiere todo. Hagamos un cuatro por uno: primero, cortar de inmediato el suministro de gas y petróleo ruso; segundo, hagamos un gran esfuerzo tecnológico e inversión en energías limpias en beneficio de nuestra salud, ecología y para contrarrestar el cambio climático; tercero, dejemos a los países dictatoriales, tramposos y gamberros sin su arma económica, que se ganen el pan con el sudor de su frente, es decir, gobernando de manera eficiente y transparente, al servicio de los ciudadanos de su país y del mundo; y cuarto, con el tiempo tendríamos una energía limpia, barata y democrática ya que será accesible por igual en todos los países del mundo, a la vez de más libertad, democracia y derechos humanos.
En conclusión, aceleremos la investigación para conseguir infraestructuras energéticas limpias, que cada vez sean más eficientes y baratas. ¿Cuánto cuesta eso? Bastante, pero nada que no podamos pagar y mucho menos de lo que nos ha costado la reciente pandemia de COVID-19, cuyo origen indiscutible lo encontramos en uno de los países tramposos y gamberros, China.
No debemos convivir amigablemente con los violadores. A Rusia, dada su petulancia e hiperseguridad de su impunidad al delito, la hemos pillado in fraganti en una terrible, violenta y pervertida invasión con crímenes de guerra. Suponiendo que una guerra provocada por el capricho de un dirigente pueda no ser en sí mismo un horroroso y letal crimen. Lo de Putin es un crimen evidente de guerra, también de lesa humanidad, con matanza y tortura de civiles, de niños y enfermos, secuestros, violación de mujeres, incluso de niños. En los últimos días han arreciado los gritos de “guerra no”, cuando está claro que ellos lo que quieren es que Ucrania se entregue a Putin. Los que pretenden un diálogo entre el violador y la víctima cuando es el primero quien tiene secuestrada y controlada a la fuerza a la víctima. Unos y otros están a favor de los violadores o sea Putin y contra la víctima o sea Ucrania.
Hoy, día 58 de la invasión, coincide con el Día de la Tierra, buen momento para luchar por la ecología y de paso avanzar en los cuatro puntos antes mencionados. A pocas horas de las elecciones francesas espero la previsible y clara victoria de Macron, creo y espero que facilite una aceleración en el necesario corte de hidrocarburos con Rusia y la aceleración de ayuda armamentística a Ucrania. No entendí demasiado el alarmismo de muchas personas con el resultado electoral francés, aunque siempre es mejor prevenir que curar.
Son indignantes las palabras del canciller de Alemania, Olaf Scholz, negándose a enviar armas pesadas a Ucrania. Dice que “evitar una escalada que involucre a la OTAN tiene prioridad” para él, añade “las consecuencias de un error serían dramáticas. No puede haber una guerra atómica. Las posibilidades de enviar material del ejército alemán se han agotado”. Declaraciones que hizo en una entrevista al semanario Der Spiegel. A pesar del mal y reiterado comportamiento totalmente insensible con el pueblo ucraniano y posiblemente condicionado por los intereses económicos de Alemania, en general, Europa y Estados Unidos evoluciona hacia un mejor y más fuerte apoyo a Ucrania, aunque todavía es insuficiente. En cambio, Josep Borrell, jefe de la seguridad y diplomacia europea ha evolucionado positivamente desde posiciones parecidas a la que ahora defiende Schultz a decir “la guerra se decidirá en el campo de batalla” y mostrándose a favor de cortes de petróleo y gas ruso.
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