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A pesar de que no esté en Venezuela

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La historia nos arroja casos de algunos políticos populistas y dictadores que tuvieron éxito en proponer locuras. En Venezuela han intentado poner todo patas arriba, desvanecer todo desde su raíz y, cuando eso pasa, cuando lo destruyen todo, es demasiado tarde.

No creo que la democracia sea algo que se aprenda de un día para otro, más bien es un sentimiento, una virtud que desde muy joven se siente en el ser y a medida que vamos creciendo tiene más sentido en todos los aspectos de nuestras vidas.

No vengo a desempeñar el papel de pesimista luego de las primarias en las que María Corina Machado ganó con una ventaja de diez cuerpos, hablando en términos hípicos. Más bien vengo a hablar de lo que está pasando en Venezuela en política, o, mejor dicho, cómo está actuando el régimen: que está orquestado por fuerzas oscuras que no quieren paz y ninguna elección democrática, no quieren que el pueblo se exprese libremente, no quieren que las personas manifiesten con su voto su opinión sobre aquel  proyecto revolucionario que algún día cautivó a muchas personas, hoy desvencijado y desaparecido.

Cuando tengo que escribir sobre lo que pasa en Venezuela no puedo ser imparcial, ecuánime, pues he tomado partido por la libertad de expresión. Me ha dolido profundamente ver cómo miles de venezolanos cruzan fronteras, selvas y ríos buscando dónde vivir mejor, mientras los herederos del “comandante supremo” viven muy bien y engordan frente a las cámaras de televisión donde cada vez hay más personas que se acuestan sin cenar.

Nunca me he sentido un extranjero en Londres. Al igual que vivir tanto tiempo fuera del lugar donde nací nunca he sentido que he dejado de ser venezolano, por lo tanto, puedo hablar, opinar, escribir, a pesar de que no esté en Venezuela: esa idea errónea y ridícula (y para mí patética) cuando un venezolano le dice a otro venezolano que está en el extranjero “Tú no puedes opinar porque no estás en el país”. ¿Entonces, qué cosa es Venezuela? ¿Los que nacimos en Venezuela, los que viven en Venezuela y en el extranjero? ¿O la tierra? Amar al país no puede ser obligatorio: tiene que ser espontáneo. Me importa todo lo que pasa en Venezuela porque en ella aprendí a leer, me enamoré, conocí el mar antes de conocer a Conrad y viví mis primeros años de conciencia política con un tirano canalla en evolución hoy inexistente.

Aquellos que cantan fraude son aquellos que saben cómo hacerlo y muy bien; son unos genios haciéndolo, son unos genios odiando, destrozando y dividiendo. En ellos hay suficiente ceguera como para abastecer la India de comida dos veces. La necedad de no ver que los venezolanos quieren un cambio es peligrosa. De repente ellos son respetuosos y expertos en los procesos electorales de los derechos humanos; liberando un par de presos políticos, pero dejando a muchos en las celdas. Ellos hablan de libertad de expresión cuando han cerrado canales de televisión, estaciones de radios y periódicos. Hablan del enemigo externo, el enemigo interno, sanciones, pero no hablan de lo que han hecho en todos estos años. Ellos exigen que se demuestre de dónde vinieron los recursos para las primarias; vaya petición viniendo de ellos de donde vemos a diputados con corbatas de seda de alta gama y camionetas blindadas. ¿Cuánto ganará un diputado? Para el régimen en Venezuela hay una democracia, pero con democracias así ¿para qué una dictadura?

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