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Escribiría el genial Albert Einstein a sus colegas soviéticos: “Para comprender al otro hay que intentar mirar al mundo a través de sus ojos”. Tal frase sentencia una clara prescripción que es sencillamente muy difícil de acatar. El marxismo aportó en su tiempo herramientas que según sus análisis favorecen la comprensión del proceso histórico y dialéctico de las sociedades; pero las realidades se hicieron mcuho más complejas y cambiantes. Las experiencias en nuestras vidas son lapidaroamente innegables. El perspectivismo de Ortega y Gasset, quizás, nos ayudaría más a aproximarnos a ese ideal de comprensión: ¡El ser humano y sus circunstancias van determinando el modo en que se aprecia la realidad!
El pasado 10 de julio sugerí una reflexión desde acá desde esta columna de opinión sabatina en El Nacional , con el artículo: “¿Grietas que anuncian un colapso?”. Tomé como ejemplo dos fatales sucesos de colapsos en estructuras ocurridos en Miami, Estados Unidos. Me referí, haciendo paralelismos entre dichas estructuras de ingeniería y los regímenes de gobierno que éstos también muestran grietas anunciantes de inminentes colapsos. Decía del narcorrégimen venezolano: “Un gobierno virtualmente caído, pero aún dolorosamente sostenido básicamente en el miedo de una población sometida a la represión, y más aún huérfana de una conducción política capaz de unirse para llevarla a una calle sin retorno ¡hasta que caiga la tiranía!”.
Al día siguiente, domingo 11 de julio por la tarde, creo que nos sorprendió a todos la noticia de masivas manifestaciones en las calles de Cuba. Mirábamos el partido de fútbol de la Eurocopa, sin saber que el pueblo cubano se había lanzado a las calles, solo liderado por el sentimiento de quitarse de encima la rodilla de una tiranía que lo asfixia desde hace más de seis décadas, osea ¡toda una vida! Entonces pensé ¡ahora veremos cuánto importan las vidas de los cubanos para Estados Unidos, y para el mundo! ¡Las vidas de cubanos importan! (Cuban lives matter). ¿Así habría que protestar, no?
Expresado por sus artistas, mediante la poesía de sus canciones, asi como gestos de pacífica rebeldía, ¡se ha comenzado a desbordar desde dentro del alma del sufrido pueblo cubano un torrente de coraje que no pide otro cauce que la libertad! Ninguna otra arma más que la convicción de la necesidad de terminar con el oprobio de ese desvencijado régimen.
Muy difícil tratar de entender, y perdonar sin un aleccionador acto de justicia de por medio, la criminal conducta del marioneta de Raúl Castro, quein ahora mediante su aparente sustitución como primer secretario del Partido Comunista de Cuba por Miguel Diaz-Canel, ¡reapareció obligado en el Comité Central a hacer control de daños! Diaz-Canel, por su parte, se presentó ante las cámaras de la controlada televisora estatal para ordenar a los miembros de su partido “ir a enfrentar en las calles” las protestas de sus hermanas y hermanos que solo exigen libertad, que gritan patria y vida”, mientras que él afirma que solo permitiría el colapso de su fracasada revolución: “por encima de su cadáver”.
Al parecer no se quiere lograr la eficacia internacional para romper el vicioso círculo de discusión entre la supuesta inmaculada soberanía y la no intervención versus la protección de los derechos humanos universales. Se muestra una incapacidad siquiera de aportar, más allá de declaraciones floridas e inútiles condenas verbales, alguna acción práctica, eficaz y solidaria para protección del pueblo que lucha por su libertad. A través del rápido acometimiento de acciones judiciales internacionales se podria enviar una señal correcta de que la justicia alcanzará a los torturadores de los pueblos, como a Díaz-Canel en este caso y a sus esbirros.Todos los genocidas y violadores de los derechos humanos que sigan o ejecuten las criminales instrucciones para cometer delitos de lesa humanidad.
Exijamos, ciudadanos del mundo, y en bien de la mínima decencia de cumplimiento de las funciones por parte de las autoridades que se han elegido en los paises democ´raticos, que en cada rincón del planeta acompañemos al pueblo cubano, nicaragüense y venezolano en su lucha por la libertad. Ah, y antes de realizar una estúpida declaración como «desde aquí no habrá ninguna intervención», o que «nosotros no podemos hacer nada desde aquí», que empodere a los represores y torturadores, mientras se termina de asfixiar el cuerpo inerte de todas estas naciones ante nuestros ojos, actúen y delcaren en el sentido de reafirmar el derecho de rebelión de nuestros pueblos para obtener su libertad, democracia y el respeto a los derechos humanos universales, para dar así al traste con esta vergüenza histórica que se llama el castrismo en Cuba y en toda la América.
cá[email protected]/@gonzálezdelcas.
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