El Grupo Eurasia, desde hace 25 años y de manera regular, viene publicando reportes útiles para que los hombres de negocios, los inversionistas y los formadores de opinión puedan entender el impacto de la dinámica política en las oportunidades y en los riesgos que surgen en la escena global. Este año, en su reporte “Los mayores riesgos del 2023” han dibujado, de manera clara, la forma en que China configura uno de los mayores retos a ser abordados por la comunidad internacional debido al omnímodo poder que su líder, Xi Jinping, ha estado acumulando sobre su figura. Se trata de una realidad sin precedente: un dictador al frente de un Estado capitalista que tiene un desproporcionado rol dentro de la economía global.
El principal problema reside en la capacidad de Xi de cometer errores, pues no existe en China, ni fuera de ella, una figura capaz de disentir de sus postulados y torpezas y que sirva de contrapeso a sus atrabiliarias posiciones. Ello coloca al país y a su área de influencia –es decir, a buena parte del mundo– bajo la férula de decisiones arbitrarias, volatilidad política e inseguridad exacerbada.
Su posición y actitud de cuasiemperador provoca que las políticas chinas que emanan de un único y todopoderoso individuo vayan cargadas de menor transparencia en el proceso de toma de decisiones, que toda la información que fluye esté controlada desde lo alto y que haya poco o ningún espacio para admitir errores, para corregirlos o para enmendarlos.
Un hombre con esa ilimitada capacidad de decisión desmontó, hace pocas semanas, la política Covid Cero de una manera tan arbitraria como lo hizo cuando la puso en marcha dos años atrás. La secuela de muertes, desgracia, impacto sobre la dinámica productiva, el comercio y la empresa de su política de ataque al virus lo dejaron poco menos que indiferente. Ahora, al magnífico Xi tampoco le quita el sueño el costo del desmontaje intempestivo de su equivocada estrategia, a pesar de que ella está produciendo igualmente un desacomodo mayúsculo y cientos de miles de muertos.
Otra área critica impactada por las decisiones opacas del líder es la económica. El crecimiento del gigante se ha debilitado sensiblemente. Problemas colosales en el área inmobiliaria,financiera, de la deuda, del consumo, requieren de una gerencia competente en Pekín. Lo que reina es la volatilidad debido a la impredictibilidad de las decisiones del Jefe del gobierno y a la opacidad de la data que se maneja en todos los campos de la actividad económica. Lo que se puede atisbar en el panorama son quiebras, desinversión y desconfianza.
Quizá el mas inquietante de los sectores es el atinente a la política externa de China, tomando en cuenta los desajustes producidos en el mundo por la guerra rusa contra Ucrania, asunto sobre el cual Xi no ha definido una posición clara. Ello tiene que ver con la personal afinidad del chino con el cabecilla ruso. El mundo requiere de una estrategia de solución de corto plazo de parte de Pekín que sirva para enderezar las distorsiones que están afectando al orbe y que alimentan la depresión mundial que está “ad portas”.
El informe de Eurasia concluye que en todas las áreas críticas Xi no escucha más que a su propia voz. Tal nivel de egocentrismo hará que China retroceda este año varios pasos.