No estuve en Madrid y no puedo dar fe acerca de si las decenas de miles de ciudadanos que abarrotaron la Puerta Del Sol eran venezolanos de la diáspora –España debe ser sin ninguna duda la principal recalada del exilio venezolano en Europa– o ciudadanos españoles hartos de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias cuyas matemáticas políticas e ideológicas dan perfectamente como para equipararlos con Nicolás Maduro y Diosdado Cabello.
Sumarse, por lo tanto, a la convocatoria de la diáspora podía ser asumida perfectamente por quienes ven en Juan Guaidó una metáfora de Vox para circunstancias futuras. Así el mismo Guaidó –cosa que los españoles no tienen por qué saber– esté mucho más cerca del PSOE que de Vox y de Pablo Iglesias que de Santiago Abascal.
Sea como fuere, la exitosa convocatoria sacudió a España, destapó las cloacas de La Moncloa, puso de relieve la mezquindad y el castrismo inveterado de los socialistas españoles, de Sánchez, de Iglesias, de Borrell y supuso la peor metida de pata del gobierno de coalición: una reunión clandestina del ministro de Transportes del gobierno socialista con la funcionaria más fascista, represora, nazi y vengativa del régimen madurista, la inefable Delcy Rodríguez. Junto con su hermano, Jorge Rodríguez, hijos y fieles al legado del peor exponente del guerrillerismo secuestrador del pasado venezolano. Que se apareció por una capital europea violando un veto de la CE que le prohíbe su entrada a cualquiera de sus naciones por sus acciones en contra de los derechos humanos. Y que pudo tener lugar bajo la complicidad de la policía y los organismos de seguridad del gobierno PSOE-Podemos.
¿Ser una segunda Venezuela es lo que le espera a la España que ayer salió a decirle No al castrocomunismo venezolano? ¿El mensaje iba dirigido al socialpodemismo español antes que a la dictadura Maduro Moros? ¿Debemos atribuirle el clamoroso éxito de la convocatoria a las circunstancias españolas antes que a las de la Venezuela encadenada?
Para poner las cosas en claro y evitar malentendidos, el feliz encuentro de la Venezuela oprimida con la España que se resiste a seguirle la huella es un triunfo de las derechas liberales, no de las izquierdas socialistas españolas, alcahuetas todas, comenzando por Zapatero, del genocidio venezolano. Y de las derechas más duras: de Vox. Es lo primero que Juan Guaidó debiera tener presente: no fue su figura la razón principal del atractivo. Fue la protesta contra el socialismo castrista. Una coincidencia que lo acompañaría con la misma pasión en Chile, en Brasil o en Colombia, donde la dictadura castrocomunista de Maduro es el reflejo de lo más detestable de sus propias sociedades. Es bueno recordárselo, para que no se le suban los humos a la cabeza y reconozca que su tarea está por hacer. O su éxito seguirá el camino que Bolívar le auguraba al congresillo de Cariaco: disolverse como casabe en agua caliente.
La segunda reflexión que le aconsejaría hacer en cuanto regrese a Venezuela es que pasiones como la despertada en Madrid, y de las que él no es el responsable, se desvanecen en horas. Su peor error sería tomarse en serio el poder de convocatoria de la Venezuela dictadura en fase liberadora y aprovechara el envión, justo tras un año de errores y fracasos, para recomenzar desde cero. Pero esta vez haciéndole caso a los consejos desoídos.
Ya se lo dijo el político de más calado con que contamos los venezolanos, el ex alcalde Antonio Ledezma, con quien tuviera el acierto de reunirse en Madrid: ni diálogos ni elecciones. Maduro debe ser desalojado y su tiranía desarbolada antes de pensar en elecciones libres y transparentes. Nosotros agregamos lo que venimos planteándole desde el 23 de enero del pasado año: formar gobierno de inmediato con los imprescindibles, trayéndolos de regreso a Venezuela, si fuere necesario.
Antonio Ledezma, excelente vínculo con España; Diego Arria, la mejor figura para el Departamento de Estado; María Corina Machado, líder de la oposición liberal; Humberto Calderón Berti, experto petrolero y ex canciller de lujo; Oswaldo Álvarez Paz, otro político de excepción, y así, sucesivamente. Con un solo y principal objetivo inmediato: ponerse al frente de una gigantesca campaña plebiscitaria para exigir la salida de Maduro del gobierno, su expulsión del territorio nacional –es colombiano– y la liberación inmediata de todos los presos políticos. Desde luego: romper relaciones con Cuba y expulsar a sus espías y agentes del territorio nacional debe abrir el sendero al rechazo continental a la tiranía más ominosa de nuestra historia.
Son fórmulas de efecto inmediato para afianzar su perdido liderazgo, recuperar el prestigio extraviado y preparar el retorno a la democracia. El grupo ANCO, liderado por Enrique Colmenares Finol, Luis Manuel Aguana, Blanca Rosa Mármol de León y otros importantes venezolanos de excelencia tienen la fórmula apropiada, que él, Juan Guaidó, debiera asumir como propia: convocar a todos los venezolanos de Venezuela y del mundo a respaldar una gran consulta que le exija a la comunidad internacional a impulsar el inmediato desalojo de la tiranía.
La ONU, la OEA, el Grupo de Lima, la Unión Europea y las naciones democráticas más importantes del planeta deben ponerse a la cabeza de la exigencia por desalojar la tiranía sin esperar más trámites. Es la hora de que nuestro pueblo se exprese y la comunidad internacional respete su decisión. La democracia, la paz y la prosperidad deben sernos devueltas. Llegó la hora.
@sangarccs