“Yo vivo esta esperanza a flor de piel” Canción de Rosario Flores
Hay que estar allí para sentirlo en toda su plenitud. Estar en las calles, en los caminos, entrar a las casas, a los negocios, meterse en la multitud, conversar con la gente y abrazarla, tocarse, compartir un bocado para darse cuenta de lo que está pasando. Luego de la vorágine queda toda esa emocionalidad pegada al cuerpo, sentida en el corazón y traducida en movimiento, en energía que no es otra cosa que la esperanza sentida a flor de piel.
Quien ve esta cosa a los lejos, desde la racionalidad de un escritorio, la frialdad de unas cifras o como un mero espectador, no la mira, que es una manera de involucrarse en la observación. “Venga, vea para que mire” dicen en mi pueblo, para significar que hay que estar pendiente si se quiere apreciar algo con mayor acercamiento, y entender lo que está allí.
Hay que estar en el lugar, o en los lugares, para sentir las múltiples emociones, los nervios, la alegría traducida en lágrimas y todas esas cosas que se viven intensamente pero que son difíciles de contar. La gente está entusiasmada, muy entusiasmada, con muchas ganas de entregarse sin límites a la tarea de ser protagonista de la gran transformación. No se quiere quedar quieta. Y se ofrece para las variadas tareas que hay que cumplir para que todo eso se manifieste al largo de los cortos días que faltan para la gran decisión popular el día 28 de julio.
La gente quiere multiplicar ampliamente la exitosa gesta cívica que logró en las elecciones primarias de la Plataforma Unitaria Democrática que se realizaron el domingo 22 de octubre del 2023, venciendo todos los obstáculos, demandas, renuncias, sin el CNE y sin Plan República, sin incidentes y con una participación ejemplar de la ciudadanía. La gente se ofrece en la nueva y definitiva jornada, para ser testigos, para apoyar en la logística, para llevar comidas y bebidas a las mesas, para llevar y traer votantes, conformar sus comanditos y todos lo que sea necesario para participar activamente en la gesta por la libertad, la democracia, la justicia y el bienestar.
Los venezolanos queremos ver de nuevo a la familia reunida aquí, por que se abrieron las oportunidades, los servicios funcionan y se acabó la corrupción. Trabajar para sembrar la decencia, el trabajo, la disciplina, la entrega, la responsabilidad, para construir el país nuevo con los cimientos bien asentados sobre los valores que conforman lo mejor del alma nacional.
María Corina Machado logró poner la esperanza a flor de piel, allí donde está el sudor, y donde se siente el frío y el calor, donde se eriza el pelo por las emociones intensas que provoca la incansable tenacidad de una persona que la gente percibe auténtica, confiable, cercana y capaz de responder a las necesidades de cambio.
La siente distante de las cúpulas, muy lejos de las componendas con el régimen, no insulta ni hace falsas promesas. Por eso atrae como un poderoso imán a la multitud que ansía ganarse la vida con el sudor de su frente, para lo cual necesita que la dejen trabajar, tener servicios públicos eficientes, un gobierno útil y honesto.
La energía está a flor de piel, desbordante, alimentando la gran transformación de Venezuela que será inspiradora del gran país que nos merecemos. Y este ejemplo dará la vuelta al mundo, para inspirar a otros pueblos que merecen vivir en dignidad.
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