Dicen por ahí que entre países no hay amigos sino intereses. El patético caso del gobierno de Joe Biden parece confirmar esa popular frase que se cita para poner en evidencia que lo económico muchas veces está por encima de los padecimientos de los ciudadanos. Las decisiones de cortar el suministro de petróleo ruso para ejercer presión en contra del Kremlin en medio de la brutal guerra que se libra en contra del noble pueblo de Ucrania, ha hecho que el gobierno estadounidense pose sus ojos en el crudo de los venezolanos, y con esa ambición le están dando un respiro a la dictadura madurista levantándole sanciones y permitiendo que Chevron reanudara sus actividades en Venezuela.
En una publicación de El Nacional, este diario reseñó que las compañías Valero Energy Corp, PBF Energy y Citgo Petroleum quieren obtener el crudo criollo a través de Chevron.
Poco le importan a quienes sirven de cómplices para flexibilizar las sanciones en contra de la dictadura que hay en Venezuela, los millones de compatriotas que están sufriendo las penurias infligidas por ese miserable régimen. Maduro está logrando que le levanten las sanciones gracias a los políticos arrastrados de turno, encabezados por Gerardo Blyde, quien se prestó para negociar con el chavismo haciéndose vender como supuesto opositor y siguiendo la agenda de Washington. Sobre el papel de la falsa oposición ya he escrito hasta el cansancio en otros artículos, pero no deja de asquearme el papel servil que están jugando ahora.
En estos momentos muchos países tienen la mirada puesta en nuestros recursos, pero cada vez menos naciones apoyan la causa de la libertad de Venezuela. La dictadura usa el petróleo como moneda de cambio para salirse con la suya. En palabras criollas: el dictador se siente guapo y apoyado. Pero en el corazón de los venezolanos sigue existiendo la fe de que retomaremos la democracia. A pesar de las traiciones y de los politiqueros mediocres, mientras el pueblo día a día se siga haciendo la misma pregunta: ¿Cómo volver a ser un país libre de dictadura? Mientras nos sigamos planteando esa interrogante, juntos como una nación que camina hacia su destino, encontraremos más temprano que tarde la respuesta.
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