Venezuela está sometida a un espinoso e intenso debate. La discusión sobre la participación o no en las “elecciones” regionales; lo relacionado con la negociación en México, que como era obvio ha sido objeto de marchas y contramarchas de quienes no están interesados en ceder el poder bajo ninguna condición o circunstancia; y, por último, la esperada –por años– decisión de la Corte Penal Internacional.
Quién sabe si fue idea del presidente usurpador, que dejara de serlo, cuando alacranes participen; de Diosdado Cabello u otro psuvista; pero la ridiculez convocada luce definida, incluso aceptada, con ideas propias por el interinato, que no lo será más.
Quien tuvo la idea de la estafa electoral está claro en que no hay partido ni politiquero que aguante dos pedidas con la bobería argumental de “conservar o ganar espacios”. En la Venezuela actual solo María Corina Machado persevera, resiste en sus ideas; no hay CNE, reto castro-madurista ni tentación de poder que logre desviarla del camino de firme resistencia que ha definido y marcado.
El régimen continúa fiel a su estrategia para desplazar al interino e infame G4; y posicionar al chavismo rosado que auspicia con frenesí. Con el sector alacranado y minoritario la dictadura se siente cómoda, a placer; y ellos dependen del oficialismo para emerger como sustituto opositor. Saben que la única jugada para tener trascendencia es que el G4 no gane. Por otra parte, la Unión Europea evalúa si hará presencia de observación confiable, su negativa o no, será clave para la toma de providencias.
El problema habitual de todo proceso electoral, por aquello de ganarse los votos, interés y voluntad de los electores, lleva a enfrentamientos entre dirigentes, cada uno con sus cuotas de poder, pero también y más, sus ambiciones. En los partidos hay verticalidades como en la Iglesia y el ejército, pero la rigidez disciplinaria es una guía de acción pero no automáticamente un obstáculo.
En paralelo, se espera la definición de las negociaciones propulsadas por Noruega y parte de la comunidad internacional, con expectativas disminuidas. El régimen enreda la agenda, escoge su “contraparte”, y la posibilidad de que salga humo blanco en el proceso es exigua. Todo apunta que es nada o muy poco lo que se podrá lograr, salvo tiempo y oxígeno para el castrismo arbitrario y opresor. Por supuesto, la decisión de la Corte Penal Internacional deberá cambiar el panorama radicalmente.
Por eso los dirigentes trabajan al mismo tiempo en dos actividades que deben ser como la hojalata, suficientemente dura como para no ser rotas, al mismo tiempo, flexible para adaptarse a cualquier circunstancia sin desgarrarse. Quizás a eso se refería Rómulo Betancourt cuando aseguraba que “adeco es adeco hasta que se muera”. Bernabé Gutiérrez y Henry Ramos Allup pueden seguir siendo adecos aunque presidan adequismos diferentes.
A mordiscos se están enfrentando dirigentes político-partidistas en los mismos jardines, hiriéndose para debilitarse, pero no para matarse, no se conservan poderes despojando a dirigentes hábiles y experimentados, el mejor ejemplo el de la misma AD se dividió por mitad hace décadas, y perdió el poder por escasos votos de Rafael Caldera. Las dentelladas se dan como desgarrones, sin exterminar, son heridas para aminorar, es el conocido concepto del macho líder del rebaño, los lobos y leones derrotados no forman manada propia, simplemente ceden la primacía.
Mamarrachos y mamarrachaje de la opción tramposa, ni son espectro trastornados por déficits del desarrollo, permanentes y profundos, ni de mente incompleta, subnormal de inteligencia y dificultad en el aprendizaje, son impudores insensatos; ecuación indiscutible de cretinos. Y como si no pasase nada, los parásitos políticos validan, legitiman, reconocen y aprueban al castrismo, su “proyecto de país” y demás sinvergüencerías.
La oposición electoral perdió la vergüenza, extravió el pudor y traspapeló el elemental sentido de la historia. El comercio electoral abre puertas. El pillaje indecente participante, gane o pierda, llevara algo entre las manos y/o pegado en los bolsillos. Al final, no les importa ni preocupa el asco, la repugnancia que despiertan.
Como estar de acuerdo con quienes se comportan ridículos, carecen de formalidad y compostura, inmerecidos de ser tomados en serio, tratados con respeto. La farsa electorera que el castro-madurismo pone al alcance, hará que el 22 de noviembre el ya no usurpador y entorno amanezcan al mando de un país constitucionalmente en contra.
Y ese será un ambiente complicado, mucho más complejo que el de militares incapaces de destruir la guerrilla narcoterrorista e invasora, por muy cómplice que sea.
@ArmandoMartini