Como si no hubiera quedado suficientemente claro, Carmen Calvo, vicepresidente y ministra de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática del gobierno del PSOE, repitió ante la teleaudiencia española la frase con la que la antigua profesora de Derecho Constitucional pasará a la historia. Le resultó demasiado poco a la alta funcionaria de la coalición ejemplificar una sola vez citando a nuestro país. Fueron necesarias dos veces para que quedara bien claro ante España que uno de los temas inútiles que no le interesan a nadie y en los que pierden el tiempo los políticos de la oposición de su país es Venezuela.
La verdad, uno no puede menos que preguntarse a cuál de los dramas que vive Venezuela país se refería la señora Calvo cuando nos convirtió en el foco de su olímpico desprecio. Cualquiera de ellos –la violación de derechos humanos, las ejecuciones extrajudiciales, la hambruna generalizada, los niños que fallecen sin atención médica, los millones de expatriados buscando suelo y abrigo en otras naciones, la corrupción de los narcogobernantes o el saqueo a mansalva, la puerta abierta y el contubernio con la guerrilla extranjera– cualquiera de ellos, repito, le pone la piel de gallina a alguien con sensibilidad.
Y lo cierto también es que hay que dudar de que la dramática situación en que viven los 150.000 compatriotas españoles que aún moran en esa Venezuela gobernada por un conjunto de sátrapas que los asfixia pueda provocarle indiferencia al colectivo de la madre patria.
Cuando la vicepresidente execra al conjunto de los venezolanos pasa también por alto a los ciudadanos compatriotas suyos que, como presos políticos, permanecen sin juicio dentro de las cárceles de Nicolás Maduro en las que el vejamen y la tortura se encuentran en el orden del día. Sería bueno saber si los familiares y conciudadanos españoles y europeos de aquellos que han estado o están injustamente recluidos en la mazmorra del Helicoide, consideran a Venezuela, como lo asegura la augusta funcionaria, como un asunto sin interés.
Porque la verdad de su país es otra. Han transcurrido meses en los que la constante en la prensa española ha sido la presencia de los mil y un atropellos que confronta la venezolanidad. No pasa un día en que un medio destacado de la geografía española no le otorgue la atención debida a los desafueros del régimen o a las consecuencias de una diáspora que no deja de crecer. Y en materia política, el tratamiento de lo venezolano es también asunto que se reitera a diario por las perversas consecuencias globales que su dictadura y su totalitarismo acarrean. Sin ir más lejos –no está mal recordarlo– España junto con los restantes 26 países de la Unión Europea se ha hecho parte de sanciones económicas y otras vigentes hoy contra el régimen y altos personeros de la tolda chavista.
Se le fueron los tiempos, sin duda, a la jurista y constitucionalista cuando hizo a Venezuela el objeto bien calibrado y repetido de su vergonzoso vituperio. Venezuela sí que les importa a todos los españoles.
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