Veo y escucho a un Juan Guaidó en proceso de renovación. Diría que «es un libro con fe de erratas». Bien se dice que los golpes enseñan y más los errores cuando se asumen sin complejos y más bien como una vía para rectificar a tiempo. Ese es un presupuesto indispensable para recuperar la confianza de la ciudadanía, bastión clave en este proceso de lucha para desalojar de los poderes que usurpan a las mafias lideradas por Maduro.
Confianza, fe y esperanza son insumos indispensables como el aire y el agua para poder vivir. Si hay desconfianza de los miles de venezolanos que se movilizaron, entusiasmados, el pasado 23 de enero de 2019, será más complicado volverlos a incorporar al coro de voces que citen los tres puntos del mantra que hoy remonta vuelo, después de quedar mal herido por el incierto panorama con el que cerramos el año.
Después del pasado 5 de enero, todo el país vio al fin a un Guaidó resuelto a asumir los riesgos implícitos en la barbarie madurista, que reeditando el fusilamiento del Congreso del 24 de enero de 1848 asaltó el Palacio Federal y atropelló a los diputados legítimos que fueron elegidos por más de 14 millones de electores. Cual Hombre Araña, Guaidó trepó la reja que bordea el edificio que sirve de sede de la Asamblea Nacional. Esa imagen le dio la vuelta mundo.
Todo hacía presumir que Guaidó estaba retomando aliento en medio de una población frustrada que se atrevería a darle «el beneficio de la esperanza». De allí que esta segunda oportunidad, es de vida o muerte. No quiero lucir fatalista. No tengo una visión abismal de mi país. Oteo más bien un futuro inmenso, !claro! con muchas dificultades en ese tránsito que debemos emprender para hacer posible la deconstrucción. Pero la tragedia que acusa Venezuela no da para más falsos diálogos ni para reincidir en el error de elecciones montadas por el aparato truculento del que se sirve Maduro.
Guaidó ha comenzado por liberarse de ataduras partidistas. Eso es una buena señal. Debe ahora combinar el dicho con actos que permitan percibir que efectivamente actuará sin sectarismo. Vamos viendo. Por ahora lo que vale la pena destacar es la realidad en la que está consumado ese compromiso.
También le salió al paso a la reiteración de los voceros de Noruega de retomar el diálogo de Barbados. Tajantemente, Guaidó dijo que no. Así mismo, aseguró públicamente «que no caerá en las trampas de negociaciones que no sirven para nada».
Por último, en sus presentaciones de su exitosa gira internacional ha dicho que en Venezuela opera una corporación criminal aliada con el narcotráfico y con sanguinarios terroristas. Es de suponer que Guaidó está claro en que no será posible realizar elecciones libres con esas mafias manipulando las instituciones del Estado. Eso debe estar muy claro en la agenda del Guaidó, llamado a conducir esta lucha. Él debe hacer valer su liderazgo para evitar que nuestro país sea empujado a ese farallón representado en esas pretendidas elecciones parlamentarias adelantadas.