OPINIÓN

A Andrés Eloy Blanco, in memoriam

por Jesús Peñalver Jesús Peñalver

¡Se podría estar callado,

¡Callado… pero no puedo!

Los grillos le han hecho callos

al silencio.

Castillo de Puerto Cabello, 1931.

Hoy, hace 68 años, murió el grande poeta oriental Andrés Eloy Blanco, y he querido rendirle homenaje con estas palabras que dimanan de mi costado izquierdo, y no solo por el amor a la poesía que tengo y profeso gracias a Mita, mi madre, sino porque hoy se honra una vez más –nunca será demasiado ni definitivo– al grande poeta cumanés.

Intentaré en apretado resumen, y visto el tiempo que me dan los generosos organizadores, recoger en estas líneas, más bien un esbozo que desde luego será escaso, la actuación del bardo oriental en los más conocidos ámbitos de su vida.

Político

Nació en Cumaná el 6 de agosto de 1896 y murió en México el 21 de mayo de 1955. Se graduó de doctor en ciencias políticas en la UCV. De 1929 a 1933 fue prisionero o confinado de Juan Vicente Gómez en la cárcel de La Rotunda, de donde fue trasladado al Castillo de Puerto Cabello y luego confinado a pequeños pueblos de los Andes venezolanos.

Después de la muerte de Gómez militó en el PDN (del 37 al 39, en la clandestinidad) y a partir de 1941, en el partido AD, cuyo himno es obra del poeta. Ese año publicó Navegación de altura, una especie de cartilla cívica sobre el proceso electoral que entonces se libraba entre Medina Angarita y Rómulo Gallegos como candidatos presidenciales. En él postulaba la tolerancia y el equilibrio en la lucha política, pero más que eso, las páginas de Navegación de altura contienen uno de los mejores y más lúcidos diagnósticos de la antinomia militarismo-civilismo que ensombreció tantas décadas de historia venezolana, y que hoy debemos releer por conveniente, necesario y esclarecedor, con vista a la hora aciaga que hoy vive nuestro país. Este fue un tema que desveló al escritor, lo analizó a fondo en obras como Vargas, albacea de la angustia, su espléndida biografía del primer presidente civil, cuya elección consideró a destiempo.

Vivió poco y produjo mucho. Solo vivió 59 años, dejando a su muerte una prolija obra. Murió en la plenitud de su capacidad creadora. Conviene resaltar que a su vida venezolana le puso fin el golpe de Estado de 1948 (el poeta tenía apenas 52 años) cuando hubo de irse de Venezuela, condenado al exilio.

Fundó partidos políticos, ejerció cargos de importancia, concejal, diputado, incluso presidió la Asamblea Nacional Constituyente entre el 17 de diciembre de 1946 y el 22 de octubre de 1947, cuyo objetivo fue preparar, discutir, redactar y aprobar el texto de la Constitución en 1947. Fue canciller y con este rol viajó a Francia a la III Asamblea General de la ONU, al mismo tiempo que se aprobaba la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Andrés Eloy Blanco, presidente de la Asamblea Constituyente, con Rómulo Betancourt, presidente de la Junta Revolucionaria de Gobierno, en el Palacio Federal Legislativo. En la imagen, a la derecha, Lorenzo Herrera, presidente de la Corte Federal y de Casación, y a la izquierda, Raúl Leoni y Luis Beltrán Prieto Figueroa. Caracas, 1946

De allí se desprenden dos papeles o documentos del ministro Blanco: 1.- Su análisis de la situación mundial de la postguerra, del papel de la ONU y de cómo podían y debían echarse unas bases para la paz duradera. 2) Y su último discurso que apoyaba la moción de México, que partía de ese mismo propósito para evitar la confusión y las tensiones que ya nacían entre el Este y el Oeste, lo que después se conoció como la Guerra Fría.

Humanista

Sin duda alguna, humanista de visión política que cree en la cultura y en el destino del hombre. En ese momento cuenta con 52 años. Inicia su destierro con una carta para el presidente norteamericano Harry S. Truman sobre el inaceptable reconocimiento de gobiernos nacidos de golpes de Estado. Había sido derrocado don Rómulo Gallegos.

La experiencia de la ANC no tuvo precedentes: no solo fue el primer parlamento elegido por el voto popular en Venezuela, sino también fue singular por la calidad, diversidad y categoría intelectual de sus integrantes y por el pluralismo ideológico predominante. Por algo o por mucho, Rafael Caldera lo llamó “el amortiguador de la Constituyente”.

Allí hizo gala del talento y de su cultura jurídica, de tolerancia, conciliación, y siempre en todo momento, de buen humor.

Un hombre de ideas, a veces angustiado que no escatimó esfuerzos de impresión, que pensó y escribió con intensidad, que reflexionó y dejó un legado incomparable, muchísimas páginas de meditación y sabiduría, siempre tolerantes, pero también siempre transparentes, porque fue, como su amigo Rómulo Gallegos, un hombre con una posición en la vida.

«…La política me ha dado más quebrantos que alegrías, pero me ha dado buenas alegrías; y este escribir a diario, esta faena del columnista, a caza del centavo, nos obliga a abandonar la obra literaria que más codiciaríamos: los poemas, el teatro, el ensayo”. 

Andrés Eloy Blanco

Ante un ataque artero de contrarios políticos, señaló:

«Mi casa de Los Chorros tardó tres años en construirse. Fue el único plan trienal que se ha cumplido en Venezuela». Andrés Eloy Blanco

Y ante otro ataque ruin de sus enemigos políticos:

“Mi columna vertebral, que no se ha doblado nunca, sino ante la máquina de escribir”. Andrés Eloy Blanco (7-12-45)

Afirmó el poeta Andrés Eloy Blanco el 23 de junio de 1948 (hace ya 75 años): “El Municipio es el gobierno de la casa, es el gobierno del ama de llaves, de sacar las cuentas del mercado, de limpiar la telaraña, no sólo de las paredes y los techos, sino también la conciencia ciudadana en el manejo del diario”.

Andrés Eloy y la prensa

Juan Guglieni propuso a la constituyente del 47, elevar a rango constitucional, al que popularmente se conocía como 4º poder: la prensa.

De aprobarse esa propuesta, advirtió Andrés Eloy Blanco, la prensa quedaría sometida a las limitaciones sancionadas para los otros tres poderes. El poeta quería a la prensa libre en todos los sentidos: que no hubiera ley que la reglamentara. Que los periodistas no levantaran cercas gremiales a su profesión; que cualquiera pudiera editar periódicos.

Sostenía el poeta que los dueños de estos no controlaran las opiniones de quienes escribían en ellos. Ni censura oficial ni censura capitalista.

A Andrés Eloy, a quien le tocó ser periodista bajo una dictadura, le parecía insoportable que los gobiernos controlaran la prensa. Andrés Eloy Blanco siempre pidió libertad irrestricta para los medios.

Humorista

Luis Manuel Peñalver recopiló a Andrés Eloy Blanco

En la casa del poeta Andrés Eloy Blanco, en Cumaná, dentro de la colección que allí se encuentra, están más de cuarenta poesías, escritas de puño y letra del poeta.

Estos papelitos (bond blanco), bastante amarillentos por su edad, no miden más de 16 x 12 cm, escritos en su mayoría con lápiz de grafito. Fueron estos versos recopilados y donados a la Fundación Andrés Eloy Blanco por el doctor Luis Manuel Peñalver en el año de 1965, hace ya bastante tiempo, cuando se inauguró La Casa del Poeta.

Rómulo Betancourt se juramenta frente a Andrés Eloy Blanco / Archivo El Nacional

Bajo la conducción de Andrés Eloy Blanco, la Asamblea Nacional Constituyente se instala el 17 de diciembre de 1946, y delibera el primer semestre del año 1947. El 5 de julio entra en vigencia la Constitución. Todos los partidos están representados en la Asamblea, y los debates son transmitidos por radio; el país se politiza y participa como nunca antes.

Estos manuscritos de Andrés Eloy Blanco daban la vuelta a la sala, “por debajo de la mesa”, y una vez que llegaban a manos de Peñalver, los guardaba en su bolsillo. Es importante reconocer que el doctor Luís Manuel Peñalver valoraba enormemente este juego humorístico del poeta.

«Sres. se suspende la sesión. Me voy a la clínica porque ha nacido un hijo mío y voy a inscribirlo en AD».

15/10/47 Andrés Eloy Blanco

ANÉCDOTA ANDRES ELOY BLANCO (1)

Estaba Andrés Eloy en casa del poeta cubano Nicolás Guillén, en La Habana, cuando le fue presentado un famoso recitador cubano, Luis Carbonell. En la conversación que sostuvieron, Carbonell le manifestó al venezolano su disgusto por la versión musical de «Píntame angelitos negros». Andrés Eloy le contestó que a él tampoco le gustaba, pero que esa canción era la única que le rentaba ingresos económicos; de manera que ese dinero él no lo consideraba como derechos de autor, sino como indemnización por daños y perjuicios.

ANÉCDOTA ANDRES ELOY BLANCO (2)

Corría el mes de abril de 1947 y Andrés Eloy Blanco era presidente de la Cámara, dejó encargado por un momento al diputado Augusto Malavé Villalba, quien sufría de lambdacismo y por eso cambió una ere por una ele. Se va a “abril”–dijo. El diputado Edecio la Riva que estaba muy pendiente, le reprochó el error de dicción. Andrés Eloy subía los escalones del estrado y oyó el reproche. Al sentarse en la presidencia, hablo emocionado: “EL COMPAÑERO Malavé se levantó esta mañana contento. ¡Y se sintió poeta! Y se hizo la resolución de comunicárselo a sus compañeros de cámara. Y es así como al comenzar la sesión, les ha dicho “Se va abril” … y viene mayo, con sus lluvias y sus flores…yo le agradezco al compañero el apunte”. Y entonces agitando la campañilla, dijo con gran solemnidad: “-Se va abril”.

Y hubo un silencio magnífico en la cámara.

ANÉCDOTA ANDRES ELOY BLANCO (3)

En el viejo Congreso de la República, en los tiempos cuando Isaías Medina Angarita era el presidente de Venezuela, ocurrió que Pedro Cruz Bajares negó muchas veces el derecho de palabra al diputado Andrés Eloy Blanco, quien le dedicó esta cuarteta:

Te pedí la palabrita

y me diste tus negares

te espero en la bajadita

cuando de la Cruz Bajares

ANÉCDOTA ANDRES ELOY BLANCO (4)

A Copei se le consideraba en aquellos años como un partido conservador y aristocrático, pero tenía entre sus congresantes a José Camacho, de tez oscura y origen popular, muy apreciado por Andrés Eloy Blanco. A Camacho compuso estos versos famosos:

Cosas que no son de ley

siempre resultan un fiasco:

mujer orinando en frasco

y negro inscrito en Copei.

Otra, de su tiempo de injusta prisión. Entró un esbirro a la mazmorra y preguntó: ¿Quiénes son aquí los adecos? «El Negro Encarnación y yo, somos los adecos», dijo el poeta.

ANÉCDOTA ANDRES ELOY BLANCO (5)

En 1946 ó 1947 fue necesario hacer unas reparaciones en la planta alta del Capitolio, en el que funcionaba la Asamblea Nacional Constituyente.

El público, y entre él el público femenino, en vez de ascender a las galerías tenía que permanecer en la planta baja. Entonces el presidente, que era Andrés Eloy Blanco, improvisó una copla, casi dramática:

Por vicio de construcción

el Senado está de duelo,

pues pa’ coger un picón

hay que agacharse en el suelo.

ANÉCDOTA ANDRES ELOY BLANCO (6)

A un cura constituyentista que miraba mucho a las damas en las barras:

Hay un cura en las sesiones

que mira mucho a las barras

y es pariente de los Parras

por parte de los Picones.

ANÉCDOTA ANDRES ELOY BLANCO (7)

A un cura muy fornido le compuso:

El padre Sánchez Espejo

por su robusto cogote,

en lugar de ser un padre

debiera ser un padrote.

ANÉCDOTA ANDRES ELOY BLANCO (8)

A otro sacerdote que se distraía mucho en libros sagrados durante los debates:

Mientras todos van en pos

de un entendimiento humano

el padre, breviario en mano,

se está entendiendo con Dios

ANÉCDOTA ANDRES ELOY BLANCO (9)

El padre Luis Eduardo Vera recorrió varios micrófonos y todos le producían un ruido que no lo dejaba hablar. De inmediato Andrés Eloy Blanco rimó:

Se ha demostrado hace un rato

que el colega Padre Vera

no es un colega cualquiera,

pues le ronca el aparato.

ANÉCDOTA ANDRES ELOY BLANCO (10)

La joven constituyentista por Carabobo Carmen Gracián de Malpica, en estado

de gravidez, fue aludida por los sacerdotes Rojas y Sánchez Espejo como

«la señorita Malpica», a lo que Blanco escribió:

Si Carmen, por un casual,

fuera Señorita es dable

sostener como indudable

que Malpica pica mal.

Poeta

Cultivó distintos géneros (poesía, teatro, novela, ensayo, artículos y crónicas) pero de todos los géneros que componen su obra, el fundamental es el de la poesía. En ella alcanzó los más altos lugares, en ella trabajó más persistentemente al largo de su vida. Es su poesía por lo que se le conoce y reconoce abiertamente, sin olvidar su bonhomía, su afabilidad y buen humor, atributos que le ayudaron determinantemente en la escena pública, ámbito en el que también se realizó, siendo uno de los primeros entre nosotros que entendió la búsqueda del poder por los caminos de la política (de la paz) y no de la fuerza.

Andrés Eloy Blanco. Discurso en Nuevo Circo, 1941 / Fundación Rómulo Betancourt

Es imposible estudiar la poesía de Andrés Eloy sin escuchar el eco de la significación popular del personaje, fruto de la consustanciación natural del poeta con su pueblo, al punto de que este se vio leído e interpretado en sus versos.

Quizá Andrés Eloy sea el único poeta venezolano cuya poesía se recita de memoria y con mucha vehemencia.

Por su parte el académico, también poeta Rafael Arráiz Lucca señala: “Es imposible leer la obra poética de Andrés Eloy, sin recordar que quien escribe es un integrante principal de la generación que inventó la política en Venezuela, que creó los partidos políticos modernos, que convocó a elecciones universales, directa y secretas y que llevó al sector civil al mando, asignándole al militar las tareas profesionales previstas por la Constitución Nacional”.

Volviendo al poeta homenajeado y cantado hoy, diré que Andrés Eloy publica Tierras que me oyeron en 1921, pero el inicio de su legendaria notoriedad ocurre con el Canto a España en 1923. Como se sabe, este poema la valió al cumanés el premio del concurso auspiciado por la Real Academia Española de la Lengua, en la ciudad de Santander. El poeta viajó a España a recibirlo y meses después, a su regreso, fue recibido como se reciben a los héroes.

Las 25.000 pesetas del premio le permitieron prolongar su estadía en Europa. Viajó por Francia e Italia antes de regresar a Madrid, donde recibió la distinción de ser el único invitado a la Cena de Año Nuevo ofrecida a los miembros por la Real Academia de la Lengua. Conoció personalmente a Antonio Machado y Ramón del Valle Inclán, figuras relevantes de la Generación del 98. Y a otros notables como Jacinto Benavente, Francisco Giner de los Ríos y Antonio Maura, director de la RAE. También compartió vinos y tapas, con jóvenes poetas de lo que constituirán la generación del 27, entre ellos Gerardo Diego.

Estuvo en España ocho meses, escribió y publicó la novela El amor no fue a los toros y un poemario, Las cuatro puertas, de los cuales no se conservaron ejemplares. El poeta poseía un magistral señorío de la palabra, considerado por ello como uno de los oradores notables del país y como poeta, fue artífice de una obra fecunda de amplia tesitura, a ratos sencilla popular, a ratos refinada exquisita.

Andrés Eloy Blanco, poeta, ensayista, cuentista, dramaturgo y orador. Es una de las figuras más representativas de la Generación del 28. En 1916 inicia su carrera literaria con su poema «Canto a la espiga y al arado».

Por definición él fue poeta de varias tendencias, complejo en su expresión y en los rumbos de su acierto lírico. Es poeta civil, político, intimista, de vanguardia, poeta universal, poeta americano, poeta de su tiempo, pero poeta también del pasado. De vanguardia como lo demuestra en su poemario Baedeker 2000, un libro, a mi modo de ver una pieza notable dentro de nuestra expresión vanguardista.

Lo que más me impresiona de este libro es la poderosa imaginación de índole narrativa utilizada para exponer un mundo. Para ello, Blanco echa mano de una serie de recursos vanguardistas que podrían asociarse al futurismo, ultraísmo, surrealismo, el creacionismo hispanoamericano o a una lectura combinada de estos, los cuales tuvieron una marcada influencia en la literatura de la posguerra europea (el término “vanguardia” tiene un origen militar), y que luego fueron asimilados en América de manera progresiva; así tenemos que el Ultraísmo español influenció poderosamente la poesía de Jorge Luis Borges entre 1919 y 1922; también dieron origen a un movimiento tan radicalmente personalizado como el creacionismo de Vicente Huidobro, a quien se ha señalado como el iniciador de la vanguardia en castellano con la publicación del poema «Ecuatorial» en 1918; o el caso notable de César Vallejo, cuyo libro Los heraldos negros (1919) condensa toda una experiencia vanguardista tamizada por una personalidad de ancestros indígenas peruanos, en ocasiones guiada por un dilema existencial que se debatió entre París y España; en Venezuela, el caso de Salustio González Rincones, que publica sus Trece sonetos con estrambote a sigma (1922) y La Yerba Santa (1928), como ejemplos de la variedad de las resonancias de la vanguardia en América.

Blanco, en el título de su libro, alude paródicamente al de una de esas guías turísticas, que se propone recorrer, en su viaje poético, un periplo de lo que será Venezuela para el año 2000. Con su don verbal y humor extraordinario, Andrés Eloy Blanco consiguió en éste uno de sus más felices momentos poéticos, que influenció a otros nota­bles poetas venezolanos como Alarico Gómez, Miguel Otero Silva, Job Pim y Aquiles Nazoa. Pero no sólo a ellos. También a otros nos legó la firme lección de su aguda inteligencia y de su privilegiada sensi­bilidad, con una voz que fue capaz de anticiparse al porvenir dando muestras no sólo de un gran amor por su país, sino por muchos de los hombres que habitan buena parte de la Tierra. Pues ese es, a fin de cuen­tas, el Andrés Eloy Blanco que permanecerá.

La mayor parte de su obra se detiene en el aspecto popular de su poesía, y algunos críticos, de manera despectiva, se refieren sólo al verso fácil, a la improvisación momentánea, como si escribir para el pueblo no fuera en realidad la más alta aspiración de un poeta, la máxima excelencia.

Andrés Eloy Blanco era un hombre de una amplia cultura literaria, filosófica, jurídica, política, científica y técnica; esta amplitud de conocimientos se aprecia en sus discursos y conferencias de la más variada temática. Es por encima y antes que todo, un poeta culto que lleva al pueblo, en la interpretación auténtica de los valores contenidos en su alma, las que son preocupaciones de su época. Sin embargo, su poesía es muy amplia en cuanto al contenido, es un escritor que pasa con singular maestría de lo histórico a lo amoroso, de lo íntimo a lo foráneo, de lo general a lo colectivo, de lo popular a lo culto, de lo universal a lo nacional.

Decir que Andrés Eloy es el poeta de Venezuela, como lo hace Miguel Otero Silva, es elevarlo a la más alta categoría que pueda alcanzar poeta alguno, «ninguno encarna, como lo hace a todo trance Andrés Eloy Blanco, el poeta de este pueblo y de esta tierra. El poeta cuyos versos repiten los venezolanos a media voz cuando amamos, cuando sufrimos o cuando compartimos», o como lo reseña Prieto Figueroa: «Su tarea de poeta del pueblo es la expresión de un proceso de decantación, de sublimación, que lo va acercando lentamente a la prístina fuente que mana confusa del alma popular».

El propio Andrés Eloy narra cómo llegó a convertirse en el poeta del pueblo de Venezuela. De cómo el dolor y la sangre le dieron el tono que buscaba, la esperada voz querida por él y que anuncia en la introducción de su poemario Poda. Él nos cuenta: «Yo fui poeta de juegos florales y corría el tremendo riesgo de llegar a ser el más cortesano de los poetas o el más poeta de los cortesanos… para encontrarme conmigo mismo, para encontrar mi propio camino, el que yo no había olvidado porque no lo había perdido nunca… Yo soy, pues, y me enorgullezco de decirlo, un discípulo del pueblo… y que mucho después, cuando el pueblo mismo, el dolor de ese pueblo, la angustia de ese pueblo como el mejor de los maestros, hizo de mí, hasta como poeta, un hombre distinto del que yo era, y no me quejo».

Por encima de cuanto escribió resplandece el hombre, la calidad humana que hizo de Andrés Eloy Blanco el más claro testimonio de la consagración de una vida al servicio de la nación, o como diría Picón Salas: «Intérprete cabal del refrán, el mito y la tradición vernácula».

Sobre Simón Bolívar:

“Se ha citado mucho a Bolívar; pero Bolívar sirve para todo… A Bolívar no se puede citar sino con cuidado… Bolívar sirve para justificar un acto de represión.

El Bolívar de 1828, llevando al arzobispo de Bogotá como miembro del Consejo de Estado, es un dictador en pleno ejercicio de la dictadura; y el Bolívar de 1830 ya no es sino el desprendimiento del creador amargado por la creación.

Pero Bolívar es oceánico. Es el árbol: el que quiera una fruta para darle qué comer a alguien, allí está Bolívar frutal; el que quiera una estaca para darle golpes a un yangüés, allí está Bolívar con ramazones; el que quiera una cruz para clavar a alguien, allí tiene a Bolívar con sus ramas cruzadas; el que quiera una flor para adornar la frente de la patria, allí está Bolívar florecido, y el que quiera una sombra para esconderse y ocultar una trampa o disparar un perdigón sobre algún incauto pájaro electoral, allí está Bolívar frondoso”.

* yangüés, sa

  1. adj. Natural de alguno de los pueblos que llevan por nombre Yanguas. U. t. c. s.
  2. adj. Perteneciente o relativo a Yanguas o a los yangüeses.

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Yangüeses en Don Quijote e impresor de La Cuesta

Publicado en 11 diciembre, 2013

Los eruditos siguen todavía debatiendo acerca del capítulo XV de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha en el que el caballero de la triste figura y su fiel escudero Sancho son apaleados por unos arrieros que, los cervantinos contemporáneos son prácticamente unánimes en identificarles como yangüeses sorianos.

Andrés Eloy, Rómulo Gallegos y Doña Bárbara

La novela comenzaba (había escrito el autor): “Un bongo remonta el Arauca bordeando las barrancas de la margen meridional”, pero Gallegos decidió modificarla de esta forma —se dice que a sugerencia del poeta Andrés Eloy Blanco—: “Un bongo remonta el Arauca bordeando las barrancas de la margen derecha”.

El poeta Andrés Eloy Blanco fue abogado de Doña Bárbara. El poeta, que también fue un eminente hombre de leyes, ejerció su profesión de abogado en Apure, y fue contratado para defender a doña Francisca Vásquez de Carrillo (la Doña Bárbara de Rómulo Gallegos). De modo que fue el poeta quien le presentó a Gallegos a la mujer que sería su personaje, conocida en vida como Pancha Vázquez en las sabanas del bajo Apure.

Fue Andrés Eloy quien le comentó las características de esta mujer al escritor Rómulo Gallegos. Era toda una mujer que se parecía a un hombre para jinetear caballos, y enlazar cimarrones, codiciosa, supersticiosa, sin grimas para quitarse de por delante a quien le estorbase.

A la muerte del poeta

Como lo dijera León Felipe frente al féretro del cumanés Andrés Eloy Blanco:

“¡Aquí no ha muerto nadie! Al que vamos a enterrar es un poeta. Está tendido pero no está muerto. ¿Está mudo? ¡No está mudo! Un muerto no habla ni canta… y este poeta sigue hablando y cantando. 

Todo gran poeta sigue hablando y cantando, después del salto mortal ¡no está muerto!”.

Para finalizar, conviene decir que el grande Andrés Eloy Blanco pertenece a la generación que hizo el tránsito de la Venezuela rural a la urbana, que le atribuyó al estado un papel protagónico, para bien y para mal, en el desarrollo de la sociedad y que, en pocas palabras, hizo de la democracia su proyecto histórico.

Si usted no ha leído a Andrés Eloy Blanco, se ha perdido una Venezuela necesaria para enorgullecerse, para llenarse el espíritu de la historia que hay que ondear al aire como bandera de dignidad y amor. Y como él mismo diría:

“Tengo dos hijos tierra, tengo dos hijos cielo, el andar que buscaba para el último paso, las alas que pedía para el último vuelo”.