Querida y amada Carolina:
Rara esta carta de un hombre casado dirigida a una mujer que tiene novio, quien es, además, uno de mis mejores amigos, pero, querida Carolina, el amor es así: ¡no respeta!
Tengo la mala costumbre de enamorarme de mis amigas mujeres (hoy en día eso hay que aclararlo). Gracias a esa mala maña, no soy virgen. Y es que, con esta cara y este cuerpito, jamás he logrado empatarme con mis enemigas, sólo he tenido chance con las amigas.
Lo peor, mi dulce amada, es que no me importa mucho si las damas en cuestión me hacen caso o no. Cualquiera que sea la circunstancia, yo asumo la irresponsabilidad de mi amor. Me he enamorado de ti, adorada Carolina. Eres irresistible, no sólo por tu obvia beldad física, sino porque además eres inteligente, simpática, emprendedora, locutora, escritora, mecena, madre de tres hermosas hijas: Tuti, Sofía e Irene y ante la magnitud de la dulzura de esas maravillosas niñas, creo que a la brevedad deberías seguir pariendo.
Carolina, tienes una casa preciosa y una familia de abolengo. Tu sonrisa es un poema y tus arrecherras bíblicas, sólo son comparables con la aversión que tienes en contra de los Papas. Eres, además, la atea más creyente que conozco, por creer en la belleza y en la bondad del ser humano.
Carolina, tienes un automóvil buenísimo que nunca se echa a perder, con cauchos inexplicablemente siempre limpios. Eres elegante sin ser ostentosa, difícil verte mal vestida. Recuerdo un día que imprudentemente visité tu hogar. Era muy temprano y fui a buscar una mano de cambur que me ibas a regalar. Quedé patidifuso ante tu presencia. Vestías una seductora bata azul moteada, adornada con pompas de algodón rosado y un cordón dorado atado a tu cintura que destacaba tus voluptuosas curvas. Recuerdo, con cierta vergüenza que, ante tal pinta mañanera, me ruboricé, bajé la vista y tuve el privilegio de visualizar tus hermosas pantuflas; poco tiempo después, me enteré de que esas pantuflas, fueron un regalo que te hizo Madame Glamour. Qué saltos de cama tan glamorosos, de satén verde brillante, adornados con enormes perlas y ni hablar de tu cabello recogido con una gran peineta española de carey, que según me dijiste, te la obsequió tu cuñado Antonio Vasco. Allí, en ese momento, mientras me entregabas los cambures, pensé: esto es mucho para mí … y eso que nada más eran seis cambures titiaros.
Como si fuera poco, mi impoluta amada, conozco al padre de tus hijas y a Luis, tu novio actual y, de verdad, cuando veo a esos adonis que están tan buenos, me siento algo humillado porque sé que con mi físico no puedo competir por tu amor.
A mi favor, sólo me queda el humor, la cocina, la labia y la escritura, esa es la razón por la cual te escribo esta carta. Espero que mis otros amores, a quienes tú conoces, no se pongan bravas, me refiero a Ángela Oraa, a Kiara, a Shia Bertoni, y a mi actual y bellísima esposa, tu amiga Jeanette Ortega. Yo me he sincerado con ellas con respecto a lo que siento y todas me apoyan. Todas comprenden que es imposible que alguien no se enamore de ti.
Aprovecho esta carta de amor para decirte que desde que tu maravilloso programa en Éxitos 99.9 FM ya no está en las mañanas de los sábados y los domingos, los fines de semana ya no son lo mismo. Por tu ausencia, hay un espacio que perdió sentido, dejando un vacío en mí y en muchos quienes, al igual que yo, también te aman.
Durante catorce años nos acostumbraste a escuchar un programa fuera de serie, elegante, informativo, una guía cultural que contaba con la presencia de la exquisita y divertida Madame Glamour y sus entrevistas al jet set nacional e internacional.
Soy, he de admitirlo y confesarlo, un esclavo oyente de Unión Radio 99.9 FM. Alguna vez les escribí a ellos una carta quejándome por la música que colocaban. Eso lo han mejorado. Pero ahora, a los amigos de la directiva de Unión Radio, quiero hacerles una pregunta: ¿por qué joder lo que está bien, aquello que sirve y que además tiene muchos patrocinantes? ¿Por qué?
Carolina, disculpa que en una carta que, por ser de amor debería haber sido sublime, haya escrito la palabra joder, pero no hay otra forma de llamar ese exabrupto. Ojalá los amigos que dirigen el circuito reflexionen, entren en razón y permitan que los oyentes vuelvan a ser felices con tu programa radial.
Qué broma, cariño mío. Mi carta de amor, sin darme cuenta, se convirtió en una de protesta; no quiero despedirme sin decirte que tu programa continúa vivo en el corazón de los venezolanos quienes te seguirán a donde quiera vayas. Ten la certeza de que yo lo haré de manera incondicional.
Salúdame a tu bella hija Tuti, la niña grande que irradia amor. Dale también de mi parte un fuerte abrazo a Luis, mi rival, dile que no sabe cuánto lo envidio y que no se descuide contigo porque yo estoy aquí como caimán en boca e’ caño.
Se te ama, obviamente, con locura radial más allá de 99.9.
@Claudionazoa