Quizá sensiblero o quijotesco, iluso o soñador, pero siempre es bueno insistir en que nada humano nos puede ser ajeno; la peor gestión es la que no se hace.
De seguidas la misiva que se nos ocurrió hacer pública hace exactamente un año, pero vistas las circunstancias invariables que la motivaron, penosamente, he considerado pertinente su reenvío, con algunas leves variantes.
En ocasión de la temporada pascual, con su carga de fe y esperanza, les hice una propuesta humanitaria a todos los dirigentes políticos de Venezuela, tanto del sector oficialista como del opositor: recoger firmas y entregárselas al aposentado en Miraflores, para que en nombre del “humanismo socialista” que pregona, dicte medidas de libertad a todos los presos políticos, en especial a quienes están en prisión sin que hasta ahora se les haya dictado sentencia.
A los dirigentes oficialistas les recordé que los presos políticos y sus familiares pasarían una muy triste Navidad más en las mazmorras del Sebin, Ramo Verde, entre otros no menos oprobiosas; que copartidarios del presidente Hugo Chávez, al parecer han olvidado que su máximo jefe, en el año 1994 recibió la gracia presidencial del sobreseimiento de su causa de parte del presidente Rafael Caldera, en secreto acuerdo con el jefe adeco Luis Alfaro Ucero y el apoyo de los miembros del Alto Mando Militar.
No olvidemos que Chávez salió de Yare gozando de todos sus derechos humanos, incluso los políticos, desde luego.
Todos ellos -me refiero a todos los candidatos presidenciales en 1993- estuvieron de acuerdo con otorgarles la libertad a los militares alzados en 1992, dizque “para sanar las heridas en las fuerzas armadas causadas por los levantamientos del 4F y el 27N” con sus secuelas de heridos y muertos que enlutaron a humildes hogares venezolanos.
Igual llamado formulé a los dirigentes del sector opositor: los presos políticos van a pasar una Navidad más en los calabozos señalados, sin mediar sentencias, con juicios amañados, y la justicia lejana; víctimas de juicios aplazados vulgar e inconstitucionalmente, mientras la Fiscalía y la Defensoría son incapaces de velar por el Estado de Derecho.
Como se sabe, el sobreseimiento es la terminación anticipada de un proceso penal en el que aún no ha habido sentencia y que se declara concluido por razones de interés general y se fundamenta en el artículo 54, numeral 3 del Código de Justicia Militar, que atribuye al Presidente de la República la facultad de «ordenar el sobreseimiento de los juicios militares, cuando así los juzgue conveniente, en cualquier estado de la causa».
En entrevista con César Miguel Rondón el 2 de junio de 2003, el presidente Caldera dijo que “la libertad de Chávez fue una consecuencia de la decisión que se había Tomado con todos los participantes de los alzamientos del 4 de febrero y del 27 de noviembre” que comenzó a dictarlos el propio presidente Pérez, “que fue el presidente que estaba en Miraflores cuando ocurrió la sublevación; continuaron durante el gobierno del presidente Velásquez y cuando yo asumí habían puesto en libertad a casi todos, por no decir a todos, los participantes de la acción”.
En esa entrevista Caldera también recordó que Claudio Fermín, Oswaldo Álvarez Paz y Andrés Velásquez, sus principales rivales en la contienda presidencial del 93, se pronunciaron públicamente a favor de una amnistía general para todos los golpistas del 92 y se comprometieron a ponerlos en libertad.
Vale la pena también recordar que el 2 de abril se produjo la “marcha del silencio” que exigía la libertad de los insurgentes y la renuncia de Carlos Andrés Pérez y el 27 de abril el propio ministro de la Defensa, general Fernando Ochoa Antich, visitó personalmente a los detenidos en el Cuartel San Carlos y prometió abogar para que fueran puestos en libertad “siempre y cuando demuestren un sincero arrepentimiento por sus acciones en contra de la institucionalidad».
Hugo Chávez fue liberado el 27 de marzo de 1994 tras el sobreseimiento que le otorgó Caldera, como parte de un acuerdo político con sectores de izquierda, como el MAS y el PCV, para lograr apoyo a su gobierno.
Hoy en Venezuela hay activistas, estudiantes, empresarios y militares venezolanos, o detenidos por razones políticas o por orden presidencial, con juicios paralizados por órdenes superiores, o exiliados por temor a ser detenidos sin fórmula de juicio, de acuerdo con denuncia ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, también llevados a la Corte Penal Internacional de La Haya. Violación de las garantías judiciales para los detenidos, lapsos incumplidos, los jueces no dan las audiencias correspondientes y cualquier excusa es válida para mantener paralizados los procedimientos.
El reciente Informe del Comité de Torturas de la ONU es sencillamente demoledor. Da cuenta del estado de las cárceles en Venezuela, los vejámenes y trato inhumano y cruel a los presos, y en fin, un largo etcétera que define y describe el bodrio en que se ha convertido la administración de justicia en Venezuela.
Los políticos en Venezuela tienen dos enemigos: un Poder Judicial que es la negación de la justicia y el olvido por parte de la nación.
Tienen la palabra la dirigencia política y Nicolás Maduro, quien en este preciso instante, o está compartiendo con su honorable familia, o pensando cómo hacerlo en estos tiempos de adviento y Navidad.
No sé si con hallacas con precios solidarios y musculosos perniles de cochino.