Frecuentemente, se nos pueden presentar ciertas dudas cuando nos encontramos con personas en nuestro entorno que emiten su opinión sobre nosotros. Por eso, se hace necesario analizar cómo esto nos afecta, para saber cuál es la manera más adecuada de hacerle frente. En este sentido, de entrada, debemos evitar que lo que piensan otros influya en nosotros, pues la percepción que tienen de nuestra realidad es demasiado parcial.
Digamos que estas opiniones generalmente se basan en sus propias ideas, por lo que generan una versión en su mente de nosotros, partiendo de su intuición. Ante todo, es propicio recordar que nadie tiene derecho a juzgar a los demás, pero cuando la intención es hacer una crítica constructiva debemos tomarlo con la autoestima suficiente para no permitir que nos afecte emocionalmente. Si se trata de un juicio que estamos emitiendo sobre otra persona, se requiere ser cautelosos para no herir susceptibilidades.
Sin duda, de alguna manera queremos llevarnos bien con todos, que tengan una buena opinión de nosotros, pero es muy difícil. Por eso, debemos evitar que esto nos limite. Lo importante es no permitir que nuestra vida gire en torno a juicios ajenos y sean determinantes. Es necesario evitar que nos cause angustia, preocupación, incertidumbre, sabiendo apelar a nuestro amor propio y al conocimiento que tenemos de nosotros mismos. En la medida en que comprendamos bien tanto nuestras debilidades como los atributos favorables que tenemos, nos dará la confianza y seguridad requerida para adoptar la mejor actitud.
Del mismo modo, los cuestionamientos internos con frecuencia nos hacen sentir inseguros. Es negativo cuando nos hacemos preguntas sobre si estaremos actuando de forma adecuada y nos dificulta defendernos ante las críticas de los demás. Para enfrentar esta situación debemos contar con mucha personalidad, estar claros con respecto a cuánto valemos, actuar en el marco de las normas de convivencia y respetar a los demás para poder exigir la misma consideración hacia nosotros.
A modo de conclusión, no podemos olvidar que las personas tienen sus gustos, sus preferencias, por lo cual es difícil agradar a todos. Es muy arduo encajar en cada tipo de personalidad, en sus rasgos o parámetros individuales. Por otro lado, al ser un factor externo está fuera de nuestro control. Por esta razón, puede resultar agotador y consumir nuestras buenas energías. En lugar de dedicar tiempo a preocuparnos por las opiniones ajenas, es mejor invertir esta atención en nosotros mismos.
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