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May 13, 2025


5 preocupaciones del cine ante el arancelazo

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aranceles

Getty Images

Para predecir el impacto de las medidas arancelarias sobre el cine y Hollywood, podemos recurrir al pasado y a la historia del séptimo arte.

En mi caso, pasé tres años cursando Economía en la UCV (no me gradué al cambiarme de carrera para estudiar Comunicación Social), y mi comprensión del asunto se fundamenta en ello.

Aparte, doy clases universitarias de análisis audiovisual, partiendo de su contexto financiero.

¿Qué sucederá con la meca y la industria, en los próximos meses?

Pregunta difícil de responder, porque el «Día de la Liberación” de Trump todavía está muy fresco, puede revertirse o emplearse como arma de negociación a corto y largo plazo. Aunque no lo parezca y se juzgue superficial o moralmente, hay un plan en camino, uno de shock, impulsado por un grupo de asesores, cuyos intereses residen en relocalizar la industria en Estados Unidos, generando más empleos en los centros del país.

El objetivo es provocar una crisis en el sistema de la segunda posguerra, para retornar los cimientos de producción a suelo americano, después de años de descentralización mundial.

Una globalización que, por cierto, benefició al planeta y a Estados Unidos. Pero el equipo de Trump tiene su proyecto de reseteo entre ceja y ceja, no lo cambiará o levantará de la noche a la mañana.

Tomando el “arancelazo” como punto de inflexión, aquí van mis apreciaciones y reflexiones en su impacto cinematográfico.

1) Los expertos aseguran que no debe cundir el pánico, pues la medida no afecta directamente a los servicios, como el streaming y la producción de películas o series, sino a los bienes. No obstante, los especialistas de Wall Street aseguran que Hollywood sí será afectada por la recesión que se avecina y por la inflación que estalló como consecuencia inmediata de la subida de aranceles. Los presupuestos se abultarán, se reducirán las nóminas y las producciones para paliar la crisis, se perderán fuentes de empleo en el negocio. De manera que hay preocupación en las centrales de creación de contenido.

2) Se habla de una disminución en dos sectores estratégicos: el consumo y el marketing. El primero tendería a descender, afectando la taquilla. Es decir, la gente iría menos al cine, pagaría por menos servicios de streaming, para destinar su presupuesto a fines de protección en comida y mantenimiento familiar. En segunda instancia, las partidas de publicidad se comprimirían en el extranjero, debido a la incertidumbre y al clima de conato de guerra comercial.

3) Mi contribución personal al debate viene a continuación. Llevo años estudiando el impacto de la depresión sobre el cine en la década de los años treinta. Los estudiantes que han tomado mis cursos saben de lo que hablo (a veces puedo ser un poco intenso con el tema). Mi preocupación es que estemos volviendo al mismo escenario, amén de un remake de aquellos tiempos de aumento de aranceles, contracción, repliegue de fronteras y un mundo al borde de diferentes confrontaciones frías o en caliente. Ojalá no se repita el desenlace de la historia, el contexto que condujo a la Segunda Guerra Mundial, donde el cine se apagó, censuró y se convirtió en un arma. Apuesto y abogo por la paz, la mesura. Pero las causas que originaron el Crack del 29, ahora se remedan más como parodia, o un drama que se puede evitar.

4) En Europa están de los nervios por varios motivos. Se han filtrado papers que indican que la política actual de subsidiar producciones en Europa, por los compromisos de producción internacional, van a cesar en lo inmediato. Así que se teme una parálisis y una suspensión de cantidad de proyectos que dependen de las relaciones bilaterales, entre Hollywood y Europa. Afirman los conocedores del viejo continente que el plan de Trump es volver a la edad dorada del cine de la meca, planteando una política de máximo proteccionismo. Aquí tengo varios apuntes y disensos. Hollywood se hizo grande, no por un desarrollo proteccionista, sino gracias a la apertura global de sus mercados. De hecho, Hollywood se ha beneficiado de lo que se llama el criterio de la producción en fuga, que permite que montones de franquicias se rueden en países como el Reino Unido y Australia, a cero impuestos, valiéndose de miles de incentivos de naciones extranjeras, para movilizar sus economías. De modo que un bloqueo internacional, afectaría el sistema imperante del que se beneficia la industria. Por último, el proteccionismo audiovisual empobrece la oferta, limitando sus opciones. Es lo que ocurre en países de partido único y listas de estrenos, como China, provocando desinformación, falta de acceso a contenidos y una audiencia aislada del desarrollo internacional del cine. Así que pilas.

5) Por último, parece que la guerra de OpenAI y Ghibli es la punta del iceberg de lo que se viene en materia de conflicto de patentes y de propiedades intelectuales. Mientras las redes sociales asisten a una digestión propagandística del tema, en plan “hazte tu foto de Miyazaki que no pasa nada”, en realidad la procesión va por dentro. Las IPS no son juego de carrito y suponen unas de las industrias básicas del cine. Son las que sostienen el negocio del theatrical, de la exhibición, porque las 10 películas taquilleras, en los últimos años, son producciones de propiedades intelectuales como Marvel, DC, Disney, Mattel y Nintendo. Por tanto, todas estas empresas van a querer proteger sus propiedades intelectuales, antes que se las pirateen en ChatGPT. Mínimo opondrán resistencia, de lo contrario su estructura, su operación correrá el riesgo de diluirse y extinguirse. Por eso, el correlato de la guerra de aranceles, en el ámbito audiovisual, es la rapiña de OpenAI de la propiedad intelectual de Ghibli en Japón. Es parte del conflicto que se vive y que veremos.

Si me preguntan, prefiero el escenario de libre mercado, cero barreras de aranceles y un capitalismo con sus problemas, pero no digitado o intervenido por quienes piensan que van a inventar la rueda de algo que tiene sus leyes desde la filosofía de Adam Smith, quien fue el primero en criticar políticas de bloqueo y presión para conseguir resultados que la mano invisible regula mejor, que una cartilla de decretos mágicos, centralistas, nacionalistas y populistas. En Venezuela se pensó que, por igual, sustituiríamos importaciones por decreto y voluntad. En Venezuela se pensó que se fundaría un nuevo Hollywood, amenazando con bloquear y cerrar el mercado.

No pasó y los espectadores votaron, prefiriendo mantener el orden existente en la cartelera, menos regulado por el Estado.

A veces, como indica el sentido común, a la economía hay que dejarla respirar y dejar quieto lo que está quieto.

Espero que reine la razón y que el cine no sufra un backlash, otro más que ponga en riesgo su ya estado de delicada salud.

 

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