Según el Acuerdo del Congreso condenando el frustrado golpe del 4 de febrero de 1992, los alzados pretendían asesinar a Carlos Andrés Pérez. Sin embargo: “Casi de inmediato, sin mayor investigación, cerca del 95% de los oficiales alzados volvieron sin castigo a sus cuarteles como si no hubiese pasado nada. En este grupo se incluyó al capitán Miguel Rodríguez Torres, el avieso jefe del asalto a La Casona” (General Peñaloza en El delfín de Fidel: la historia oculta tras el golpe del 4F). Reintegrados al servicio activo, se iniciaron los sobreseimientos (Gaceta Oficial N°34.936 del jueves 2 de abril de 1992), suspendiendo el juicio a 42 oficiales, entre ellos Henry D’Jesús Rangel Silva, Jesús Rafael Suárez Chourio y Rodolfo Clemente Marcos Torres.
El 27 de abril de 1992 (no habían pasado tres meses del 4F) el ministro de la Defensa, Fernando Ochoa Antich, visitó a los detenidos en el Cuartel San Carlos “y prometió abogar para lograr que sean puestos en libertad, siempre y cuando demuestren un sincero arrepentimiento por sus acciones en contra de la institucionalidad”.
Luego del reemplazo a CAP, por cierto, con la aprobación unánime de los senadores de AD, el presidente Velásquez continuó con los sobreseimientos, entre ellos el del capitán Diosdado Cabello. El 27 de diciembre de 1993, según Últimas Noticias, el entonces ministro de la Secretaría, Ramón Espinoza, declaró: “Yo les puedo dar la seguridad de que Hugo Chávez, Arias Cárdenas y demás procesados militares y civiles saldrán en libertad antes de que Rafael Caldera asuma la Presidencia”.
En febrero de 1994 la prensa informó que habían sido sobreseídas las causas de 270 beneficiados antes de la instalación del nuevo gobierno y no se había dictado ni una sola sentencia condenatoria a los que supuestamente querían asesinar al presidente Pérez. Ni siquiera a Chávez, que estaba convicto y confeso desde el 4 de febrero de 1992. El día 8 de ese mes, La Causa R introdujo en el Congreso un proyecto de Ley de Amnistía.
Rafael Caldera explicó su decisión en entrevista con César Miguel Rondón, el 2 de junio de 2003: “Sería contrario a todas las normas jurídicas que se hubiera sobreseído el juicio que se les seguía a los demás oficiales y se hubiera mantenido a Chávez en la cárcel por el temor de que pudiera llegar a ser presidente. Temor que nadie compartía en ese momento”.
Los partidarios de CAP han hecho rodar hasta la saciedad un segmento del programa Primer Plano del 22 de noviembre de 1998, para destacar que éste profetizó la dictadura de Chávez. Ese programa hay que verlo completo. También dijo que Chávez sería un dictador acordado con Estados Unidos para “aislar” a Fidel Castro, y que en 2005 “Venezuela avanzaría velozmente hacia su auténtico desarrollo”.
Pero lo más grave fue su comentario tan negativo a Henrique Salas Römer, rechazando al candidato que podía derrotar a Chávez el 6 de diciembre de 1998, al calificarlo como “un hombre autoritario, que no quiere discutir con la gente”.
En ese programa, CAP, en su mensaje final a los televidentes, ni siquiera pidió el voto para su exministro Miguel Rodríguez, entonces candidato presidencial de su partido Apertura y quien no llegó a sacar 20.000 votos en todo el país. Quizás, sin quererlo, logró que muchos de sus seguidores terminaran votando por Chávez.
El 2 de febrero de 1999, instalado el Congreso para la juramentación del recién electo presidente, CAP asistió al acto y le estrecharía la mano a Hugo Chávez…
¡Qué paradoja!
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