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28 de julio

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Cuando oigo la palabra escuálido, siento que Venezuela nunca ha entrado en el siglo XXI. Opino que el vicio del poder es peor que estar enviciado con cocaína. Lamentablemente, hoy Venezuela está manejada por hombres que adoran la delincuencia y apoyan a su gremio y todavía creen en las cenizas de algo que se hizo llamar revolución y que nunca lo fue. Ellos son los dueños del mal lenguaje, donde la mugre sale a flote y podemos ver a Maduro diciéndole a un señor de familia «Viejo decrepito», sin pensar que hombres de una cierta edad han salvado el mundo; como el caso de Winston Churchill, que con sus años combatió y liberó a Inglaterra de la tiranía de Hitler. El modo de cómo hablamos y nos expresamos es la materia prima de cómo pensamos y dice a qué nivel está nuestro intelecto.

Vemos a gobernadores chavistas diciendo que su gallo no puede perder, refiriéndose a Maduro. Es decir, ellos comparan a Venezuela en una gallera. Vemos a Maduro insultando, descalificando y lo más patético ¡Prometiendo! Prometiendo salud, casas, hospitales y muchas cosas más: cuando la campaña electoral de Maduro con su supuesta revolución debería ser, ¡Nosotros hemos hecho! Mostrar sus logros, sus avances arquitectónicos y tecnológicos y de cómo han disminuido la pobreza en todo el país. Ya todos sabemos que es todo lo contrario y que el único avance que ha hecho Maduro y su combo es el avance de sus cuentas bancarias y vivir a todo lujo. Por el lado del señor Edmundo González, se puede notar a leguas que un señor inteligente, ecuánime y pensante. Es un hombre raro para el chavismo, ya que ellos están acostumbrados a tratar con hombres vociferantes resentidos que gesticulan más de la cuenta cuando se toman dos vasos de güisqui.

Pero tenemos que tener muy claros todos los venezolanos que estamos afuera y adentro del país; este 28 de julio nos enfrentamos a estos hombres que vociferan su resentimiento y su odio y que, para sacar a estos señores del poder (le digo señores por un formalismo del lenguaje), hay que tener un poco de astucia y pantalones. Pero, sobre todo, tenemos que estar conscientes de que existe la posibilidad de la total derrota. De que Maduro gane haciendo su fraude descomunal y el mundo, como está tan movido, acepte y deje que el dictador bigotudo siga acabando Venezuela.

No quisiera representar un papel derrotista o de pájaro de mal agüero, como dice el viejo dicho: «amanecerá y veremos» y quisiera subrayar nuevamente que tenemos que recordar que los cuentos de hadas son para niños y que estamos en un mundo donde la mentira es más fuerte que la verdad y que los sujetos que están en Miraflores se saben mover maquiavélicamente.

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