En la mañana del 27 de noviembre de 1951, los exploradores comandados por el mayor del ejército Franz Rísquez Iribarren llegaron al final de una larga y extenuante jornada, la cual se había iniciado varios meses antes: tenían como misión encontrar las fuentes del río Orinoco. A esta empresa, que fue enteramente organizada y financiada por el gobierno venezolano, en la historia contemporánea de Venezuela se le conoce como la expedición franco-venezolana al Alto Orinoco, por cuanto en ella también participaron cinco exploradores franceses, encabezados por Joseph Grellier.
Además de su comandante, el personal profesional de la misión venezolana estaba integrado por José María Cruxent, Luis Manuel Carbonell, René Lichy, León Croizat, Pablo Anduze, Félix Cardona Puig, Carlos Carmona, Jean Marc de Civrieux, Erimar van der Osten y Alfredo Alas Chávez. Entre ellos, en representación de varios ministerios, se contaban especialistas en geología, antropología, arqueología, medicina, cartografía y biología. Por supuesto, el logro de los objetivos planteados, requirió del ingente esfuerzo de un numeroso grupo de ayudantes y obreros.
Tal gesta culminó aquel 27 de noviembre de 1951, en la cima de una elevación de 1.047,35 metros sobre el nivel del mar, que recibió la denominación de cerro Delgado Chalbaud, localizada a 2°19’05” de latitud norte y 63°21’42” de longitud oeste, en la divisoria de aguas entre la cuenca del Orinoco y del Amazonas, que constituye también la línea limítrofe de Venezuela con Brasil. Este punto representa sólo simbólicamente el nacimiento del principal río venezolano, ya que son varios brazos los que dan origen al gran curso de agua. Igualmente, fue simbólico el izamiento de la bandera venezolana en aquella apartada cumbre, puesto que representó la capacidad y la voluntad de nuestros científicos y militares, para explorar la geografía venezolana más remota, darle soporte cartográfico y dejar constancia de la presencia y soberanía de Venezuela en aquellas regiones amazónicas.
En los años que siguieron, la referida empresa exploratoria fue descrita, desde diferentes puntos de vista, por algunos de sus protagonistas. Así, entre 1954 y 1962, Grellier, Anduze, Lichy y Rísquez, publicaron sendos libros en los que narraron, cada uno a su modo, el desarrollo de la expedición. Estas obras, del mayor interés para el estudio de la geografía y de la historia del Amazonas venezolano, son actualmente de escasa presencia en las bibliotecas del país. Mucho más recientemente, a este acervo bibliográfico se sumó el libro de Julieta Salas de Carbonell, basado en los archivos y recuerdos del médico Luis Manuel Carbonell, antes citado.
Sin embargo, el primer libro sobre la expedición, publicado en español, se debe a Alberto Contramaestre Torres (1927-2014), un protagonista menos conocido, pero de igual importancia para el éxito de aquella hazaña, quien, para la época, con el grado de teniente del ejército, se desempeñaba como oficial auxiliar de la Jefatura de la Segunda Sección del Estado Mayor General, organismo que desempeñó la dirección de la expedición. Contramaestre Torres tuvo entonces la responsabilidad de coordinar, durante 157 días, los enlaces por radio entre los expedicionarios y la Jefatura en Caracas, con el propósito de dar apoyo logístico a los exploradores, a lo largo de todo su trayecto por el curso alto del Orinoco.
El libro de Contramaestre Torres, La expedición franco-venezolana al Alto Orinoco, fue publicado en 1954 por la Dirección de Cartografía Nacional y, al igual que los primeros nombrados, resulta de difícil consulta hoy en día. En 1962, Contramaestre Torres obtuvo el grado de geógrafo en la Universidad Central de Venezuela y emprendió una carrera docente de más de cuarenta años, desarrollada en el Instituto Pedagógico de Caracas y en la Universidad Católica Andrés Bello. Fue, además de fundador y encargado de la Jefatura de la antigua Sección de Geografía del Estado Mayor Conjunto, representante del Ministerio de la Defensa en el Consejo Nacional de Fronteras, asesor de la Secretaría del Consejo Nacional de Seguridad y Defensa, así como de la Comisión de Negociación de Áreas Marinas y Submarinas con la República de Colombia.
A los 86 años (2013), Contramaestre Torres, uno de los principales exponentes de la organización, modernización, investigación histórica y enseñanza de la cartografía venezolana, preparó una segunda versión de La expedición franco-venezolana al Alto Orinoco. Como gran parte de su obra, este trabajo permanece inédito; podría decirse que mudo testimonio de la vida de un militar venezolano profundamente civilista, destacado geógrafo y dedicado docente, preclaro ejemplo de que, en el estudio y resguardo de la geografía patria, no tienen cabida las improvisaciones.
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