El chavismo destruyó el país, la educación, la prensa libre y se robó la historia. La claque se transmutó oligárquica al copiar al calco los hábitos de consumo de la “pervertida” burguesía.
La nación quiere ser dueña de su destino y desterrar la corrupción infame. Ser coherente con los principios no significa intolerancia. Se niega a hacer potable a la maldad y convivir con la levedad del mal. Recordamos que el galáctico llamaba buenaños a los malandros. Con la impunidad campante la moral dejó de funcionar. En 1998 de cada 100 homicidios se generaban 112 detenidos. En 2004, se comenzó a observar un cambio, de cada 100 homicidios solo 9 o 10 detenidos. Son 25 años de impunidad y de malas prácticas.
El chavismo con su modelo fracasado de Estado “el socialismo” está reñido con el trabajo: sostiene que no están para trabajar, sino para utilizar el poder a su favor.
Destruyeron el salario y el trabajo, el empleo como fenómeno social que empodera a la persona para resolver sus problemas. La lógica de la sociedad dependiente necesita del poder para que le resuelvan sus problemas. La pobreza y la desigualdad son ejes transversales que atraviesan a la población.
La buena noticia es que el panorama desolador descrito se revierte con más democracia, con el control de su destino por parte de la población. La institucionalidad es mejor que el crimen organizado. La libertad es el desiderátum.
Es un dato alentador que las tres cuartas partes de la gente prefiere la libertad a la igualdad. Cayó en cuenta que la igualdad socialista nivela por abajo. Auspiciosa resulta esta preferencia a pesar de la persistencia, durante dos décadas, de predicar lo contrario.
El chavismo se quedó sin eslóganes, utopías y promesas, el socialismo lo mataron ellos mismos. Nadie compra el señuelo envenenado del esquema normalizador de la usurpación. Nadie los quiere. Siguen ocurriendo crímenes de lesa humanidad, como un plan de terror desplegado desde el poder.
No hay curso electoral. Lo que tenemos es un epifenómeno llamado juego electoral. Es como fundar una ciudad de arena que, aunque parezca real, no se sostiene en el tiempo, resulta un simple fogonazo de puro artilugio. No hay condiciones, esa cosa no se puede llamar elecciones. Sin embargo…
Sin embargo, hay un fenómeno de resistencia democrática masiva que grita libertad, libertad, libertad. Un movimiento telúrico enorme recorre Venezuela a cargo de una mujer que se ganó el liderazgo a pulso, con trabajo y coherencia. Fue la única valiente que desafió al propio Chávez en el parlamento.
Se respira esperanza, empuje y convicción democrática. Es el mejor escenario de resistencia que hemos tenido en 25 años de opresión y malas prácticas.
¡Libertad para Javier Tarazona, los policías metropolitanos, los comandos de Vente, Rocío San Miguel, Dignora Hernández, Henry Alviarez, Carlos Julio Rojas y los hermanos Guevara! ¡No más prisioneros políticos, torturados, asesinados ni exiliados!