OPINIÓN

21N, la gran derrota: Nicolás Maduro-Henrique Capriles

por Juan Francisco García Escalona Juan Francisco García Escalona

 

Los responsables del fraude

El régimen de Nicolás Maduro es el padre de todos los eventos electorales fraudulentos; sin embargo, no puede perpetrar su ejecución  sin el patrocinio y la complicidad de figuras de la MUD y de la llamada alianza electoral (alacranes), quienes han sido corrompidos a efectos de ir en contra de Juan Guaidó, en el intento de debilitar la consecuente estrategia de carácter internacional, que ha logrando desestabilizar a la dictadura.

Detrás de estos dos sectores, (MUD y alacranes) un personaje; Henrique Capriles, con la ambición de constituirse en el líder de la oposición. Hábilmente, tejiendo compromisos oscuros le acompañan Henry Ramos, Julio Borges, e incluso Leopoldo López, quien aparece con ciertas ambigüedades en la dirección del fraude electoral, dejando al llamado G4 en condiciones precarias, ante el abrumador rechazo de la población.

Este renglón no debe escapar Manuel Rosales, quien tiene habilidades de ajustarse a la media que le imponga la dictadura, falta por ver si atiende el llamado a la democracia del pueblo que lo respaldó, o será el nuevo candidato del régimen para dividir la política de Juan Guaidó.

En consecuencia del plan anti-Guaidó, el 21 de noviembre, hay que sentenciarlo desde un punto de vista restringido, a pesar de sus anchas dimensiones, no fue más que un epílogo; el epilogo de los errores, y las complicidades históricas, que a su vez se constituyen en otro epílogo;, el del error sostenido por dos décadas de fracasos, de humillaciones y de derrotas que conturban y decepcionan al pueblo venezolano, sacrificado en elecciones imposibles de ganar por la ausencia de garantías.

Características del fraude electoral:

Una larga lista de irregularidades, pesan en los convocantes al 21N, dejando de relieve el papel cómplice con la dictadura, pues teniendo conocimiento de todas estas irregularidades, actuaron en consecuencias para avalarlas, entre ellas:

Debe eclosionar una nueva dirección política opositora

Ha llegado la hora de las grandes verdades, cuando se valora el papel de la oposición venezolana, por muy duro que sea, debe contener un análisis, sobre los falsos principios que se pregonan y las ideas un tanto desastrosas.

Una verdad dolorosa, se ubica en que trabajan para nunca estar en el poder, se han confinado a ser opositores a la medida de la tiranía.

Todas las tácticas y estrategias empleadas son infecundas y estériles, alejadas de principios y capacidades organizativas, para rebasar a la maltrecha dictadura, esa dirección política, derrotada, e inútil debe ser enterrada, y confinada al cementerio de la historia.

El país no merece continuar en la narrativa inevitable de los líderes de esa falsa oposición, con un discurso dividido en tres fragmentos:

  1. Una carga de elogios, fundados en sus méritos pasados.
  2. Una lista de agravios presentes, con los que pretenden victimizarse.
  3. Una lista de méritos futuros, por los años de lucha y resistencia.

Se hace urgente que la dirigencia opositora comprenda que el país, a todos los conoce muy bien, ya no tienen margen para continuar engañando, pedir ser elogiados es un exabrupto del tamaño de su incapacidad, es absurdo que exijan cobrar méritos a futuro, siendo hoy son los vencedores de la nada, condenando a su vez a toda la población.

Dadas las actuales circunstancias, la población tiene la imperiosa necesidad de echarlos al olvido para emprender la construcción de un movimiento que entienda las particulares motivaciones de los ciudadanos y en función de ello conquiste una fuerza indetenible que cause definitivamente la libertad.

La abstención simboliza el rechazo al PSUV y también a la MUD.

Con una abstención cercana a 70%, y en algunos centros electorales superior a eso, teniendo la necesidad de alterar los datos, por unos números no menos trágicos de 60%, se presenta la primera elección de un CNE, peor que el dirigido por Tibisay Lucena, por cuanto intentaron demostrar cierto equilibrio, que ahora queda en evidente derrota, por la total parcialización a la dictadura.

El madurismo está herido, buscando legitimidad que no alcanzará, porque el mundo los rechaza, sobre su sistema cuestionado por la violación sistemática de los derechos humanos, y la ejecutoria de delitos de lesa humanidad, hacen muy difícil que sus propios aliados se manifiesten con el mismo fervor de años atrás, ahora reducidos en un proceso electoral a su medida a escasos 3.722.356 electores, muchos de ellos coaccionados y vigilados, en un proceso electoral transparente la derrota estaría garantizada, como ya vaticina el propio Jorge Rodríguez.

Quienes acudieron a votar no deben encontrar en los abstencionistas a sus enemigos, quienes votaron asumieron esa vía como un mecanismo de lucha, lo hicieron en total desconocimiento de los pactos de la dirección política que impulsaba el proceso, y quienes se abstuvieron, lo hacen por una cantidad considerable de elementos que certifican que no hay trasparencia en el acto y no desean avalar tal características, estos sectores deben encontrarse en una renovada estrategia contra la tiranía.

La fortaleza de Juan Guaidó

El testigo vuelve a estar en las manos, del presidente interino Juan Guaidó, deberá asumir con valor la convocatoria a un movimiento que se diferencie y no soslaye las responsabilidades de quienes hoy han fracasado estrepitosamente.

Buena parte del país confía en su capacidad de diferenciarse de quienes evidentemente actúan en línea paralela al régimen.

A pesar de la terrible campaña en su contra financiada desde el régimen, con suficiente apoyo político y financiero de Capriles y los demás que le acompañan, para hacer ver que ha fracasado, que a pesar de los esfuerzos Juan Guaidó no ha podido con Nicolás Maduro, se debe hacer una evaluación a la inversa.

Es el régimen de Nicolás Maduro, con toda su fuerza económica, con todo el aparato internacional, y con el apoyo de la MUD y de varios sectores opositores alacranizados, quienes no han podido con Juan Gerardo Guaidó, la realidad del país; dos presidentes, uno ilegitimo, cuestionado a todos los niveles, con un proceso latente por violación de los derechos humanos en la CPI, y otro, Juan Guaidó, en pleno ejercicio, respaldado por organismos internacionales, y por mas de 60 naciones, con un respaldo mayoritario del pueblo venezolano, por más que posicionen otras visiones, esta es la realidad que no pueden rebatir.