La realidad política en Venezuela, marcada por la retórica mediática del régimen, a menudo desvía la atención ciudadana hacia detalles insignificantes, impidiendo una visión completa del panorama. Sin embargo, a medida que el tiempo avanza, se vuelve más claro que el Acuerdo de Barbados va más allá del levantamiento de sanciones, convirtiéndose en un punto de inflexión para el país.
La economía es determinante para nuestra subsistencia, por tal motivo la población presta más atención al aspecto económico del acuerdo, que al aspecto electoral, siendo este el más importante a corto, mediano y largo plazo. Aunque levanten todas las sanciones, la corrupción, la burocracia y la ineficacia continuarán pisoteando nuestra dignidad. Sin embargo, el acuerdo electoral, abre una posibilidad al empoderamiento de la sociedad para ordenar un cambio de mando en el poder político para el año 2024.
Las luchas sociales históricas, como el derecho al voto de las mujeres, los derechos civiles y la resistencia contra el apartheid, han dejado valiosas lecciones para la humanidad: la ruptura de los mecanismos opresivos, la importancia de la participación ciudadana, la persistencia, la unidad en la diversidad, el civismo, la participación no violenta, el rescate institucional y la exigencia de reparación a las víctimas entre muchas otras. Estas lecciones deben seguir inspirando la formulación de demandas sociales hacia las instituciones públicas, con la suficiente intensidad como para generar una distribución más independiente y equitativa del poder político y las personas que lo representan.
La democracia, frágil por naturaleza, debe ser cuidada y protegida. La historia nos enseña que los derechos políticos pueden ganarse, pero también pueden perderse si no se les presta atención o se dejan en manos de terceros. Cada venezolano lleva sobre su espalda un peso moral que atormenta su bienestar más allá de lo económico: la tolerancia hacia la corrupción y la existencia de víctimas de violencia estatal. Para avanzar como sociedad, debemos saldar estas deudas exigiendo seriedad, compromiso, observación, vigilancia, divulgación y transparencia de los procesos involucrados en los comicios electorales del 2024. Nuestra responsabilidad implica estar bien informados, afirmar nuestro derecho de autoorganización y hacer respetar las demandas ciudadanas ante el Estado, con el fin de fomentar el empoderamiento cívico-social necesario, que impulsará el cambio de mando que tanto anhelamos.
El camino hacia la transición ha dado inicio este año en nuestros hogares, al desear recuperar nuestro poder adquisitivo para alimentarnos con dignidad; en las comunidades, cuando hemos tenido que unirnos para resolver problemas comunes que el gobierno ha dejado de atender; en las plazas, cuando escuchamos y conversamos con amigos y conocidos sobre las mentiras que quieren hacernos creer; en las universidades, que están eligiendo nuevas autoridades; en la sociedad civil, que se cohesiona y organiza para promover y elegir nuevos liderazgos; en los gremios, que se mantienen en lucha permanente exigiendo ser liberados de su esclavitud salarial; en varios movimientos y partidos políticos que han abandonado la línea retrograda, populista y socialista que una vez promovieron… Si, hace rato que la transición comenzó, ahora falta que nuestras luchas diarias se vean reflejadas en las instituciones del Estado.
La lucha en defensa de los derechos fundamentales no es exclusiva de un grupo, organismo, país o región. Las luchas sociales son fenómenos globales en los que la solidaridad y el reconocimiento internacional desempeñan una influencia crucial para abordar problemas sistémicos que los Estados generan, y que buscan resolverse a través de acuerdos.
El Acuerdo de Barbados, en su vertiente electoral, se establece para medir la «buena voluntad», «credibilidad» o «sensatez» del gobierno, así como también la consistencia y coherencia de la oposición. Una vez que las piezas necesarias se muevan o intercambien, el resultado debería ser la realización de elecciones justas, transparentes e inclusivas.
Para el 2024, es imperativo que las élites políticas y empresariales que se sirven del régimen, entiendan que el incumplimiento de los dos Acuerdos de Barbados, la postulación a granel de candidatos y la opacidad el Consejo Nacional Electoral, además de desencadenar una turbulencia política infértil, también estancará las posibilidades de desarrollo y crecimiento económico, y muy posiblemente recrudezca el mecanismo de bloqueo, sanción y vigilancia internacional sobre el Estado y sus administradores.
En resumen, el Acuerdo de Barbados representa una oportunidad para la reconstrucción y el progreso de Venezuela. Los ciudadanos tenemos el poder de exigir la implementación de este acuerdo, asegurando así un futuro más prometedor que honre la vida y la memoria de quienes sufren injustamente las consecuencias de una pésima gobernanza y el abuso de poder.
Este artículo se dedica a aquellos venezolanos que no pueden celebrar la Navidad ni el Año Nuevo, víctimas de masacres, asesinatos, torturas, desapariciones y persecuciones. También rinde homenaje a los millones que se han visto obligados a abandonar su país y a aquellos que, desesperados por su mala situación, toman la trágica decisión de quitarse la vida. Agradecemos la publicación en este espacio, que durante todo el año nos ha servido de ventana para reconocer las acciones de aquellos que luchan por la libertad, la justicia, la paz y la prosperidad de Venezuela. Finalmente, agradecemos a nuestros lectores por el tiempo que se toman para leer y compartir nuestros artículos. ¡Sinceramente, muchas gracias!
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