“La política es casi tan emocionante como la guerra y no menos peligrosa. En la guerra nos pueden matar una vez; en política, muchas veces”. W. Churchill  

Cercano el cañonazo que nos ubica formalmente en otro tiempo, vienen a mi espíritu reflexiones y propósitos. Comienza un período en el que, para comprender la política, y por cierto, esa nos alcanza a todos, nos guste o no -aunque queramos apartarnos de su influencia, nos irradia-, será menester acudir, como diría Eduardo Rinesi, al pensamiento trágico, entre otras intensidades existenciales que vivirá la mutilada nación venezolana. Un año -y no creo exagerar- en que se juega la patria. O cambia o se borra lo que es, lo que fue.

¿Qué quiero decir con dignificar? Si un vocablo puede a mi juicio indicarnos la pérdida que ha supuesto el grosero deterioro de nuestra sociedad y de nosotros mismos en este pernicioso cuarto de siglo, en que ha prevalecido el chavomadurismomilitarismocastrismoideologismo y único legado de la revolución de todos los fracasos es de habernos despojado como pueblo, como individuos, como sociedad y como Estado, de nuestra dignidad.

Este accidente histórico nos privó del respeto que merecemos sin ninguna excepción. En lo físico, en lo espiritual, en lo psicológico, en lo moral hemos sido ultrajados, vejados, ofendidos.

Las acciones del chavomadurismomilitarismocastrismoideologismo, desde el mismo inicio de la experiencia, violando la Constitución de 1961, al convocar una Asamblea Constituyente, con el concurso de una clase judicial medrosa, desconociendo al hacerlo su propia letra, para continuar desmontando los controles presupuestarios, producir 50 leyes vía decreto, sin conocimiento y menos aún, sin ninguna participación ciudadana, para llegar a la masacre del 11 de abril de 2001.

Paulatinamente, pero firmemente, desfiguraron a la república y nos metieron en la vorágine del autoritarismo, el dispendio, el desorden administrativo, la corrupción, la concupiscencia, el abandono de la soberanía, la entrega del alma del gobierno al castrocomunismo cubano y a todos los ilícitos que culminan arruinando la patria y auspiciando al hacerlo la pobreza, el sostenido desmejoramiento de los servicios públicos de educación, salud, servicios de agua y electricidad y promoviendo entonces, al alterar en los procesos electorales los resultados para mantenerse en el poder, la desconfianza, la anomia y una de las estampidas humanas más nutridas y conmovedoras del mundo, testigo el orbe todo, del vaciamiento de un país y de su deterioro más brutal.

Lo que quiero, sin embargo, dejar más evidenciado es la cuasi disfuncionalidad total en que estamos sumidos, luego de haber lisiado el aparato económico, reduciéndolo a un tercio de su proporción en una década y, lo peor como corolario, convertirnos en el país con más bajo salario del continente y de los tres más bajos del mundo de un lado y, del otro, lanzando a un cuarto de nuestra población al errante camino de los desprecios, de la xenofobia y de los más inusitados riesgos de vida.

A menudo somos menospreciados aquí y allá. Tratados con desdén por decir lo menos y, los felones lograron macular el gentilicio como resultado de la emergencia de una aparición de malhechores que se fueron sumando al movimiento migratorio y que al llegar, hicieron lo que saben hacer, manchando nuestra reputación y comprometiéndonos en consecuencia, a todos.

Lo grave consiste, sin embargo, en una conclusión que no admite discusión; el chavomadurismomilitarismocastrismoideologismo no sabe, no puede, no quiere hacer las cosas diferentes y mientras Maduro y lo que él significa permanezca, no habrá manera de torcer la tendencia que han marcado de regresión sistemática del homo venezolano.

En efecto, cada día se hace más perceptible el desmejoramiento del ser humano venezolano, disminuido, distanciado, pusilánime, con los signos del denominado daño antropológico que lo postra en su ciudadanía y lo mediocriza. La fábrica de zombis tiene un escenario, el aparato educativo y universitario que lo modela implacablemente.

En efecto, o cambiamos a estos kakistócratas o perecemos. Así de sencillo. La opción es, pues, una sola y cada compatriota debe asumirlo como lo que es, una decisión para reanimar y sacar a Venezuela del estado agónico en que se encuentra o mirándola hundirse definitivamente. ¡De eso se trata!

@nchittylaroche

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