Foto EFE
El 5 de diciembre de 1814 se libra una de las más importantes batallas en nuestra guerra por la independencia. Jose Tomás Boves, un realista sanguinario y cruel, estaba al mando de los partidarios de la Corona española y del lado de los patriotas el general José Félix Ribas.
Con Boves estaban su segundo de a bordo, Francisco Tomás Morales, y a Ribas le acompañaban el general Bermúdez, Pedro Zaraza (a quien se le atribuye el lanzazo que puso fin a la vida del Urogallo. Contrariamente a lo que se piensa, esta batalla no fue ganada por los patriotas, aunque es cierto que lograron dar de baja al más temible de los jefes realistas, el azote de José Tomás Boves, quien venía de echar a los ejércitos patriotas del centro y de la capital, Caracas.
Y fue la muerte de Boves el más duro golpe que recibieron los españoles. Ya no se escucharía más de su siniestro baile “El Piquirico”, que hacía tocar antes de perpetrar los más abominables crímenes.
Sin duda alguna que la muerte de Boves le daría a los patriotas nuevos bríos. Habia caído uno de los más feroces combatientes de la guerra de Independencia. Muchas cosas se dicen alrededor de su figura, entre otras la admiración y respeto que sentía por el “Centauro del Llano”, José Antonio Páez.
José Tomás Millán Boves y de la Iglesia había nacido en Oviedo, España y había muerto en combate el 5 de diciembre de 1814. Su eliminación física significaba más que ganar la batalla (que la habían perdido) pues se habían quitado del medio a la bestia, el ejército infernal y al peor de los hombres, y si bien es cierto que en el futuro habrían muchas batallas, esta le dio sentido y fuerza moral a los patriotas.
En este nuevo año 2024 tendremos los venezolanos otra gran prueba, que quisiéramos fuera electoral, para echar al bando criminal del poder y recuperar la Venezuela democrática; no será fácil, nunca lo ha sido, pero el ejército de venezolanos que acompañan a María Corina Machado en este nuevo enfrentamiento nos da un halo de esperanza. En Dios confiamos.
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