La abrumadora mayoría de la población quisiera que la respuesta fuera afirmativa, en el sentido de un cambio radical en lo político, económico y social.
Esa voluntad nadie de buena fe la pone en duda, por eso las tribus del poder harán todo lo posible para someter esa voluntad nacional a sus intereses de continuismo.
En otras oportunidades lo han conseguido a fuerza de maniobras fraudulentas, represión y complicidad de una parte ruidosa de la oposición política.
Pero ahora hay una situación especial: el liderazgo de María Corina Machado, que representa el rechazo al poder establecido y a sus beneficiarios disfrazados de opositores.
El objetivo principal de la hegemonía es sacarla de la lucha. No lo han logrado sino que la han fortalecido. Pero no cesarán de intentarlo.
Hay que prepararse para ello. Esa voluntad de cambio tiene que demostrar su fuerza y su energía. Convertirse en una verdadera causa del conjunto del país. Uno devastado por el despotismo y la depredación, que necesita, por tanto, renacer en una democracia con instituciones, justicia y libertad.
¿Puede este año no ser decisivo para el comienzo del cambio? Puede… No se debe nunca subestimar la maldad de los mandoneros del poder. La nación unida en su ansia de cambio tiene una oportunidad que debe aprovecharse con férrea decisión.