La novedad está en el cambio, y en el caso de Venezuela en un cambio radical que supere al poder despótico y depredador y abra caminos hacia la reconstrucción integral del país.
No se trata solo de una aspiración sino de una posibilidad. Eso sí, para hacerla realidad hay que comprometer la voluntad y darle cauce político al masivo rechazo social que genera el poder establecido.
Tal posibilidad se aleja o acerca si los llamados a representar el rechazo cumplen su deber. Si no lo hacen por estar en conflictos internos, o por estar acomodados a la hegemonía imperante, entonces el Año Nuevo nace como viejo.
Los que quieren que así suceda son los beneficiarios de la depredación. La abrumadora mayoría de los venezolanos, dentro y fuera del país, no quieren eso. Quieren que el 2023 sea un año nuevo, en el sentido referido.
Hagamos el esfuerzo por cada uno, por nuestras familias, por la comunidad, por el conjunto de la nación, de luchar sin descanso para que Venezuela tenga un Año Nuevo.
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