“El hombre está condenado a ser libre; porque una vez arrojado al mundo, él es responsable de todo lo que hace”.
Jean Paul Sartre
El año 2023 marcó un punto de inflexión en la política venezolana. Luego de la implosión del gobierno interino encabezado por Juan Guaidó el 5 de enero, los partidos políticos que integran la mayoría de los diputados a la Asamblea Nacional electa en 2015, Acción Democrática, Primero Justicia, Un Nuevo Tiempo y Voluntad Popular, conocidos como G4, perdieron respaldo político internacional e interno.
Por el lado del régimen madurista, la crisis económica del año anterior se reflejó en la caída del poder adquisitivo de los empleados públicos y jubilados. Las protestas por salarios justos brotaron todo el año por doquier. La conflictividad laboral socava la capacidad de gestión de Nicolás Maduro. A tal punto que la auditoría realizada a la estatal petrolera Pdvsa por el nuevo presidente determinó que el monto correspondiente a 84% de las exportaciones petroleras de los últimos 3 años -21.200 millones de dólares, según documentos vistos por Reuters- nunca ingresó a las arcas del Estado venezolano o al menos no se registró formalmente. Debido al escándalo el ministro de Petróleo, Tareck el Aissami -artífice de la nueva relación entre Chevron y Pdvsa que permite a la gigante estadounidense el manejo de la producción y exportación de petróleo, violando la Constitución que reserva esta actividad exclusivamente a la estatal venezolana- se vio obligado a renunciar aun cuando se consideraba entre las personas más cercanas a Maduro. Conoce los secretos de las actividades y negocios ilícitos que han hecho desde que llegó a Miraflores. Pero el manejo político y económico que El Aissami hizo para sustituir a su amigo en las elecciones presidenciales de 2024 ante su impopularidad –8 de cada 10 venezolanos quieren su salida– lo condujeron a la desaparición. Delcy y Jorge Rodríguez se encargaron de sacarlo de la carrera política. En marzo, Maduro perdía así a uno de sus grandes aliados.
Mientras tanto, las fuerzas democráticas se preparaban para elegir en unas primarias el candidato que representará a la Unidad en los próximos comicios presidenciales. En ese momento, la carrera lucía muy pareja entre María Corina Machado y Benjamín Rausseo. El gran ganador en marzo era el bloque de los abstencionistas e indecisos. Además, el camino hacia la primaria estuvo marcado por varios hitos que en su momento hicieron pensar que iba a ser imposible alcanzar la meta final. Desde la renuncia masiva -y obligada- de todos los rectores del Consejo Supremo Electoral con quienes ya habían tenido varias reuniones, la salida de la vicepresidenta de la Comisión Nacional de Primaria “por no estar dadas las condiciones para llevar a cabo el proceso”, el retiro de precandidatos, las maniobras ante el TSJ para anular la elección, hasta la pretensión del nuevo CNE de que se pospusiera la fecha.
Entretanto, Jorge Rodríguez, quien sustituye a El Aissami como estratega para que Maduro siga en el poder, se reúne en secreto en Qatar e Italia con Juan González, asesor de seguridad de la Casa Blanca. Este funcionario había viajado a Caracas para establecer el contacto con el régimen de Maduro que permitiera garantizar la seguridad energética estadounidense luego de la invasión de Putin a Ucrania en febrero de 2022. Lo convenido entre ellos será conocido como el Acuerdo de Barbados, el cual se firmó en octubre de 2023 y que consiste fundamentalmente en la suspensión de las sanciones económicas a cambio de unas elecciones presidenciales competitivas en 2024.
Todo marcha según la estrategia del presidente de la Asamblea Nacional de Maduro hasta que el día de la primaria el pueblo sale a manifestar su respaldo total a María Corina Machado como su candidata para la elección presidencial y líder de las fuerzas democráticas. Los indecisos y abstencionistas volvían a tener una esperanza: el regreso de esos seres queridos a quienes tanto extrañan y que fueron obligados a irse de Venezuela por la crisis generada por la mala gestión del régimen de Maduro. Además, de creer de nuevo en la libertad y una Venezuela próspera donde cada uno es el gestor de su felicidad y el Estado está al servicio del ciudadano.
Esta realidad es ignorada por el madurismo. No sabían qué hacer con lo que vieron el domingo 19 de octubre. El pueblo que votaba por Hugo Chávez salió a respaldar a María Corina. El Acuerdo de Barbados había conseguido su segunda entrega: la candidata de la Unidad democrática. Porque el primero fue los ingresos adicionales prominentes de la suspensión de las sanciones. La tasa de cambio dólar-bolívar ha estado fluctuando a un ritmo menor que antes de Barbados, lo que le supone a Maduro una oportunidad para ser competitivo en los comicios presidenciales al reabastecer y regularizar la entrega de las bolsas CLAP, incrementar los bonos del sistema Patria, aumentar el salario mínimo el próximo año y pagar la nómina de los grupos paramilitares conocidos como colectivos.
Ante la realidad de la primaria, Jorge Rodríguez se la juega con el referéndum consultivo sobre el Esequibo el 3 de noviembre. Apuesta todo. La campaña para motivar el voto vuelve a tener recursos, conciertos con artistas nacionales e internacionales, caravanas, mítines con movilización pagada, publicidad en los medios, el 1X10. En fin, el madurismo empleó toda la maquinaria chavista para procesos electorales. Sin embargo, la respuesta del pueblo fue abstenerse. Al mediodía, la participación era del 10% del registro electoral. El nacionalismo no logró motivar al votante chavista ni a los opositores que creen en María Corina Machado.
Otro choque con la realidad. De nuevo los venezolanos dijeron NO al régimen de Maduro. El CNE de Cilia Flores, esposa de Maduro, se saca un número del sombrero electoral que nadie cree. Ni los maduristas. Vuelven a negar la voluntad de las urnas.
Los venezolanos reconocen la soberanía sobre el Esequibo, pero rechazan que hayan querido aprovecharse del conflicto con un referéndum que tenía tintes políticos, en vez de defender el territorio en reclamación desde el punto de vista jurídico ante la Corte Internacional de Justicia.
El régimen de Maduro sigue enfrascado en su ciclo de víctima ante la primaria y el referéndum. Niega la realidad. Está como un animal herido. Llama megafraude a la primaria y culpa de ello a Súmate, a los miembros de Vente Venezuela y a otros opositores. Igualmente, responsabiliza a aliados en el exterior con la gigante petrolera ExxonMobil de lo que ocurrió en el referéndum. No acepta que 8 de cada 10 venezolanos quieren un cambio político en el país. Si sigue en ese ciclo aumentará la represión y, por último, se aislará como lo ha hecho Nicaragua y Cuba en la región.
Mientras tanto, el pueblo que acompaña a María Corina Machado no ha dado un paso atrás ante la arremetida del régimen, más bien se renueva y reinventa democráticamente.
Es esencial que la comunidad internacional preste atención y apoyo a las fuerzas que trabajan por el cambio que sacará al país adelante. Deben entender que lo que está en juego no es solo una cuestión de política interna, es un asunto de importancia global. El año 2023 será recordado como un momento decisivo en esta continua batalla por la libertad y la democracia en Venezuela.
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