No es el cuento del lobo: el lobo viene, el lobo viene. Sencillamente en éste caso el “lobo ya llegó”. Las renovables llegaron -como industria- para quedarse en la economía global. Y las renovable están para ser parte de la industria y economía, para mover el mundo.
Las renovables (energía generada eólica o solar) son ya una realidad previa a la era del hidrógeno, y “de transición” entre el gas natural y el hidrógeno.
Un dato: el consumo mundial de energía aumentará 2,2% en 2022 a medida que las economías se recuperen del impacto de la pandemia (Agencia Internacional de Energía), se consumirá todo tipo de energía: petróleo, gas, renovables e incluso carbón (especialmente en China).
El aumento de inversiones en la industria renovable es un mandato de los compromisos asumidos en la COP26; y aunque también crecerá el consumo de carbón, cada vez más difícil será para la carboindustria lograr dinero/financiamiento de bancos y entidades. El Banco Europeo de Inversiones (BEI) anunció que dejará de invertir en proyectos de carbón a partir de 2022, así como en proyectos petroleros.
De todas formas: el petróleo no se acabó. Ni se acabará. Aún hay mucha reserva en los suelos terrestres pero la tecnología y la innovación están haciendo que cada vez sea mejor y menos costoso generar electricidad desde renovables que invertir en exploración petrolera. El petróleo -el último fósil duro después del carbón y antes de gas- tiene un trecho largo por recorrer.
Una verdad irrefutable: la transición energética se ha acelerado.
Las mismas corporaciones petroleras han mudado su visión: de ser exclusivamente petroleras a invertir en energía renovable. Entienden que la nueva oportunidad de negocios los hace resilientes a cambios políticos globales de los que no pueden estar ausentes.
La agenda ambiental -buscar emitir la menor cantidad de gases de efecto invernadero y dejar la menor huella de carbono- son prioridad y las renovables son parte de esa nueva agenda, de ese paradigma a las que las petroleras se han subido al carro.
Y aunque reiteramos que el gas natural aún tiene mucho camino por recorrer en la economía global por ser el fósil “menos sucio” y el puente “ideal” de transición de fósiles (carbón, petróleo, gas) a renovables (eólica y solar) las empresas petroleras y de gas natural están invirtiendo en tecnología que les permita que sus procesos de explotación sean menos costosos con relación a generación de GEI.
La tecnología desempeña un rol absoluto en la transición de las petroleras a energéticas. La innovación en procesos permite, además, que bancos que ahora se montaron en la “ola” de no financiar más operaciones de exploración/explotación petrolera financien programas de petroleras en portafolios de energía limpia.
Los precios del barril de petróleo confirman que la economía global aún necesita del petróleo y que no existen, como siempre dijimos, los “fundamentalismos verdes”: de manera que si es posible llegar a una economía cero de emisiones de carbono a plan de renovables siempre y cuando la transición sea adecuada, ordenada, tecnológicamente viable y económicamente posible. Y eso toma tiempo, regulación nueva y estimulante, inversiones y nuevos desafíos.
Muchos predicen que los precios del barril superarán los $ 100 / bl en 2022 aunque con precios de cerca de 70 dólares ya son más que suficientes para la industria petrolera que está autoobligándose a ser más eficiente en producir sin contaminar tanto, vale decir invertir en hacer sus operaciones más eficientes. Eso muestra, como dijimos, que la economía global se moverá con un mix energético marcado: todavía el petróleo influye en la economía pero la emergencia de las renovables es imparable.
Está comprobado que el mundo se mueve con electricidad: en industrias, hogares, ahora masificación de transporte (electro movilidad) etc., de manera que la generación de electricidad limpia vía renovables es el paso previo para la era del hidrógeno verde.
La tecnología está avanzando en una “materia pendiente”, resolver el almacenamiento de electricidad, darle confiabilidad total al suministro desde renovables y tener un mercado robusto de transacciones de energía vía renovables. Ese momentum está llegando, invariablemente.
Cuando se relate la historia de la energía claramente veremos la evolución positiva: de carbón, a petróleo, a gas natural, a hidroeléctricas (ambientalmente cuestionadas), a renovables (solar y eólica) y a hidrógeno verde.
Lo que se viene éste 2022 es interesante: en la última década hubo una disminución de 85% de costos en sistemas solares fotovoltaicos que están en techos, en praderas y edificios de todo el mundo.
En 2022 habrá modelos de negocios que permitan incursionar en generación de electricidad a costo moderado, con tecnología de punta que evite pérdidas de energía y lo más importante: con almacenamiento. Adicionalmente la industria renovable es recicladora per sé: hay estimaciones que para 2030, los módulos fotovoltaicos en desuso, en Estados Unidos, sumarán más de 1 millón de toneladas de desechos, y más de 80 kilotones métricos de baterías de iones de litio para reciclar; lo que nos motiva a pensar en una nueva industria y negocio: el reciclado verde, para seguir alimentando a la economía circular. La energía renovable da para pensar en éste tipo de negocios adyacentes a la industria.
La potencia mundial en consumo y generación de energía de todo tipo, Estados Unidos, tiene 22 estados con políticas específicas para generación de energía renovable vía solar y políticas de inversión público y privada para infraestructura de transmisión. Están preparando el camino para una transformación de la industria con electricidad a bajo costo y generada con fuente no contaminante.
El mismo presidente Biden pretende una red desde Estados Unidos hasta Colombia, cargada de electricidad renovable; y eso es con apoyo regulatorio, estimulante y abierto a que privados inviertan. Estados Unidos aprobará leyes para modernizar la industria e infraestructura de energía.
Varios analistas pueden corregirme pero hay más de 900 GW de energía renovable en Estados Unidos que debe ser “conectada” a la red y que requiere sistemas de transmisión más eficientes y que lleguen a lugares más distantes que los centros de generación.
Las energías verdes van a hacer un verdadero boom cuando se diseñe un sistema de transmisión más adecuado y moderno. Y ésta premisa es válida para Estados Unidos y el resto del mundo.
En la rama de generación eólica, en Estados Unidos, la industria es ya robusta y tiene más de 500 plantas de fabricación de componentes (de aerogeneradores, etc) aunque parte de esos componente aún son fabricados en China y deben lograr, en USA, su independencia total para no depender de una potencia extranjera que además de no cumplir los acuerdos de París es uno de los principales contaminantes con carbón.
Las renovables van a tener un nuevo espacio en la economía global en 2022 y recuerden esto: son la base de la energía del hidrógeno. El mundo avanza pero otros aún lloran por “los quinientos años de la llegada de los españoles a América Latina…”
@BorisSGomezU
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