Varios han sido los intentos de negociación por parte de la oposición venezolana en los últimos años, todos fallidos, pero cuando usted enamora a una mujer o un hombre, según sea el caso, ¿los primeros desprecios de un beso hacen que usted desista?
El desprecio al término negociación ha sido un error de la dirigencia opositora venezolana, que no se atreve a educar a sus seguidores o militancia política. Negociar es la esencia de la política y el centro de toda guerra. Porque las negociaciones hayan sido fallidas o mal manejadas por quienes intentaron realizarlas, no implica que el instrumento es malo, lo que se debe revisar es el método.
Durante las negociaciones en República Dominicana, y después en las mediadas por Noruega, advertimos en su momento que cada una de ellas estaban destinadas al fracaso por el método implementado. Primero porque excluía a sectores para aquel momento relevantes y necesarios, porque se desmovilizaba la lucha en la calle y la rebelión popular y porque se convirtieron en un show mediático, por filtraciones intencionales y en el caso de la oposición, y con mucho respeto, por malos negociadores.
Pero lo sucedido no puede afectar la necesidad de resolver la crisis que hoy vivimos, basados en elementos concretos que hacen descartar o dejar de lado por ahora resoluciones externas, mágicas, o por la fuerza, que los hechos demuestran que son inviables.
Permanentes declaraciones de representantes del actual gobierno de Estados Unidos, y afirmación de voceros del próximo, sea cual usted quiera que sea, dan fe de que la injerencia extranjera no está en los planes de una política bipartidista estadounidense.
Si a esto le sumamos las poderosas razones del pueblo venezolano para rechazar al sistema neototalitario, y aún más, el terror que vive para enfrentar una salida forzada, sin duda debemos empezar a pensar en un nuevo esquema de abordaje para la resolución del conflicto, que no exponga a más venezolanos a las políticas que sabemos sangrientas de quienes ejercer el poder violentamente.
Es en este sentido que un proceso de movilización popular en la lucha por condiciones electorales, que juega en el terreno de los que ejercen el poder por la fuerza, de la mano de un proceso de negociación asumiendo que la coalición dominante está resquebrajada y en la peor de sus circunstancias, y que de ello deriva la posibilidad de sumar fuerzas hacia nuevas condiciones de lucha por la libertad; tiene como reto fundamental lograr la primera de las condiciones necesarias para derrotarlos: la unión en función de un objetivo común.
Queremos elecciones libres y la consulta popular de este diciembre puede ayudar en la removilización de la oposición venezolana, pero en 2021 los retos serán muchos más difíciles, y una conducción política clara será necesaria. “El reto es asumir el reto”.
No podemos temer a negociar, como no podemos paralizar la lucha del pueblo en la calle buscando ser verdaderos ciudadanos. Las dos acciones conjuntas son la fórmula adecuada para lograr la libertad, una sin la otra está destinada al fracaso, las dos juntas con una conducción política clara son los elementos de la fórmula para lograr una nueva democracia en Venezuela.