OPINIÓN

2021-2022, la última oportunidad

por Emiro Rotundo Paúl Emiro Rotundo Paúl

Solo  cuando  construimos  el  futuro 

tenemos derecho a juzgar el pasado.

Nietzsche

Se puede ir de derrota en derrota hasta la victoria final. Lo dijo Mao Tse-tung basado en su experiencia de lucha. Mao era un líder de voluntad férrea, fe inquebrantable y paciencia oriental. Los líderes opositores venezolanos tendrán que demostrar muy pronto si les queda algo de eso. Lo que tienen, por el momento, es una gran deuda con Venezuela por no haber conservado la unidad de la MUD. Luego del gran triunfo del 5 de diciembre de 2015 se dividieron y subdividieron por razones que, pudiendo ser válidas en condiciones normales, son absolutamente improcedentes en la trágica situación en que estamos. Seamos indulgentes e ingenuos y pensemos que sus diferencias no son irreversibles, que pueden ser superadas para enfrentar los desafíos de 2021 y 2022, que como Mao pueden lograr victoria final que está allí, a su espera, que solo requiere la unidad.

La unidad de la oposición es una necesidad perentoria. Es la exigencia del país y del mundo democrático que espera esa victoria final que pueda rescatar a Venezuela de manos de Maduro para evitar mayores aflicciones al pueblo venezolano, que sufre con mayor rigor el derrumbe nacional y es ajeno a la pugna política. Quienes estuvieron y aún están a favor del voto deben reconocer que la abstención cumplió sus objetivos: reveló al mundo los fraudes electorales de Maduro, logró el desconocimiento de los resultados oficialistas obtenidos por ese medio y ganó el apoyo resuelto de los países democráticos del mundo. Como resultado de todo ello, el régimen está hoy más débil que nunca. Por su parte, los abstencionistas deben respetar el derecho a votar de quienes así lo hicieron. Punto. Solucionado el asunto. Así de fácil debería terminar el problema.

A finales del próximo año, dentro de año y pico, deberán celebrarse las elecciones de gobernadores y alcaldes. Luego, el 3 de enero de 2022, Maduro cumplirá la mitad del período del cargo que usurpa y se podrá iniciar el referéndum revocatorio de su mandato. Llegada la fecha del mismo, la oposición unida no debe perder ni un segundo en iniciar los preparativos del mismo, recogiendo las firmas necesarias y activando un plan de acción para impedir que el régimen bloquee nuevamente el referéndum revocatorio, como lo hizo en 2016. Para ello deberá apoyarse decididamente en todos los sectores representativos del país y en las democracias que apoyan la lucha opositora. Si para esa fecha la oposición unida hubiera logrado, o estuviera por lograr, la mayoría de las alcaldías y las gobernaciones, el referéndum revocatorio sería la culminación del proceso de recuperación y liberación del país. ¡Qué alegres podrían ser las navidades de 2021 y 2022!

Por todo lo dicho, terminado este año, después del brindis y la felicitación de año nuevo, deben cesar por completo las descalificaciones y las campañas de descrédito y apagarse los ventiladores que esparcen estiércol en el campo opositor. Quienes persistan en esa lucha fratricida deberán ser considerados “enemigos de la patria”, al mejor estilo chavista, pero con toda la pertinencia del momento histórico que vivimos. Con la unión de la oposición el triunfo es seguro. Los procesos electorales y el referéndum revocatorio de 2021 y 2022 no podrán ser amañados por Maduro si existe la unidad opositora expresada en una sola tarjeta electoral, una misma bandera política (rescatando la MUD si fuera necesario) y con candidatos comunes escogidos por consenso, como se hizo en 2015.

¿Tendremos el corazón dispuesto para actuar con nobleza y la disposición, la voluntad y el juicio suficiente para enfrentar la batalla final? En muy poco tiempo lo sabremos. La oposición venezolana enfrenta el momento crucial de su existencia en una disyuntiva de vida o muerte. Si no logra ponerse a la altura de las circunstancias, si pierde esta última oportunidad de abatir a la opresión militarista-chavista-madurista, defraudará definitivamente la esperanza del país y del mundo democrático que nos apoya. No habrá perdón posible para una inconsecuencia de tal magnitud.