Veinte años de integridad y fortaleza en los Guevara.
“Veinte años no es nada”, canturreaba Carlos Gardel, en su tango “Volver”. “20 años no son nada”, declama Flabio Marti en uno de uno de sus poemas, y añade: “es solo comenzar la andada”. ¿Qué dirán al respecto los Guevara, quienes este 23 de noviembre cumplen 20 años privados de libertad?
Para abordar la pregunta sobre cómo los Guevara, Otoniel, Rolando y Juan Bautista, podrían reflexionar sobre sus 20 años de privación de libertad, se pueden considerar varios aspectos que resaltan la complejidad y el impacto emocional de su situación. Todo un desafío, en virtud de esa realidad que se presenta punzante, cargada de contrariedad y desconcierto.
No en balde, inicié con las citas de Gardel (en letra que corresponde a Le Pera) y Flabio Marti, para contrastar la percepción del tiempo en libertad versus el tiempo en prisión. Citas que muy bien pueden servir como un punto de partida para dilucidar cómo los Guevara podrían ver su experiencia: como un tiempo perdido o como un tiempo que ha fortalecido su entereza.
A simple vista, dos décadas de presidio habrían hecho mella, mejor dicho, han tenido un impacto profundo y múltiple en la vida de Otoniel y Rolando Guevara, quienes, junto con su primo Juan Bautista, han sido objeto de un proceso judicial controvertido y de condiciones de encarcelamiento severas, con una pena de presidio ajena a beneficios procesales.
Aunque esos 20 años de presidio han impactado profundamente la vida de los Guevara y sus familias; sin embargo, en medio de esta adversidad, emerge una narrativa de resiliencia que merece ser explorada, por no ser simplemente la habilidad de soportar la pesadumbre, sino la capacidad de encontrar significado y propósito en medio del rigor carcelario.
Esa resiliencia, cultivada durante estos veinte años, puede ser fundamental para su reintegración futura en la sociedad, donde llevarán consigo no solo las cicatrices de la reclusión, sino también una profunda comprensión del valor de la libertad y la justicia. En ese sentido, desde ya, su experiencia puede ser un referente de dignidad, esperanza y superación ante la adversidad.
En los Guevara, la resiliencia no es solo una característica personal, sino un proceso dinámico que involucra tanto sus propias fortalezas como el apoyo de sus familias y la solidaridad espontánea de muchos ciudadanos. Así, su experiencia enseña cómo la resiliencia puede ser cultivada y fortalecida incluso en las circunstancias más difíciles, ofreciendo esperanza y motivación a quienes enfrentan desafíos similares.
Dicho de otro modo, los 20 años en prisión de los Guevara no solo es un relato de privación, sino también una profunda lección sobre la fortaleza del espíritu humano, un ejemplo tangible de cómo la resiliencia puede manifestarse en escenarios abrumadores, por decir lo menos.
La frase “20 años no son nada” puede parecer, a primera vista, una afirmación ligera, pero en el contexto vivido por los Guevara adquiere un peso significativo y profundamente conmovedor, representa un símbolo de su capacidad para enfrentar adversidades extremas sin perder la esperanza ni su sentido de identidad.
A lo largo de estos años, los Guevara han demostrado que el tiempo en sí mismo no es lo que define una vida, sino cómo se vive ese tiempo. Cada día tras las rejas ha sido una oportunidad para no permitir que el presidio los consuma. Así que, “20 años no son nada” o, si prefiere, “veinte años no es nada”, se convierte en un testimonio de su fortaleza interior y de su capacidad para transformar la aflicción en resiliencia.
@jolcesal
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