Mi Venezuela se me escapa, ahora son esas 19 almas. Siento que se me escapa, siento que se me va, siento que no puedo hacer más. Yo aquí, mi tierra allá; yo acá, ellos allá; yo aquí viviendo y ellos allá muriendo.
Vivo por Venezuela, trabajo por Venezuela y en mi mente siempre estará Venezuela. Esté donde esté, viva donde viva y muera donde muera. Venezuela es más que una frontera, es más que una cascada, es más que una montaña; Venezuela es mi hogar, es mi sitio, es mi vida, es mi corazón; cada bombeo es tricolor.
Aunque estemos lejos, estamos cerca. Somos muchos afuera, pero cada uno lleva a Venezuela en su cabeza. No hay momento en que no pensemos en ella. Es por esto que nos duele verla de esta manera. Nos sentimos culpables de verla desde afuera, nos sentimos tristes por no entenderla.
19 vidas que se lleva la marea, 19 vidas que representan lo más fuerte del sistema. El hambre domina, la tiranía asesina, las familias se separan, los negocios cierran, las casas se vacían, los narcos nos dominan. 19 vidas, 5 millones a la deriva y 25 millones en la orilla.
La Venezuela saudita se convierte en la Venezuela en ruinas. Somos una isla de maldad frente a un mundo de bienestar, somos el anacronismo de la región, somos el ejemplo de lo peor, somos el país que se destruyó, pero también somos el foco del que nunca se rindió.
La política de destrucción continúa, como la tiranía que la ejecuta. No somos libres, somos presos. Los que estamos fuera estamos presos por no poder volver, los de adentro por no poder vivir. Venezuela pasó del oasis al infierno. Un infierno construido bajo lemas de la hoz y el martillo, la hoz para cortarnos la libertad y el martillo para pulverizar nuestras almas.
El fin de ellos será nuestro comienzo. Es muy tarde para muchos, pero espero que no para todos. Yo seguiré luchando, seguiré viviendo, seguiré aportando; seguiremos luchando, ya lo hemos demostrado.
Así somos los venezolanos, no nos callamos, no nos rendimos, siempre estaremos luchando. No podrán con todos, no podrán con nuestras ideas y no podrán con nuestra fe.
La fe nos guía, la esperanza lo es todo. No podemos perder lo que nos queda, no podrán tapar el rayo de sol que entra en nuestra patria a oscuras, no podrán quitarnos el amanecer, no podrán quitarnos más la libertad.
Ellos nos quieren destruir, nosotros solo queremos vivir; ellos nos quieren callar, pero nosotros solo queremos gritar; ellos nos quieren apagar, pero nosotros solo queremos brillar. “No podrán, no podrán, no podrán”, es el pensamiento que me frena, que me mantiene, que me guía.
Hoy amanecí triste por la muerte de mis hermanos, por la vida que llevaron, por la batalla que perdieron; pero todo esto me dará más energía para seguir viviendo, para seguir luchando, para seguir esperanzado.
Su batalla no será en vano, como no ha sido en vano la de tantos. Al final la victoria será por su guiatura, por su ejemplo, por su entrega y por su vida. Vivimos por ellos, luchamos por ellos y lo lograremos por ellos.
Con Dios todo y sin él nada. Él está de nuestro lado.
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