La vida se manifiesta a cada respiro, a cada paso, en cada sueño por cumplir. Por supuesto que el recuerdo de lo acontecido es sumamente válido y tan vital como traer fuerzas del pasado para proyectarnos hacia el futuro. Pero más allá de la aceptable nostalgia, la acción es el signo de la vida, es movimiento total, desde las neuronas hasta el suspiro más tenue del deseo por una conquista.
A pocas horas del 19 de abril de 2021, cuando se habrán cumplido 211 años de aquella célebre jornada de 1810, se nos revelan a la distancia y con diáfana claridad las aspiraciones de aquellos hombres criollos pertenecientes a la élite que habitaba el suelo caraqueño a comienzos del siglo XVIII. Acariciando con discreta ingenuidad una causa que creyeron posible de disimular, iniciaron un gobierno dirigido por ellos mismos, aunque fuese bajo una justificación o pretexto pro monárquico, «en defensa de los derechos de Fernando VII”.
Muchas de la mentes brillantes que me consigo en la alta mar de mi pensamiento al navegar sobre el legítimo derecho a soñar con una “Venezuela Libre y democrática, sana y para los venezolanos y para todos los que quieran abrazar junto a nosotros el amor a Dios por sobre todas las cosas, el amor a la familia, y por supuesto a nuestra patria americana y Occidental, en primer puesto; que es nuestro inmediato prójimo como familia extendida la que hay que atender de una vez por todas, frente a la obsesión de atención al Medio Oriente y otros.
Luchadores perpetuos por la libertad que nos acompañarán por siempre con su legado. Desde la otra historia hispana iniciada con la llegada de Colón a tierras suramericanas, a finales del siglo XV, cualquiera de ellos se avergonzaría si pudieran ver la desastrosa situación hispanoamericana, después de tantas luchas por la libertad. Venezuela, Cuba y Nicaragua son presas sangrantes de criminales tiranías totalitarias.
¿Es que “más de sesenta años de calma no bastan” para que Cuba deje de mandar su veneno comunista hacia la América toda? ¿La construcción colonial española, y europea sobre trescientos años de asentamiento colonial en América fue realmente vencida para permitir que doscientos años no fueran suficientes para derrotar la barbarie que se ensaña contra nuestros pueblos desarmados?
De antecedentes del pensamiento liberador y en primera instancia de defensa frente al abuso sobre la condición humana, que violaba los derechos del aborigen y del africano cazado, y traído bajo secuestro para su explotación esclava en América, sacerdotes jesuitas, como el padre peruano Juan Pablo Viscardo y Guzmán (Arequipa 1748- Londres 1798), son reconocidos entre los precursores ideológicos de la independencia hispanoamericana. Su “Carta a los españoles” publicada al año siguiente a su muerte en 1799 fue de los pensamientos que compartió con Francisco de Miranda (Caracas 1750- Cádiz 1816), y que usaría como base del manifiesto de invasión liberadora a Coro, Venezuela en 1806.
Desde aquellas rebeliones de José Leonardo Chirinos a Gual y España, de la conspiración educativa de Simón Rodriguez y Andrés Bello a la realidad actual, sobrevive el invisible pero muy efectivo hilo conductor de esa energía libertaria imperecedera que nos alimenta. Energía de libertad y de aspiraciones de una mejor calidad de vida para el ser humano. Aspiración por construir libertad y democracia junto a la grandeza de pasar por este mundo terrenal dejando el legado de mejor sociedad, con calidad de vida y dignidad al alcance de todos los ciudadanos.
Hoy, después de muchos soles y aguaceros, lágrimas y alegrías, sueños y realizaciones en este mundo con pandemia y tiranía nos encontramos con el 19 de abril en Venezuela. Pero también nos acompaña el testimonio de grandes hombres de nuestro tiempo, y desde varias perspectivas y arenas de lucha. Son varias generaciones de americanos que con gran consistencia, tenacidad, y perseverancia en la vida han dado ejemplo como para no quedarnos en la nostalgia de tiempos pasados. Nuestra historia es historia que queremos proyectar hoy, junto a esos otros seres humanos que habitaron en su otro tiempo y su otro espacio. Historia sin tregua para amar y vivir, y la que debemos ¡celebrar en el aquí y el ahora con nuestra acción! Junto a la de nombres de lucha de la talla de Don Enrique Aristeguieta Gramcko y Diego Arria Salicetti, por ejemplo. De Antonio Ledezma, Asdrúbal Aguiar, Miguel Rodríguez, George Kastner H., Carlos J. Peñaloza Z. Paciano Padrón, J. J. Monsant, Jesús Aranguren o Carlos Fernández. Hombres, no estatuas. Seres de la lucha diaria y del sufrir callado. También debemos mirar a los ejemplos internacionales, como los del expresidente Donald Trump, o Álvaro Uribe Vélez. Como los de Mario Vargas Llosa o del reciente electo presidente del Ecuador Guillermo Lasso, quien se mantuvo en la lucha, hasta por tercera vez, hasta lograr la victoria.
Junto a muchos que ya están, y otros que seguramente estarán, confiamos en Dios, y al alma libre con que nos obsequió, nuestra fe y compromiso con nosotros mismos. Compromiso como ciudadanos libertarios que, al igual que aquellos del 19 de Abril de 1810 tomaron control de su realidad para comenzar a dirigir su nación. Esta expresión de rebeldía democrática nos llevará a arrancar la mala yerba de la tiranía y sus cómplices, que amenaza con querer extenderse más allá de nuestras tierras hacia todo el suelo americano. El Perú, con el apoyo de todos sus libertarios y de todos nosotros, encontrará su salida del engañoso laberinto en el que se le quiere encerrar. El logro del camino hacia la libertad para las posteriores generaciones que vendrán tendrá que ser nuestro legado. Por ello exhorto, desde la convicción expuesta a que las distintas juventudes, es decir las distintas generaciones actuales converjamos, y nos autoconvoquemos a construir la referencia de gobiernos indispensables para la libertad de Cuba, Nicaragua y Venezuela, y así la construcción del progreso en libertad y democracia para una gran América.
@gonzalezdelcas
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