OPINIÓN

12 de octubre: sin resistencia indígena

por Oscar Arnal Oscar Arnal

Cambiar el Día de la Raza, del Descubrimiento de América o de la Hispanidad por el “de la Resistencia Indígena”, según el chavismo, es tan bárbaro como el derribo de las estatuas del insigne almirante. Un ejemplo es que tumbaron la efigie de Colón en Plaza Venezuela para sustituirla por una del cacique Guaicaipuro. Todo un contrasentido con el supuesto bolivarianismo que profesa el chavismo. El Libertador en honor a Colón llamó Colombia, como también lo hizo Miranda, a la unión de nuestras naciones hermanas.

El chavismo desconoce por completo las famosas cartas que Colón escribió a los reyes católicos sobre los aborígenes y el nuevo mundo que encontró. En las misivas observó a unos indígenas en el estado ideal del buen salvaje (el hombre bueno por naturaleza), que vivía semidesnudo, compartiéndolo todo, felizmente y en paz. Dice Colón textualmente: “Los indígenas son tan ingenuos y generosos con sus posesiones que nadie que no les hubiera visto se lo creería. Cuando se pide algo que tienen, nunca se niegan a darlo”. Para muestra, el marinero regresó a España con una decena de indios “que quisieron subir a las carabelas”, según relató.

Investigadores explican que las ideas de las cartas de Colón sobre cómo vivían los aborígenes, inspiraron también La Utopía de Tomás Moro, lo que está entre los fundamentos del pensamiento ilustrado, la Revolución francesa, los derechos humanos y la independencia de Estados Unidos. Así como al marxismo al plantear la ficción del “paraíso comunista” donde desaparece el Estado.

La narrativa oficialista pretende equiparar al imperio español, al que culpa de un inmenso y tortuoso despojo histórico, con el Estados Unidos de hoy, al que achaca falsamente también todos los males de la república.

Lo que sí hay que resaltar de ese 12 de octubre es que comienza la aventura del castellano en América que pronto lo hablarán 600 millones de personas, el aporte de la cultura, la civilización, el mestizaje, la religión y un encuentro de dos mundos que no se tenían idea. El decreto de los reyes católicos protegiendo a los indígenas y prohibiendo su esclavitud es un importante avance en los hasta entonces incipientes derechos humanos, así como el reconocimiento que les hace la iglesia como seres humanos, y luego la Constitución de Cádiz, cuando llama españoles a los del viejo y del nuevo mundo por igual. Con los viajes de Colón se confirmó la tesis de que la tierra era redonda y no plana y que no terminaba en finisterre.

De cualquier manera, la resistencia indígena empezó después, pero ese 12 de octubre hubo paz y un intercambio memorable. En su tercer viaje y al llegar a costas venezolanas Colón acuñó la frase “Tierra de gracia”. Con el correr del tiempo y para realizar la obra de la conquista que suponía el trabajo duro se trajo al esclavo de África.

Con los españoles llegó también la revolución sanitaria y farmacéutica, el hierro, el ganado ovino, porcino y bovino, la rueda, la pólvora, la arquitectura renacentista, la educación, las universidades (la primera universidad se fundó 100 años antes que la Universidad de Harvard) y los caballos, entre otras muchas novedades. En determinados lugares los indígenas confundieron a los españoles con sus dioses y de allí la leyenda de la serpiente emplumada.

La mayoría de las tribus indígenas tenían un espíritu guerrero y eran crueles con sus propios congéneres, llegaban incluso a sacrificar a sus miembros, ofreciéndoles esas vidas a sus dioses. Se destacan por sus aportes en arquitectura, astronomía y matemáticas entre otros, los mayas (que diseñaron el famoso calendario), los incas y los aztecas. Los mayas se extinguieron debido a sus luchas intestinas, y grupos de indígenas, incas y aztecas, se aliaron con los propios españoles para derrotar a los emperadores aborígenes que los oprimían. La historia de la Malinche va en esa dirección.

Tratar de apuntalar la leyenda negra cambiando la tradición y decretando el Día de la Resistencia Indígena es presentar una historia de muchas luces y algunas sombras de forma trasnochada y maniquea. Basta estudiar las reservas indígenas de los jesuitas en Paraguay, donde se creó una “sociedad comunitaria”, para darse cuenta de que ahora es cuando hay aspectos luminosos que resaltar. Que a la vez se cometieron abusos es el lugar común de toda colonización o conquista. En cualquier caso, el papa Francisco pidió perdón por los excesos y el presidente Biden acaba de proclamar el día que ellos llamaban solo de Colón (Columbus Day) también como el día de los indígenas. Hasta allí justo y necesario.

En Venezuela de manera paradójica, y a pesar de la retórica oficialista, los grupos indígenas que viven cerca de los sitios mineros se ven obligados a trabajar contra su voluntad como mineros. Incluso aquellos que no están obligados a trabajar como mineros están expuestos a niveles peligrosos de mercurio en su abastecimiento de agua, según un informe reciente publicado por la alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet. Las empresas mineras con el consentimiento gubernamental se han apoderado ilegalmente de tierras indígenas para ampliar el Arco Minero, desplazando así a los pueblos indígenas. Y los traficantes de personas se aprovechan de las comunidades mineras, especialmente de las mujeres y niñas indígenas, según el Informe sobre la Trata de Personas 2020 del Departamento de Estado de Estados Unidos. Más allá de los abusos en las comunidades mineras, el régimen de Maduro sigue tratando de reprimir los derechos democráticos de la comunidad indígena. El Consejo Nacional Electoral controlado por Maduro cambió los derechos a votar consagrados constitucionalmente de los indígenas venezolanos, lo que hace más difícil que participen en su democracia.

De cualquier manera, resulta interesante a la vez estudiar la afirmación en desarrollo de la reelecta alcaldesa de Madrid que ha dicho “que el indigenismo es el nuevo comunismo” y en Venezuela la apología al indigenismo a pesar del abandono y atropello es punta de lanza del chavismo. Es un atropello cambiar el nombre del cerro del Ávila por el de Waraira Repano, Francisco Fajardo por Guaicaipuro o la figura del escudo de la capital Santiago de León de Caracas por la de la cacica indígena Apacuana. Lo mismo han hecho en el Panteón Nacional. Por ello hoy más que nunca el reto es denunciar las mentiras, buscar la verdad y divulgar la historia con sus diferentes colores y brillos…

@OscarArnal

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