Domingo 22, 3:00 pm, la calle Industrial de Catia llena de electores alrededor de un par de mesitas y cuatro sillas bajo un toldo elemental. Largas colas con caras alegres y conversaciones cordiales entre desconocidos, unidos por la voluntad común de CAMBIO. Un señor me dijo, desbordado de alegría por el gentío: “Esto nunca se ha visto en Catia”. Luego de dos horas me retiré a las 5:00 de la tarde y todavía centenares seguían pacientemente en la cola. Ni siquiera el diluvio que los empapó logró dispersarlos; apostaban por el cambio democrático y no querían perder el tren de la esperanza. Pero Catia no era única; con ella estaban firmes Antímano-UCAB, La Vega, La Florida, Caracas entera y Venezuela…
Previamente, los entendidos decían que 1 millón de votantes en una primaria con tantos obstáculos era una cifra elevada y difícil de alcanzar. La realidad desbordó esa cifra que al final ha llegado a 2.400.000. La aparente apatía se transformó en emoción y esperanza de cambio concentradas en María Corina Machado. Más de 90% de los votantes la escogió por coherente, intransigente con la corrupción, inteligente, valiente y firme en el rechazo a la dictadura. Venezuela debe a Jesús María Casal, a la Comisión de Primaria y a miles de colaboradores en las regiones y en las mesas de votación, una profunda gratitud por su extraordinaria conducción y desempeño.
Con esa emoción contagiosa en torno a una candidata tenemos un año intenso por delante para la elección presidencial y cambio renovador en todas las instancias políticas y de gobierno. La dictadura que hace un cuarto de siglo tuvo apoyo popular, recursos y poder sin límites, tratará de imponerse con la mentira del poder, supliendo la actual falta de respaldo popular con la imposición arbitraria abusando de armas, leyes y exclusividad comunicacional.
Por eso el poder primero decidió que el domingo no hubo elecciones y ningún medio de comunicación (TV, prensa, radio…) pudo decir absolutamente nada de la impresionante movilización pacífica que vivimos los venezolanos en la calle, sin policías, ni ejército, y sin heridos ni muertos. En las amordazadas noticias del lunes 23 no existió la primaria electoral y millones de venezolanos éramos ninguneados; para el martes 24 salió la nueva “verdad” desde la Presidencia y desde la Asamblea del régimen y otros mandaderos, la “noticia” de que el domingo había tenido lugar un “megafraude”, una “descomunal estafa” y un delito que debía ser anulado y castigado. El ojo penetrante del poder había descubierto que sólo habían votado 500.000 y los otros 2 millones eran de fabricación fraudulenta. Es decir que usted, 2 millones de venezolanos y yo, no existimos, pues así lo decide la dictadura. Ahora esta va a reforzar las trincheras y preparar las tropas de asalto jurídico y los gases asfixiantes para anular la primaria e impedir que en la segunda mitad de 2024 el triunfo democrático abra la puerta a la reconstrucción del país que toda Venezuela necesita y desea.
A los demócratas y a nuestra candidata unitaria nos espera un año de intensa movilización callada para recoger las fuerzas diversas y aunarlas, pues solo juntas tienen la potencia necesaria para ganar y para que el nuevo gobierno no sea un fracaso trágico y la transición no sea de odio estéril y venganza, sino de abrazo, reconciliación y renacer nacional. Nuestra candidatura debe movilizar los espíritus, y activar la esperanza de cambio, incluso en quienes todavía no se atreven a salir de las cenizas que quedan del chavismo muerto. María Corina desde su firmeza por el cambio y con humildad tiene que buscar la unión de las diversas corrientes democráticas y convertirse en esperanza también de quienes sufren el desengaño madurista. No será posible el triunfo de 2024, ante las resistencias desesperadas de la dictadura, sin que la candidata democrática siembre la necesaria unidad en la diversidad.
El actual desastre de Venezuela es de dimensiones de derrota bélica y tierra arrasada. La recreación del país a primera vista parece imposible sin un liderazgo y miles de liderazgos de mente renovada, reconciliadores y con voluntad férrea en las diversas áreas de la actividad nacional (salud, educación, sectores productivos, medios de comunicación y cultura, infraestructura…). El renacer de una Venezuela democrática y plural. Esperamos de María Corina y de otros liderazgos que estén a la altura de lo que vivimos en la primaria y desaten las mejores virtudes productivas de la Venezuela que necesitamos en bienes y responsabilidad ciudadana. Que María Corina no sea vista como amenaza, sino como invitación y oportunidad, incluso por aquellos seguidores de la dictadura que no han cometido delitos mayores en estos años de desastre nacional. Sumar fuerzas, multiplicar capacidades y acuerdos, cultivar el pluralismo productivo y estimular iniciativas libres para que los venezolanos ganemos las próximas elecciones y el reto formidable del renacer nacional.
Todo ello requiere de inversiones multimillonarias. que no sólo significan capital, sino oportunidad para que millones de trabajadores con crecida productividad eleven sus actuales miserables ingresos familiares que hoy son unos pocos bolívares de hambre. Esta Venezuela tan profundamente enferma no podrá renacer sin una fuerte colaboración (y reinserción) internacional política y abierta a inversiones en un terreno donde la nueva esperanza sustituya al temor y agresividad que apagó las solidaridades y las inversiones, sin las cuales no tenemos futuro.
Es muy importante que desde ahora la Fuerza Armada encuentre su lugar de máxima importancia en esta Venezuela naciente. Las posibles desconfianzas y los prejuicios existentes hacia la candidata ganadora se superan con encuentros, conversaciones y aclaración de dudas sobre el cambio democrático que queremos.