Las ansias por la comida chatarra, como las papas fritas o las galletas, tiene una explicación científica. Se trata de una respuesta programada en el cerebro, y su origen proviene de la época de las cavernas.
Cada vez que una persona consume una dosis de azúcar, sal y grasa se activa la «zona de recompensa» del cerebro al liberarse la dopamina, conocida como la hormona de la felicidad, y se crea una sensación de bienestar en el cuerpo, informó CNN en Español. Sin embargo, expertos aseguraron que es posible trabajar para minimizar los efectos adictivos de los azúcares.
«Para resolver los antojos dulces, primero reduzca los azúcares ocultos en la dieta, y con el tiempo se volverá más sensible a lo dulce y lo necesitará menos», indicó el portal de noticias.
La lectura de los primeros cinco elementos en la lista de ingredientes de los alimentos en el supermercado es fundamental. Se deben elegir los productos que contengan, en lo posible, la menor cantidad de azúcares.
Dar la bienvenida a nuevos sabores, como el agrio, el amargo y el umami, también es importante para superar la adicción al azúcar y la sal.
Finalmente el consumo de porciones preestablecidas puede ayudar a bajar la ansiedad, dado que las personas ingieren comida chatarra hasta que se acaba, sin importar si se satisface el hambre o no.
Con información de CNN