Se cumplen cuarenta años de la aparición de un documento, cuyo título es exactamente el mismo que hemos tomado para este artículo. Sin embargo, lo más llamativo de este escrito es su condición de apócrifo, tal vez por lo grueso de su contenido, y del cual nadie quiere hacerse responsable o dar cuenta de las propuestas que allí han quedado plasmadas.
Al principio se le atribuía la autoría del texto al afamado pensador y semiólogo estadounidense Noam Chomsky, quien tuvo la oportuna sagacidad de desligarse, y únicamente desliza una tímida cita o alude “con pinzas” lo que allí se dice.
En honor a la verdad son pocos párrafos —densamente perversos— cuya marcada intención persiguen causar entrega incondicional de cualquier sociedad, conservadora o posmoderna.
El documento, producto de un trabajo —pensado— de ingeniería psicosocial; de entrada, hace una serísima advertencia la cual menciona que no develararán “por seguridad” los responsables ni la entidad auspiciante o sitio de procedencia.
Leemos sin mayores detalles que el escrito proviene del denominado “Grupo de Bildergerg”. Con certeza, no existe concreción al respecto y nada que lo asegure.
El asunto arranca a partir de una pregunta desprevenida en apariencia, y con el impactante tono: ¿pueden las sociedades humanas soportar y resistir el sometimiento ilimitado y progresivo hasta su propio exterminio, sin oponer la menor resistencia?
El documento aconseja, de manera determinante, a los detentadores o aspirantes del control político la premisa de desarrollar la absoluta capacidad de tener permanentemente la mayor cantidad de datos económicos, políticos, sociales, personales, emocionales, físicos, psíquicos; en fin, todo vestigio cuanto le pueda ser útil de la gente o cuerpo social que vaya a someter. Fundamentalmente la información de carácter económico, conectada con la estructura mental. Por cuanto, con tal dupla se hace posible predecir los lapsos y condiciones de rendimiento del adversario. Analizar y escrutar cómo serán los comportamientos de las sociedades a las que “se les vaya apretando la tuerca”.
Dejamos en claro, luego de hurgar en las interioridades del citado documento, que las “armas” a las que mencionamos y referimos no disparan balas; por el contrario, son tan sofisticadas y pensadas con alevosía y maldad, que esas armas percuten “situaciones”. Sí, así como lo está leyendo. En vez de un tanque, pesados cañones, francotiradores apostados en alguna platabanda para precisar los tiros o un fusil supermoderno; esta “guerra” es propulsada desde las computadoras. Por lo tanto, no producen ruidos estridentes que espanten; pero si descalabran, crecientemente, la vida normal, cotidiana y rutinaria de la gente.
Préstele atención a esta espeluznante cita: “Hay que mantenerlos como animales que no tienen inteligencia. En consecuencia, el futuro orden mundial, la paz y la tranquilidad, exige llevar a cabo una guerra tranquila contra el público que ha recibido una educación mediocre. No hay que dejarlos pensar; un último objetivo será desplazar la energía social y natural (riqueza) de la masa indisciplinada e irresponsable hacia las manos de algunos suertudos auto disciplinados y responsables”.
El texto, al que hasta ahora no ha sido fácil pesquisarle un autor o entidad patrocinante, expone en otro párrafo esta perla: “hay que controlar las clases inferiores antes de que tengan una oportunidad de hacerse preguntas o cuestionamientos. Es necesario desintegrar la célula familiar de los inferiores, aumentándole la cantidad de preocupaciones; su educación debe ser la más pobre, de manera que la brecha de la ignorancia que aísla las clases inferiores de las clases superiores sea y permanezca incomprensible para las clases inferiores”.
Los enunciados que uno va encontrando le produce mayor enardecimiento; sobre todo cuando piensa que, a lo largo de estas cuatro décadas desde que apareció este material, ha habido regímenes que han venido practicando casi todo lo que allí teóricamente queda expuesto.
Acaso el enunciado que citamos más abajo, que pretenden darle talante apodíctico y que hallamos transversalizado en el escrito, deja lugar a dudas de la malévola intención de sus propósitos, cruelmente develados. Lea esto: “Para ganar el control de lo público, es necesario mantenerlo ignorante, siempre expuestos a situaciones confusas, desorganizados, distraídos; para ello se debe descomprometer sus mentes y espíritus; sabotear sus actividades mentales; proveer programas educativos de baja calidad en matemáticas, lógica, diseño de sistema y economía. Hay que desmotivar su creatividad. Distorsionar su emocionalidad”.
No hay el menor disimulo o recato para sostener que la información que se persiga, con determinación, debe conducir a la dominación y lograr subyugar o “derrotar” los ánimos y voluntad crítica de una sociedad. Instruyen para que ese paquete de datos (información) se vaya obteniendo y encriptando informáticamente para la utilización posterior.
Aleccionan para que se procure que tal información personal se acopie por la vía del consentimiento colectivo (legitimada) por la gente (en tarjetas, fichas, carnets, códigos etc.) y además legalmente obtenida. Que en apariencia se vea que todo se hace bajo el “imperio de la ley”, para evitar los juicios externos sobre los asuntos y tareas de sometimiento y servilismo a los cuales conducen a las sociedades.
El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!
Apoya a El Nacional