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Winer Ramírez, un héroe colombiano apaleado por gay en París

por Avatar EFE

Winer Ramírez salía de un bar en el parisino barrio del Marais cuando presenció el acoso sexual que sufría una joven. No sabía que, al intentar ayudar a la víctima, iba a resultar apaleado por los acosadores en una brutal agresión homófoba en pleno epicentro de la comunidad gay en París.

El colombiano Ramírez y un amigo se dirigían a casa por la calle Temple, una de las más concurridas de la noche parisina, un domingo de agosto sobre las 5:00 am, cuando se encontraron con la chica y sus acosadores.

«Una mujer y un hombre de unos 40 años de edad empezaron a acosar verbalmente a una chica de unos 25 años. La chica los ignoraba pero ellos no se daban por vencidos, y entonces apareció un tercer hombre, amigo de estos», cuenta Ramírez en una entrevista a Efe.

La joven intentó refugiarse en un portal pero la arrinconaron y comenzaron a meterle mano. «Ella me miró a los ojos pidiéndome auxilio», narra Ramírez.

Ante esta situación, decidió intervenir, a lo que ellos contestaron con el primero de muchos insultos homófobos: «Me llamaron marica, sucio. Me dirigí a la chica y le dije que viniera con nosotros, que iba a estar a salvo».

Uno de los agresores lo agarró entonces de la barba y mirándole a los ojos le dijo: «Mírate, eres un hombre, ¿no te da vergüenza ser un marica?».

«Sí, soy un marica orgulloso de serlo, y no te tengo miedo», contestó Ramírez antes enfrentarse a ellos y acabar recibiendo la brutal paliza: «Me tiraron al suelo y me pegaron patadas en el cuello, en la espalda. Podía sentir su rabia».

Perdió la conciencia durante unos segundos, pero el resto del tiempo era plenamente consciente de que la gente pasaba por delante con displicencia, nadie trató de pararlos o de llamar a la policía.

Suplicaba auxilio a gritos y oyó como un hombre que pasó en bicicleta le dijo: «Esto pasa por aquí a veces».

«Solo un hombre, negro, gritó que me soltaran. Le agradecí por su solidaridad, una solidaridad racial, no de género, porque los gays que pasaron por mi lado no hicieron nada por mí», recuerda.

Ramírez destaca la diferencia entre ser homosexual blanco y ser homosexual migrante, más en tanto que latinoamericano, y denuncia que son un colectivo desplazado y silenciado por la sociedad francesa.

El colombiano relató su agresión al día siguiente en Facebook: «Pensamos que siendo ‘maricas’ rodeados de otros ‘maricas’ esto no nos ocurriría nunca en un barrio conocido por estar frecuentado por gays», escribió.

Tras la publicación, medios franceses se hicieron eco de su historia, aunque está convencido de que su caso se ha desplegado algo más de lo normal por su trabajo como activista.

Winer milita en diversas asociaciones y colabora en Maricolandia, un colectivo de ayuda mutua entre latinoamericanos migrantes.

«Somos sororarios y feministas, porque no nos imaginamos una lucha de ‘maricas’ sin las mujeres», explica a Efe Ramírez, que compara la causa feminista con la de la comunidad LGTB.

«Soy muy feliz desde que soy feminista, lo he sido siempre, pero ahora que lo he racionalizado me siento orgulloso, porque encuentro un sentido a ciertos comportamientos, insultos… Son maneras de encarnar una masculinidad tóxica», cuenta.

Tras la agresión, Ramírez no puede evitar recordar la batalla que llevó en Colombia por ser homosexual: «He vivido violencias verbales y físicas por la calle, pero que eso se reproduzca en París, en el barrio gay, ante los ojos de los viandantes que pasan, evidencia lo mucho que queda por hacer».

Pero el colombiano, ferviente activista, no se rinde: «La lucha continúa, lucharemos con lo que podamos», concluye.